En Xataka todos los editores somos unos enamorados del cacharro Segway, así que cuando nos llegó una invitación para probar el nuevo modelo Segway PT en Madrid no dudamos ni un momento: que se monte otro no vaya a ser que nos caigamos. Bueno, no fue exactamente así. Más bien nos morimos de envidia porque nos era imposible llegar a Madrid a tiempo de la presentación y demostración, así que mandamos a nuestro intrépido reportero, Consultor Anónimo, que al principio no estaba muy convencido pero ahora nos demuestra en su excelente crónica que se lo pasó en grande. Para la próxima seguro que estaremos por ahí.
Ahora os dejamos con el análisis de Raúl para Xataka.com.
Segway es un concepto curioso. Yo había visto por la televisión cómo unos americanos montaban en un artilugio con aspecto futurista que prometía revolucionar el transporte personal. También a algunos policías patrullando en Segway, o a personal del aeropuerto de Barajas yendo de un lado a otro de la T4. Por ver, incluso había visto al presidente George W. Bush dándose un castañazo. Pero nunca había podido ver uno de cerca ni, mucho menos, subir en uno de ellos.
La oportunidad vino en el pase de prensa que Segway España convocó este miércoles por la mañana en Madrid para presentar su nueva gama de Segway PT. Tras unas amenas exposiciones por parte tanto de Claude LeBond (Vicepresidente de negocios internacionales de Segway Inc. y, como tal, máximo responsable internacional de Segway) como Francesc Llorens (Director General de Segway España) y Pere Llorens (Director Técnico de Segway España), los presentes en el acto pudimos salir al madrileño Paseo de la Castellana a probar varios de los nuevos Segway ante la sorprendida mirada de los viandantes.
Vaya por delante una breve aclaración personal: soy sumamente precavido respecto a cualquier "chisme" que se mueva. Un "cagueta" en términos castizos, vamos. Nunca he esquiado, ni me he subido en un monopatín. La única vez que fui a patinar sobre hielo no me solté de la barra más de un segundo seguido. Por lo tanto, esperaba el momento de subirme al Segway con cierta aprensión que, viendo los comentarios de la gente de alrededor, era compartida: "¿y si me caigo?" "¿pero ese chisme cómo puede sostenerse sobre dos ruedas?" "¿y si vuelca?".
Aun así, supervisado por usuarios expertos de Segway (miembros de la compañía, distribuidores en algunas provincias, organizadores de rutas turísticas) y no sin antes respirar profundamente, puse mi pié en la plataforma. Primera sorpresa: subirse en el Segway es tan fácil como subir un escalón. No se mueve, no se escapa bajo tus pies, no se inclina: permanece perfectamente estable. Una vez arriba, el manillar es el único mando que hay que utilizar: si uno se inclina ligeramente hacia adelante (no hay que empujar el manillar, sino inclinar el cuerpo de forma casi imperceptible), el Segway se empieza a mover, despacito despacito. Si uno se inclina ligeramente hacia atrás, el Segway se frena lentamente hasta estabilizarse y, potencialmente, empieza a ir marcha atrás. Si uno inclina el manillar hacia la izquierda, el Segway rota sobre sí mismo hacia ese lado, y si es a la derecha, pues a la derecha. Y ya está. No hay más. Hasta para un torpe redomado como yo, dos minutos son suficientes como para hacerse con la situación, dejar atrás la inseguridad y empezar a desplazarse tranquilamente unos metros hacia adelante, girar, volver al lugar de origen, frenar o quedarse parado mientras charla con alguien al lado. Sin un sólo ruido, además, gracias a sus motores eléctricos. Parece que uno se desliza por arte de magia.
Eso es, quizás, lo que más me ha sorprendido del Segway y lo que más relevante me parece. Por encima de la tecnología que tiene incorporada, el Segway es un aparato intuitivo y fácil de utilizar para el objetivo que promete: desplazarse. La tecnología está puesta al servicio de la funcionalidad. En las charlas previas y en la documentación anexa se habla de los 5 giroscopios, de las 100 veces por segundo que el sistema calcula la posición del cuerpo para adaptar el funcionamiento del Segway, de las dos ruedas que funcionan con motores independientes, de la redundancia del sistema con dos placas para asegurar el perfecto funcionamiento en caso de problemas en una de ella, del sistema de suspensión neumática que permite girar con el manillar, de sus 47 kilos de peso, de los 48 kilómetros de autonomía o de las 8 horas de carga completa de la batería de ion-litio... todas esas son cosas que están en los catálogos y en las webs. Pero para entender qué significa todo eso, hace falta subirse en uno: inmediatamente se olvida uno de los detalles técnicos y simplemente disfruta de la experiencia.
Por supuesto, como en todo, hay una curva de aprendizaje. Era sorprendente ver a los usuarios avanzados del Segway subiendo y bajando bordillos con total tranquilidad, haciendo pequeños derrapes, pasando por zonas de firme irregular o corriendo a velocidades cercanas a los 20 km/h (el Segway tiene una modalidad "para principiantes" en la que la velocidad está limitada a 8 km/h). Y eso con el modelo i2, adaptado para la ciudad. Porque Segway pondrá en el mercado otro modelo, el x2, con ruedas "todo terreno" apto para desplazarse por la arena de la playa, por el campo, por el monte...
Por cierto, una nota adicional respecto a la usabilidad: el Segway es fácilmente transportable cuando uno se baja de él, ya que reacciona a los movimientos de la plataforma (por ejemplo, si impulsamos levemente el manillar hacia adelante) como si estuviéramos encima, pero con la salvedad de tener tanto la velocidad de avance como de giro limitada para evitar sustos. Así, es fácil desplazarnos "empujándolo", o subir/bajar escaleras a pesar de sus casi 50 kilos de peso.
Además de incorporar algunos interesantes avances tecnológicos respecto a la anterior versión, la nueva gama de Segway ha mejorado notablemente el aspecto estético y funcional del diseño. Ya demostraron con la máquina anterior que el concepto funcionaba, y ahora se trata de hacerlo más atractivo. Por ello, además del diseño básico (en dos colores del manillar, blanco esmaltado y negro anodizado) ha elaborado distintas versiones del producto diseñadas a medida para algunos segmentos y usos específicos, y también facilita la posibilidad de adquirir una serie de productos complementarios (maletines, bolsas, alfombrillas, caballetes, lámparas, etc.) que pueden ayudar a personalizar el equipo.
La seguridad es uno de los aspectos que más preocupa a un potencial usuario de Segway, y desde la compañía se encargan de tranquilizarle con una nueva avalancha de datos técnicos: la modalidad para principiantes, la estabilización dinámica, el apagado de emergencia en caso de detección de algún problema técnico, la imposibilidad de realizar movimientos bruscos... pero de nuevo, el factor relevante llega con la prueba: y es que subido encima del Segway uno no percibe inseguridad ninguna. El aparato responde de forma suave a cada movimiento, y uno es capaz de interactuar con otros ocupantes de la vía (peatones, ciclistas, etc.) con total control sobre él. Como digo, uno no percibe mayor inseguridad (para sí o para otros) que la que pueda derivarse de ir andando.
¿Puedo llevar mi Segway por la calle? Esa es otra pregunta interesante. ¿Es un vehículo? ¿Necesito algún permiso? ¿Tengo que llevar seguros? Lo cierto es que la situación legal del Segway está todavía por definir en muchos sitios. Hasta ahora, el proceso en los distintos países donde Segway está presente se encuentra en distintas fases de estudio y experimentación (incluyendo la autorización definitiva en algunos países) para valorar dónde y cómo puede ser utilizado, aunque desde la Comisión Europea se transmite un mensaje claro: el Segway en ningún caso se equiparará a un vehículo, sino que su situación será asimilable a peatones y/o bicicletas. Es decir, ni permisos ni seguros obligatorios (si bien un seguro de responsabilidad civil nunca viene mal, por lo que pueda pasar), posibilidad de circular por aceras y carril-bici... En España, Segway está en avanzadas conversaciones con la Dirección General de Tráfico para que ésta ponga en marcha una normativa específica para Segway (es decir, que no se incluirá en las regulaciones vigentes sino que se hará una nueva adaptada a sus características) que se espera que fructifiquen pronto.
¿Cuál es el futuro del Segway? Complicada pregunta. En España actualmente hay 750 unidades (24.000 en todo el mundo, de las que aproximadamente 2/3 están en Estados Unidos), y se espera que en 2007 se llegue a cuatriplicar esa cifra. Aparte del mercado de particulares ("urban commuter") que supone entorno al 60% de la facturación, los responsables de Segway están trabajando en distintos colectivos que pueden encontrar en Segway una interesante ayuda: policías, empresas de seguridad (para la vigilancia en centros comerciales o parkings) o campos de golf (al parecer, un Segway es menos agresivo para el campo de lo que lo es un carrito tradicional). Para ello, a sus modelos básicos está añadiéndoles bastantes opciones de configuración (bolsas accesorias, etc.) que se adapten a cada uno de esos colectivos. Y, como ya he comentado arriba, desde el punto de vista del usuario, es un aparato tremendamente intuitivo y sencillo de utilizar.
Pero Segway se enfrenta a algunas barreras que pueden complicar su implantación:
- ¿Para qué lo voy a utilizar?. Desde Segway dicen que es un aparato ideal para "distancias que son demasiado largas para hacer andando, pero demasiado cortas para usar el coche". Es cierto que muchos de nuestros desplazamientos podrían entrar en esa categoría. Pero es que, además de la distancia a recorrer, hay otros factores a tener en cuenta que determinarán su usabilidad. El Segway es un aparato de uso individual, lo cual lo invalida para los desplazamientos de varias personas (salvo que cada una tenga un Segway, claro), incluyendo bebés. También es un aparato con capacidad de carga limitada (aunque con los accesorios pueda mejorar un poco) por lo que utilizarlo para "hacer recados" dependerá de qué recados tengamos que hacer. Y luego está el aspecto de la seguridad; aunque el Segway tenga un sistema de bloqueo de las ruedas que dificulta mucho mover sus 47 kilos para un potencial "amigo de lo ajeno", o un sistema de alarma incorporado que avisa al propietario (en su mando multifunción inalámbrico) de que alguien está tocando su precioso Segway, parece evidente que lo ideal no es dejar el Segway solo en la acera. De hecho, los responsables de la empresa consideran que lo ideal es que el Segway vaya contigo adonde vayas: que lo subas a la oficina, lo metas en el ascensor o entres en las tiendas con él. Pero, hoy por hoy, se me hace complicado que en muchos sitios te dejaran entrar con algo así...
Así que si de los muchos desplazamientos que por distancia serían ideales para el Segway quitamos aquellos en los que vayamos con más gente, tengamos que transportar cosas de determinado volumen/peso o tengamos que ausentarnos durante un buen rato de su lado, quizás nos quedemos con pocas oportunidades de utilizarlo.
¿Y no me voy a caer? Ya he comentado que ese miedo lo tenía yo y lo tenían casi todos los asistentes al evento. Y lo tendrá cualquiera que no lo haya probado. Segway es un concepto nuevo, diferente, difícilmente asimilable a otras experiencias de movilidad que nadie haya tenido y basado en una tecnología a la que la gente no está habituada. Por lo tanto, mientras no haya prueba de por medio, es difícil que la gente se plantee usar uno o que se lance a comprarlo. Supongo que será parecido a lo que sucediera cuando alguien apareció por primera vez con una bicicleta, o con uno de los primeros coches. Y para que el público en general pueda hacerse idea de lo que es, hará falta tiempo.
¿Me mirarán raro? Sí, definitivamente sí. En una cultura como la nuestra, con un sentido del ridículo bastante más desarrollado que en los Estados Unidos, el Segway llama poderosamente la atención. No importa si son cuatro a la vez y si puedes decir que estás haciendo una "demostración para la prensa". Pero seguro que si uno baja a comprar el pan o si va a la oficina montado en uno, será automáticamente catalogado como "el rarito". Claro que a muchos "geeks" no es algo que les preocupe, peeeero....
¿Y dónde lo guardo? Realmente el Segway no es especialmente voluminoso, no ocupa mucho más espacio que el que ocuparía una persona y desde luego está al nivel de otros "chismes" que están al alcance de cualquiera (como aparatos de gimnasia, carritos de niño, etc.). Según la nota de prensa, "se puede guardar en el maletero de un coche o llevar plegado en transportes públicos". Pero no deja de ser un aparato al que hay que hacerle sitio, y que no puede esconder demasiado ya que se supone que es de "uso habitual". Será que yo pienso en mi casa y no se me ocurre dónde meterlo, pero también es verdad que mi casa es un piso pequeñito. Si tuviera una casa grande, me preocuparía menos.
¿Y cuánto cuesta? La pregunta del millón. Y nunca mejor dicho. Posiblemente el Segway fuese un capricho que, a pesar de todo lo anterior, bastante gente estuviese dispuesta a darse la oportunidad de probar a tener uno por un módico precio. Pero el modelo básico del Segway cuesta 5.795 + IVA, que es un precio suficientemente alto como para que nos pensemos dos (y tres, y cuatro) veces si le vamos a sacar partido suficiente. Estoy hablando de particulares, claro. Para algunas empresas (como las que mencionaba antes) el precio es un factor menos relevante, y su usabilidad probablemente más evidente.
En definitiva: visto como un "gadget" es algo que verdaderamente merece la pena probar. Es sorprendente, fascinante. Recomiendo a todo el que pueda que pase por la experiencia de subirse a uno (cada vez son más habituales las rutas turísticas en ciudades como Madrid, Barcelona, Sevilla, Alicante... a bordo de un Segway, así que cada vez serán más accesibles), porque desde fuera es difícil explicar las sensaciones. Ahora bien, como producto de consumo, tengo más dudas sobre si conseguirá una implantación exitosa en un volumen relevante de la población. Como "juguete", Segway es fantástico (aunque caro). Como "medio de transporte", sólo el tiempo lo dirá.