A finales de los 60 se comenzó a experimentar con la utilización de ciertos materiales metálicos como si fueran espumas para reducir el peso y obtener mejor resistencia. El problema es que era caro y moldearlo no era una tarea precisamente fácil. Ahora, en Alemania, vemos cómo este material compuesto vuelve para fabricar la cabina de un tren de velocidad.
Entre dos piezas de aluminio con un grosor de dos milímetros cada una, nos encontramos una capa de espuma de baja densidad compuesto de magnesio, silicio, cobre y aluminio. Todo este conjunto no va soldado ni unido con pegamento, todo se une por la atracción electroestática de los electrones con carga negativa y los iones con positiva.
Más ligero y resistente
Detrás de este sofisticado material tenemos como ventaja una reducción del peso en comparación con otros materiales utilizados en la construcción de cabinas de trenes de alta velocidad, por ejemplo la fibra de vidrio. En total, un 20% menos.
Lo más interesante es que poner en movimiento una cabina con este material es más rápido y efectivo ya que al tener que mover menos peso el consumo de energía es menor. Además, es lo suficientemente rígido para no necesitar un esqueleto por dentro para reforzar la estructura. Aunque los trenes de alta velocidad tienen pocos accidentes, este aluminio es capaz de aguantar cualquier impacto pequeño.
En pruebas hechas con simulaciones de accidentes, el material reduce las colisiones que se produzcan una vez el tren choque. Es decir, golpes de los pasajeros con el mobiliario, etc. Un estudio demuestra que las lesiones e impactos en la cabeza se reducen hasta un 80% con fuerzas de 8g. Aunque se ha confeccionado en Alemania, el principal interesado por esta tecnología es Estados Unidos para fabricar trenes de alta velocidad.
Vía | Wired
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