La comodidad en los vuelos es algo cada vez más atendido (pagando o no un plus) y para ello desde hace tiempo las compañías aéreas hacen por disponer de una selección muy variada de comidas y bebidas que el pasajero puede pedir durante el viaje. El menú poco a poco es más variado para contentar a un mayor número de gente incluyendo distintos tipos de cafés y bebidas alcohólicas, pero de momento hay un sector desatendido: los de las cañas, las pintas y la cerveza de grifo en general.
Se trata de algo más que una cuestión de espacio, porque ya en primer lugar es francamente difícil imaginar un sistema para servir cerveza de barril viendo lo diminuto de esos carritos y esas cocinas. Pero además está el hecho de que que haya unas leyes por encima de las humanas que condicionen tanto el sabor, como el resultado final como la seguridad: las de la física. Pese a esto, ¿es posible servir cerveza de barril durante un vuelo? Parece que sí, según leemos en Quartz.
Si falta presión, se añade y ya está
Como cabría imaginar, la idea de intentar poner este servicio viene de la mano de una compañía aérea y un fabricante de cerveza, concretamente las holandesas KLM y Heineken. La idea: que se pueda servir cerveza de tirador en los vuelos hasta Rio de Janeiro durante los Juegos Olímpicos que acontecerán el próximo mes.
Para lograrlo, como decíamos, tienen que afrontar dos problemas: la cerveza resultante y la seguridad. El sistema para servir la cerveza de barril con tirador se basa en el uso de un tanque de dióxido de carbono, el cual comunicado al barril empuja a la cerveza para que salga por el tirador. Eso sí, para refrescarla es necesario un sistema de enfriamiento, que enfría la cerveza haciendo que pase por un tubo enrollado largo y fino (y suele ocupar también bastante al llevar una cuba de agua).
En tierra firme, este sistema permite que en nuestro recipiente quede la bebida con su mayor o menor tope espumoso, pero no ocurre lo mismo si estamos a unos 10.000 metros de altura, donde la presión atmosférica es mucho menor. El resultado: jarras y jarras de espuma. Además, lo preocupante es que si hubiese una fisura o una válvula en mal estado el tanque de compresión saltaría por los aires.
Lo que ha hecho la cervecera holandesa es desarrollar un nuevo dispensador que proporciona la presión necesaria para que lo que obtengamos no sea una jarra con un 100% de espuma, sino que el contenido mayoritario sea cerveza. Este sistema además, a diferencia de los convencionales, almacena la cerveza en una bolsa de plástico. En principio parece sencillo y efectivo, pero no es oro todo lo que reduce, por muy dorado que sea el líquido.
Ni igual de fría ni igual de sabrosa
Hay un factor importante que el novedoso sistema no aporta: la refrigeración. Explica su diseñador, Edwin Griffoen, que por cuestiones de espacio este sistema se tuvo que dejar a parte. De este modo, la cerveza se carga fría en el aeropuerto de Amsterdam pero va calentándose a medida que pasan las horas de vuelo.
A esta ausencia de la temperatura deseada, hay que sumar que en cuestión del sabor no depende todo de la cerveza o de la cantidad de espuma que tenga. Ya vimos hace años en Xataka Ciencia que el hecho de estar a esas alturas influye en nuestros sentidos del olfato y el gusto (y el oído). La baja humedad reseca la nariz y la bajada de presión hace que un tercio de nuestras papilas gustativas estén menos activas.
Por todo ello es un reto desde hace años para los fabricantes servir así la cerveza (algo que probablemente tendrá su demanda), y ésta es la solución que estas dos empresas van a llevar a cabo de momento. Veremos qué opinan los primeros catadores en breve de la cerveza tirada a kilómetros de altura, y cómo afrontan tanto el aparato como quienes estén sirviendo las cervezas algunos fenómenos habituales como las turbulencias.
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