Ni Soylent ni Joylent. A mi que el futuro no me quite el ritual, el sabor y la textura de comer

¿Lo estás sintiendo? Sí, te digo a ti. Dime que no has mirado la foto de arriba y ha comenzado una larga salivación por toda tu boca, un morderte levemente - incluso con alguna denotación sexual - los labios y el deseo incontrolable de imaginarte un trozo de esta tarta en tu boca. Y ya dentro, el placer lento de masticar el trozo con suavidad, disfrutando cada paso por la lengua. Ummm.

Lo que te ha causado esa sensación tan placentera ha sido solo una imagen. ¿Te imaginas ese trozo de tarta de zanahoria y su aroma a especias en la realidad, justo frente a ti? Pues cuidado porque la comida del futuro quiere cambiártelo por un batido espeso de Soylent, Joylent y similares. Y no solo un día. Uno detrás de otro. Pues va a ser que conmigo no cuenten.

Vale, admito Soylent como alimento (casi) técnicamente perfecto

Antes de que os exponga por qué no me apasionada nada un futuro con Soylent, Joylent o lo que sea que esté por venir, admito que esta forma de alimentarse tiene sus claras ventajas. Casi se diría que es técnicamente perfecto.

Alimentarse con estos batidos, los cuales incluyen exactamente lo que nuestro organismo necesita, requiere mucho menos tiempo que cocinando, el organismo debe realizar menos trabajo al no tener ni que masticar, permite un control muy precio del peso ... si incluso cuando somos bebés la alimentación en cierta manera es parecida y se basa en los nutrientes necesarios y hasta con polvos de por medio.

Alimentarse con Soylent sería fácil, sano, sin demasiado gasto de tiempo y barato. Pero no existe el preparado perfecto para cada individuo.

Un importante inconveniente lo apunta muy bien Lara en Vitónica: la incapacidad actual a gran escala de personalizar los componentes de cada batido. No hay que obviar que el cuerpo humano, aunque similar, es único, como los son el metabolismo (que además cambiar de un día a otro), actividades e incluso genética. Por ahora, Soylent y derivados no ofrece esa adaptación total que sí podemos conseguir de forma rápida y sencilla con la comida.

Textura, olor, sabor ... la comida es más que nutrirse

Mi argumento en contra de este tipo de comida del futuro, y que Antonio Ortiz está dispuesto a rebatir, parte de la idea clara a nivel personal de que comer no es exclusivamente alimentarse o nutrirse. Creo firmemente en en el acto de comer hay mucho más, a veces incluso más poderoso, que tomar las vitaminas, minerales, proteínas, carbohidratos y lo que sea.

Sin texturas, sabores, olores ... comer está condenado a ser aburrido e incluso odiado

Uno de esos puntos es el gusto por comer. Los alimentos poseen poderosas propiedades organolépticas y me parece un desperdicio e incluso peligro que nos las perdamos. Luego tenemos el proceso de cocinarlas, de probar con combinaciones diferentes, otras preparaciones, cortes ... si nos quedamos con un par de sabores y apenas otras tantas texturas, comer está condenado a convertirse en algo aburrido y que incluso podríamos llegar a odiar. Por no hablar de la reacción a la larga del cuerpo humano al privarlo de acciones como masticar, por ejemplo.

¿Y cómo sé todo esto? Pues básicamente porque yo era un convencido de este tipo de comida hasta que la he probado. Sí, he pasado una infernal semana alimentándome solo con Soylent y he sido perfectamente consciente de que, de seguir por más tiempo, la opción de comer cada vez menos para no soportar esa falta de sensaciones seguro que se me habría pasado por la cabeza. ¿Quién nos dice que ante un futuro con este tipo de comida no acabemos debilitándonos al resultarnos cada vez menos atractiva la alimentación? No, no me veo de rutina en el campo pastando como una vaca la mayoría del día.

La experiencia no me ha gustado nada y ahora tengo en más valor la heroicidad de Lacort en su prueba de 30 días con Joylent. No solo he sentido rechazo por la ausencia de sabores (he probado Soylent importado de EEUU en su última "receta", Joylent y otros productos similares ya incluyen más sabores) sino por la textura idéntica día tras día, y la extraña sensación de solo engullir por cuestión de supervivencia.

Ahí tienes la comida de un mes

A su favor he de decir que efectivamente es tremendamente cómodo, práctico y no he sentido debilidad ni hambre en ningún momento. Sacia y cumple con lo que promete. Pero no, no es para mi.

También entiendo e incluso aceptaría el uso de este tipo de alimentación líquida en determinados momentos, pero no de una forma exclusiva ni mucho menos como panacea del futuro de la humanidad.

Relaciones sociales y hasta el sexo, ¿te las imaginas con Soylent?

Ya os he hablado de mi postura contraria a este tipo de alimentación por razones puramente culinarias. Pero comer es un acto que hoy en día y en la mayoría de civilizaciones, tiene una connotación social muy poderosa.

Dando por hecho que nadie se juntará a beberse un batido como ahora se sienta a la mesa a comer (bueno, hay de todo claro), el momento de la relación social, ya sea entre amigos, compañeros de trabajo o familiares, se iría al garete. Se extinguiría. Probablemente encontraríamos otras razones o puntos en común para sustituir a los momentos de desayuno, comida o cena. Pero ahora mismo no me los imagino sin comida de por medio. Así de glotón soy, qué pasa.

Por último y quién sabe si la razón más poderosa para que muchos os unáis a mi posición en contra de Soylent y derivados, míticas escenas de cine y televisión con la comida como protagonista, con sexo o no de por medio, no serían lo mismo. Porque obviamente Leonor no necesitaría ese delantal para preparar un batido de Soylent.

Imagen | PopSci.

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