Si tienes vértigo, esto, créeme, no va contigo. En Arouca, una pequeña localidad del norte de Portugal, situada a una hora y media en coche de Oporto y a dos horas de Galicia, han construido una infraestructura de récord: un puente peatonal colgante de 516 metros de longitud que se alza a 175 m de altura, una altura similar a la que alcanza la Sagrada Familia de Barcelona.
Su cinta inaugural se cortó hace solo unos meses, a finales de abril. Y aunque la ceremonia coincidió en plena pandemia de COVID-19 el puente se ha convertido ya, por méritos propios, en uno de los grandes reclamos turísticos de la región de Aveiro. Los visitantes que se atreven con sus 175 metros de altura pueden disfrutar de unas vistas privilegiadas del geoparque de Arouca, reconocido por la UNESCO, y el río Paiva. Con su estreno, Portugal se hace con el lugar en el Guinness de los Récords que hasta ahora ostentaba el Charles Kuonen Suspension Bridge de Suiza, otra estructura no apta para cardiacos ni personas aquejadas vértigo que alcanza los 494 metros.
Tres años de obras y una inversión millonaria
Para dar forma al puente, las autoridades de Arouca echaron mano del talento patrio y ficharon al arquitecto Filipe Bandeira, quien ha ideado una estructura colgante formada por hexágonos. Darle forma sobre la garganta del río Paiva exigió tres años de obras y una inversión global que alcanza —según los datos que maneja la agencia EFE— los 2,3 millones de euros.
Como colofón a esa compleja labor de ingeniería, su inauguración, el 29 de abril, se celebró por todo lo alto y con sorpresa incluida, una que lo convirtió casi en una pasarela de moda única: las primeras en pasar por la estructura fueron las modelos de la Portugal Fashion, que desfilaron ataviadas con prendas de la colección de otoño-invierno de 2021-2022 de la marca Marqués de Almeida.
Bastante menos original es el nombre que han escogido para el puente: 516 Arouca, una combinación de la longitud de la infraestructura y de la localidad por la que transcurre. Según detalla su web oficial, está compuesto de barandillas y cables de acero, con una luz de 516 metros, 1,2 m de ancho y 175 de altura. A modo de suelo, sus creadores optaron por una plataforma de rejilla metálica abierta que permite disfrutar de las impresionantes vistas del cauce del Paiva. Su estructura, detalla la agencia EFE, está formada por 127 módulos de aproximadamente cuatro metros. “Cada uno de los tableros funciona como una especie de cápsula independiente. De esta forma la sensación de seguridad y comodidad es mayor”, destacan sus responsables en la web 516arouca.
“Cuando se concibió el 516 Arouca, los elementos se suspendieron mediante juegos de solo dos colgadores (cables secundarios). Posteriormente, analizando el ancho del puente (1,2 m) se encontró que, si los usuarios se desplazaran, tendiendo a estar en el mismo lado, habría una inclinación considerable del tablero —detallan—. Si bien esta inclinación era limitada y las protecciones laterales garantizaban la seguridad de los usuarios, se podían generar situaciones de pánico”.
Ante ese riesgo y con el propósito de “minimizar” el efecto y hacer la experiencia más agradable, los ingenieros colocaron un nuevo sistema de colgadores que conectan la catenaria (cable principal) al lado opuesto del tablero. “Para evitar que estos nuevos cables interfirieran con el paso de los usuarios, se colocaron armazones en forma de arco superior para desviarlos”.
World's longest pedestrian suspension bridge is opening in #Portugal https://t.co/OtFbh6UtB8 via @CNNTravel
— Visit Portugal (@visitportugal) October 9, 2020
516 Arouca, so called because it's 516 meters long, in the town of Arouca and the latest adventure offering in the Arouca Geopark, known for its extreme sports. #516Arouca pic.twitter.com/P39NY3fvOX
Para reforzar la estructura, los responsables del proyecto levantaron pilares e instalaron cables de acero que penetran el macizo rocoso y se fijan en el extremo mediante un bulbo de cemento. El objetivo: “Soportar las fuerzas ejercidas sobre las catenarias (cables principales)”.
Si quieres probar en tus carnes la sensación de pasear sobre las aguas del río Paiva a más o menos la altura que tiene la Sagrada Familia, todo sobre una estructura colgante de acero con un vano de más de medio kilómetro, tienes que saber que hay que comprar la entrada por adelantado —el pase para adultos cuesta 12 euros— y no puedes ir con niños de menos de seis años. Por supuesto, también hay aforo. En cada horario de visita pueden agruparse un máximo de 70 personas.
Si te quedas con ganas de más, siempre puedes recorrer como broche de oro las Pasarelas de Paiva, otra maravilla de la ingeniería. Esta, eso sí, apta para gente con vértigo.
Imágenes | Luis Ascenso (Flickr)
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