Cada vez estamos más seguros de que las cosas en Marte son bastante diferentes que en la Tierra. Sabemos que la atmósfera es distinta, sus auroras y sus suelos también, pero lo que dice la física es que nuestros ojos azules no lo serían en Marte.
Es algo bastante curioso pero que tiene toda la lógica, e incluso puede que alguno ya intuyáis por qué ocurriría esto. El hecho de que al ir a Marte a Matt Damon no le habríamos visto los ojos azules como en 'The Martian' depende de las propiedades del color en sí y de la verdadera razón por la que vemos los ojos azules, en toda su variabilidad. La verdad es que es un color de ojos que tiene su truco, como no ocurre con los marrones, los verdes y otros tonos intermedios.
Un color de ojos "postizo"
De manera estrica, el color de nuestros ojos depende de nuestro genoma, nuestro ADN, que condiciona qué proteínas producimos y al final hace las veces de DNI (y un poco de Libro de familia, para los que lo conocieron). Existe la creencia de que nuestro color es algo así como una mezcla del de nuestros padres, pero en realidad hay muchos factores (la dominancia de los genes, las fisuras aleatorias del iris durante el desarrollo fetal, etc.) que no se puede aplicar una lógica tan fácil y directa.
Hablando de las proteínas que expresamos por nuestro ADN, la responsable del color de los ojos es la melanina. La cantidad y reparto de la misma en nuestro iris condiciona el color, de ahí que en el caso del ser humano los bebés tengan los ojos azules o grises al nacer y con el tiempo se puedan volver marrones o de otro color, a medida que los melanocitos (células productoras de melanina, aunque hay otras células que tienen pigmentos en este tejido como podemos ver en este vídeo sobre la histología del iris) se desarrollan y sintetizan este pigmento.
Así, el que tengamos un color u otro depende de la cantidad y el tipo de melanina que se produzca en esta zona: los ojos marrones tienen grandes cantidades de melanina, mientras que los verdes y azules tienen menos (sobre todo los tonos claros). Pero con los ojos azules y su baja cantidad de melanina hay truco, por lo siguiente: si no hay pigmento azul ni algo que dé color a los ojos, ¿por qué vemos los ojos de color azul?
La capacidad de ver los colores existe porque depende de cómo los objetos absorben y reflejan la luz, siendo el color que percibimos la luz que sale rebotada de los mismos. La luz es una onda, por ende a cada color le corresponde una longitud de onda y las células de la retina (los conos) están diseñadas para estimularse y transmitir una información según este parámetro, de manera que si un objeto es azul es porque ha rebotado esa longitud de onda a nuestros ojos.
¿Qué es lo que vemos, entonces, en un iris azul? El azul que vemos se debe al efecto Tyndall, el cual describe la dispersión que ocurre cuando la luz atraviesa ciertas superficies (una suspensión coloidal o el estroma de nuestro ojo), produciéndose una nube de color azul. El cielo es azul porque las longitudes de onda de mayor energía y más cortas (hablando de los colores, el azul y el violeta) tienden a dispersarse, y aunque no es por este efecto exactamente (ahora recordaremos por qué), es muy parecido.
Es por ello que, como dicen en el Instituto Oftalmológico Fernández-Vega, lo de decir que unos ojos son “azules como el cielo” no puede ser más correcta, dado que el azul se debe procesos parecidos. De este modo, el color azul del iris se debe a que sin pigmentos (o con poca cantidad) se reflejan las ondas con longitud de onda más corta, es decir, las azules.
Los ojos en Marte
Viendo que los ojos azules en la Tierra lo son, a grandes rasgos, igual como nuestro cielo es azul, hemos de trasladarnos a las condiciones del Planeta Rojo. En Marte vimos que sus cielos llevan la contraria a los de la Tierra: allí tienen atardeceres azules y días rojizos, mientras que aquí ocurre de manera opuesta.
Como en esa ocasión explicamos, y como explica la NASA muy sencillamente, el color azul se debe a la dispersión de la luz blanca del Sol. En la Tierra, la atmósfera es relativamente densa y se produce la dispersión de Rayleigh, por el que las longitudes de ondas cortas (las azules) tienden a dispersarse mucho más que las rojizas, de modo que cuando el Sol está cerca del horizonte la luz azul ya ha sido dispersada y es cuando vemos los naranjas-rojos.
En Marte hay una atmósfera mucho menos concentrada, la dispersión de Rayleigh se da en bastante menor medida y su superficie sea mucho más seca y polvorosa. Esta atmósfera suele estar invadida de finas y numerosas partículas de polvo, las cuales tienen un tamaño más cercano al de la longitud de onda de la luz visible, y entra en juego la dispersión de Mie, la cual ocasiona que las longitudes de onda largas (rojos) se dispersen más uniformemente.
En Marte, por tanto, la luz en teoría tiene menos componente azul. Con menos componente azul, los ojos "azules" reflejarían las otras frecuencias, que en este caso serían las rojas-anaranjadas. De ahí que si logramos enviar a algún/a astronauta a Marte y aquí tiene los ojos azules, allí los tendría rojizos (al menos de día, y no cuando los rojos se diluyen por la tarde).
De hecho, aquí en la Tierra se puede representar lo que pasaría en Marte con una luz artificial (no solar) sin componente azul, como aclaran aquí la física Gloria García-Cuadrado en su cuenta de Twitter @ciencia__infusa, al hablar de esta curiosidad marciana. Otra que sumar a un color de ojos que suele llamar la atención al ser minoritario, y que curiosamente persiste pese a considerarse algo poco adaptativo y el hecho de que todas las personas con ojos azules tienen, al parecer, un único antecedente común.
Ver 22 comentarios