Si al conocer esta historia en tu mente empieza a sonar, como un extraño y lejano zumbido, ‘Also Sprach Zarathustra’, no te preocupes, es normal. Porque es inevitable hablar de un monolito abandonado en un paraje inhóspito y no pensar en ‘2001: Una odisea en el espacio’. Pero en este caso, el artilugio que nos ocupa no tiene nada de misterioso, aunque sí mucho de curioso: se trata de una especie de caja negra pensada para recoger información pasada, presente y futura -internet mediante- con el objetivo de preservar la memoria de nuestra civilización para generaciones venideras y ayudarlas a tomar mejores decisiones.
Para conseguir ese objetivo de ser un testimonio imperecedero de nuestros actos como civilización, el dispositivo está construido con sólidas paredes de acero y dotado de paneles solares y baterías, con una gran cantidad de unidades de almacenamiento en su interior conectadas a internet. Sus creadores aseguran que será resistente a casi cualquier catástrofe y esperan que pueda sobrevivir a los humanos. El monolito tiene, aproximadamente, el tamaño de un autobús urbano.
Detrás de este proyecto se encuentran varias empresas australianas y el colectivo artístico Glue Society, quienes han pensado en esta caja negra de la humanidad desde una visión pesimista de nuestro futuro.
“A menos que transformemos drásticamente nuestra forma de vida, el cambio climático y otros peligros provocados por el hombre conducirán al colapso de nuestra civilización. El propósito del dispositivo es proporcionar un relato imparcial de los eventos que llevaron a la destrucción del planeta, para que las generación futuras tomen conciencia e inspirar acciones urgentes”, explica la web del proyecto.
El artefacto estará conectado a internet para recopilar toda la información que sus creadores consideran relevante para explicar la destrucción del planeta. Así, documentará multitud de aspectos que consideran relacionados con el cambio climático, como la alteración de la temperatura de la tierra y el mar, la acidificación de los océanos, la cantidad de gases de efecto invernadero de la atmósfera, la población humana, el consumo de energía, el gasto militar o los cambios políticos.
Información y codificación
Los creadores de este dispositivo estiman que tiene capacidad para almacenar información durante las próximas tres o cinco décadas, y aseguran que están investigando formas de ampliarlas.
El mayor reto de este proyecto, sin embargo, no es el almacenamiento, sino la decodificación de esa información. ¿Cómo transmitir el conocimiento que almacena a futuras civilizaciones, terrestres o extraterrestres, que no entiendan nuestros códigos o nuestra tecnología? ¿Cómo facilitar el acceso a un dispositivo pensado para ser prácticamente indestructible?
Los impulsores del proyecto han explicado a la CNN que son conscientes de que quien quiera acceder a la caja dentro de cientos o miles de años necesitará de tecnologías muy avanzadas. En cuanto al correcto entendimiento de lo que almacena, señalan que planean usar diferentes formatos de codificación, incluido el simbolismo matemático que plasmarán de forma analógica en la parte externa de las placas de acero. Estas inscripciones contendrán las instrucciones para acceder al interior y decodificar su contenido.
Los creadores del proyecto esperan terminar y colocar el monolito en 2022, pero ya han comenzado a almacenar información en los discos duros. El artefacto se ubicará en la isla de Tasmania, en Australia, un lugar que los impulsores del dispositivo consideran idóneo por su estabilidad geológica y geopolítica. También se consideraron otras ubicaciones en Malta, Noruega o Catar.
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