“Si me preguntas qué haría en mi próximo invento o empresa, posiblemente no patentaría, me centraría en su divulgación y comercialización”.
Quien así se manifiesta es Santiago Ambit, inventor y creador de WeOn Glasses entre otros productos. Una visión compartida por el cofundador de Oval (un instrumento musical electrónico), Alex Posada, quien asegura que “salvo que seas una multinacional y tengas un negocio de miles de millones de euros, no tiene sentido patentar en pleno siglo XXI”.
¿Se puede vivir de ser inventor?
Aunque hay inventores que no solo se hacen ricos, sino que incluso sus herederos acaban disfrutando estos réditos, el creador de las WeOn Glasses cree que lograr un éxito comercial y ganar muchísimo dinero (objetivo de toda empresa) no es algo fácil y hay muchos factores que entran en juego.
¿Es fácil ganarse la vida como inventor? Hemos hablado con dos inventores de tecnología, otro que ha credo un nuevo lavabo, uno que tiene varias patentes de diversa índole y con el Club de Inventores Españoles. Los tres primeros creen que, más que de la patente en sí, esperan poder vivir del producto que han desarrollado. “Nosotros, de hecho, vivimos de crear un producto que no existía y patentarlo. Somos una prueba de que se puede vivir de las patentes”, certifica Santiago Ambit.
Mientras, para las otras dos personas vivir de ser inventor es muy complejo. "Cuanta menos tecnología tiene tu invento, más fácil es de copiar. Y cuanto más barato es el producto, más difícil es sacar el rédito económico. Muchas veces gastas más dinero que lo que nunca puedes ganar", asegura José A. Villacorta, doctor en neurociencias y CEO & Co-founder de Plug-Int.
El propio Ambit reconoce tener otras patentes que no tienen nada que ver con la tecnología y que, en este caso, tampoco le dan mucho rédito. En su caso, tiene patentado un cubo de basura que es capaz de reponer la bolsa cuando está llena.
Por su parte, Igor Montero ha presentado una solicitud de patente de un nuevo sistema de canalización de aguas del lavabo, que viene acompañado de un diseño en piedra. Montero regenta con su familia una finca para bodas, donde “necesitábamos poner un lavabo a partir de una piedra de granito de más de 200 años. Se nos plantea la solución básica, vaciarla, pero consideraba que era un error romper un granito con tanto tiempo. Fue así como surge la idea de inventar un nuevo sistema de canalización de aguas”.
En su caso, reconoce que actualmente no vive de la patente ("no la he vendido"), pero confía en poder ganar dinero con la comercialización de los productos que surjan de dicha patente.
En cualquier caso, asegura que a los inventores “lo que nos gusta es el reconocimiento, que la gente utilice nuestros inventos”.
Bendita copia
Ese reconocimiento puede venir también en forma de copia. “Es un reconocimiento porque supone tu éxito comercial, que siempre viene después de un gran trabajo, de tener suerte y una buena distribución, un buen equipo detrás”, señala Ambit.
Montero, por su parte, tiene claro que “ojalá que el problema sea que me han copiado, supondría un reconocimiento”. ¿También en el de los lavabos hay copias como en el mundo tecnológico? “Sí, hay mucha piratería y copia, especialmente del diseño industrial”, asegura Montero.
Por eso considera que apenas hay inversión en el diseño de objetos, porque es fácil copiarlo. En su caso, dado que el diseño de sus lavabos va acompañado por la patente (sin la que, según este inventor, el lavabo no funciona ya que sería una superficie plana por la que se caería el agua) considera que “no es fácil hacer un corte en una piedra. Requiere una mínima inversión que no sé si va a compensar la copia. Todo depende de lo que venda. Si vendo mucho, me copiarán”, vaticina.
Para evitar estas copias, desde Oval por ejemplo apuestan por un hardware que no funcione sin el software y viceversa. "Sabemos que el hardware es copiable y que, antes o después, lo van a hacer", asegura Posada, quien defiende que, de producirse esa copia, no funcionaría igual que Oval al no llevar parejo la aplicación. "Si haces un producto que se basa en un plástico y unas luces, eso te lo van a copiar te lo van a vender 20 veces más barato", advierte.
Lo importante no es la patente, si no vender
Estos inventores reconocen que lo importante para ellos no es la patente, sino vender el producto con el que han montado sus empresas.
“Es una carrera. Al final, la patente es lo de menos. Lo importante es llegar al mercado lo antes posible porque la ventaja que tienes hay que aprovecharla en el momento, lo antes posible”, asegura Alex Posada. “Si alguien te copia, vete a buscarlo”, ironiza este inventor, que recuerda cómo en casos que él conoce se han encontrado con problemas de propiedad intelectual en China o en Rusia pero ante los que no han podido pelear por cuestiones económicas y legales, pese a tener la patente concedida.
Por esto mismo, estos dos inventores creen que a veces merece más la pena dar a conocer tu idea que patentarla. El problema, no obstante, es que una vez divulgada, ya no se puede registrar y siempre puede haber alguien que fabrique más barato y rápido que tú. Algo que no es la primera vez que pasa.
El problema para Villacorta es que el mercado tiene sus propias leyes. "Si tienes una patente demasiada sencilla en cuanto a fabricación y proceso de venta no vas a hacer nunca nada. Se puede vivir de las patentes cuando hay una necesidad creada (como una vacuna y entonces te haces de oro) o cuando tienes suficiente capacidad para crearla tú, invirtiendo mucho en marketing", asegura.
Cuando la patente llega más tarde que el éxito (o fracaso) de tu empresa
Ambit y Posada coinciden en que, especialmente en el ámbito de la tecnología, la sociedad y el mercado van más rápido que estos trámites burocráticos, lo que puede llegar a generar la paradoja de que tu patente se conceda cuando tu empresa ya no existe.
Desde el momento en que se registra una solicitud de patente (algo que debe realizarse en la oficina nacional del país de origen del inventor) pueden pasar hasta 2 años hasta que un revisor la conceda (o la deniegue). “Es absurdo”, señala Posada. “Mi proyecto puede haber explotado o ser un éxito, sobre todo cuando estamos hablando de startups, que a lo mejor en dos-tres años se han vendido sin que se te haya adjudicado la patente”.
Estos dos inventores creen que estos registros tienen sentido en dos o tres casos: “si eres una compañía de las top, como Apple o Samsung, que están en constantes litigios porque se van copiando los unos a los otros”; si tienes una tecnología “súper innovadora y una solución que es la bomba”; o en sectores como el sanitario, donde una patente puede costar y dejar muchos millones de euros en beneficios.
Pero, en tecnología, no lo ven como algo positivo porque o bien muchas innovaciones vienen de la mano del software y éste no es patentable o bien porque son dispositivos que son facilmente pirateables, especialmente desde China.
Entonces, ¿por qué patentas?
"Es una buena pregunta que a veces me hago", reconoce el creador de Plug-Int. La respuesta simple es por proteger la propiedad intelectual. Algo que, no obstante, no es siempre posible.
En cuanto se registra una solicitud de patentes, el inventor tiene 2 años de protección a nivel mundial. Antes de que expire ese plazo, debe patentar, país por país, todos aquellos en los que quiera que quede reflejado su invento. “A nada que te dejes uno como pueda ser China -con lo complicado que es patentar allí- ese país puede fabricarlo y enviarlo a cualquier parte del mundo”, explica Ambit.
Además, presentar patentes conlleva un desembolso importante de dinero. En España estamos hablando de unos 1.500- 2.000 € por solicitud. Pero en el caso de que quieras hacer una ampliación de la patente a nivel mundial los costes se disparan: traducir los textos a cada país, pagar tasas... Una patente internacional puede estar entre los 70 y los 100.000 € “e incluso más, dependiendo de lo técnica que sea, de los dibujos que lleve, de los países en los que quieras entrar…” enumera Ambit.
Por eso, Villacorta también está explorando la opción de licenciar sus ideas a empresas. "Cuando cuento mis ideas, a las empresas normalmente les parecen interesantes. Si las licencio tampoco voy a conseguir mucho dinero y siempre hay el riesgo de que te engañen, pero no quiero dejar pasar la oportunidad y que se ocupen ellos si te piratean", confiesa.
A los inversores (y compradores) les motiva
La pregunta se vuelve recurrente. ¿Por qué se patenta entonces? Por atraer inversores… y posibles compradores.
Esta patente se convierte en un activo de la empresa y, tal y como reconocen estos inventores, puede ayudar a la hora de negociar una compra o en rondas de inversión, pese a que registrarla a nivel internacional sea tan caro.
“La patente no nos va a proteger”, asegura el confundador de Oval, “pero de cara a un inversor o a una compra está muy bien que vean que tienes cosas patentadas. Te da cierta credibilidad y suma. Lo mejor es tener no solo una, sino dos o tres patentes”. Por esta razón, Alex Posada considera que hay empresas que persiguen tener varias patentes para “poder vender mucho más caro”.
Este poder económico que hay detrás de las patentes ha generado lo que se conoce como las “patent trolls”, empresas en muchos casos puramente legales que no tienen nada que ver con la innovación y que se dedican a registrar patentes en nichos de mercado para comerciar con ellas.
“Registran patentes de manera indiscriminada para venderlas o comerciar con ellas con las grandes multinacionales”, se lamenta Ambit, quien considera que estas empresas cobran por una innovación que nunca se ha materializado. “Son empresas que no crean productos. Lo único que hacen es paralizarla a través de la vía administrativa con la intención de ganar dinero a través de las patentes”.
Por eso, Santiago Ambit anhela los tiempos en los que ser inventor y tener patentes era algo más bucólico en el que, con estos registros, se pretendía proteger a quien dedicaba su vida a la investigación, la innovación y su divulgación. “Si entiendes el mundo de las patentes como divulgar conocimiento es justo lo que no estamos haciendo", señala.
Cuando inventar te cuesta dinero
ador que se introduce en el enchufe y con el que ya no es necesario mirarlo para poder conectar las cosas.
"A la gente le da igual la investigación y el desarrollo que puede haber detrás, porque la gente percibe que es un producto de plástico y no puedes pedir mucho dinero por esa pieza", asegura. Además, denuncia que los impuestos que se le exigen por tener la empresa conlleva que "pierdo dinero solo con fabricar mi invento".
Una visión que comparte el Club de inventores. "Aunque un inventor tenga una idea viable y rentable, muchas veces se encuentra que no es capaz de reunir todos los elementos necesarios para materializarla. Es la parte más ingrata, porque el inventor al fin y al cabo inventa con un objetivo primordial: poder ofrecer al mundo una idea genial. Luego, como es lógico, quiere obtener una recompensa económica por esa aportación que sin él habría sido imposible. Nosotros como club, intentamos aunar en un solo lugar todas aquellas respuestas que el inventor necesita para poder afrontar todas las trabas con las que seguro se va a ir encontrando a lo largo del camino, tanto a nivel técnico como anímico. Sacar una idea adelante muchas veces puede ser agotador, y puede significar confrontaciones entre la propia familia del inventor, por la cantidad de tiempo o de dinero que puede exigir el desarrollo del invento", enumera Carla Esteban, gerente del club.
Pese a todo, anima a todos a perseguir sus sueños. "Para sacar adelante una innovación necesitarás superarte y luchar, como con todo en la vida. Es importante tener la idea, pero es más importante tener una constancia para llevarla a cabo. Muchos inventores creen que con la ocurrencia es suficiente, pero sin esfuerzo, es imposible llegar al mercado y conseguir el éxito. Coge tu idea, mira si tiene posibilidades en el mercado, y si es buena, lucha por ella y no te rindas porque al final darás con la tecla adecuada, y a partir de ahí, serás el dueño de la banda sonora de tu vida".
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