El rápido avance de los talibanes para hacerse con el poder en Afganistán ha sorprendido a Occidente, pero lo cierto es que esta victoria se ha estado cocinando a fuego lento en los últimos 20 años con ingredientes como el abuso de poder y la corrupción de las autoridades afganas y el abandono de las zonas rurales -cuya población compone el grueso de las milicias talibanes-, según explica El País, y, también, el cada vez mayor uso de la tecnología por parte de las guerrillas insurgentes.
La relación de los talibanes con la tecnología ha cambiado sustancialmente en las dos últimas décadas. El régimen que derribaron los Estados Unidos y la Alianza del Norte -milicias afganas contrarías a los fundamentalistas- en 2001 se oponía frontalmente a su uso, con duros castigos contra las personas que la utilizasen. Ahora, sin embargo, tienen una web traducida a cinco idiomas diferentes, cuentas en varias redes sociales, muchos de los milicianos que participaron en la toma de Kabul llevaban smartphones en sus bolsillos, según informan diversos medios sobre el terreno, se tomaron selfies tras hacerse con el control de la capital afgana y su portavoz eligió Twitter para comunicar la conquista de la ciudad al mundo.
Este cambio de mentalidad tiene una base fundamentalmente práctica: los talibanes han pasado de considerar la tecnología una herramienta que corrompe la moral de los buenos musulmanes a una poderosa arma de propaganda y organización que les ha ayudado a difundir sus mensajes, reclutar soldados, sumar recursos y, a la postre, volver al poder con una velocidad pasmosa tras la retirada de los Estados Unidos de su territorio.
Ese cambio de parecer se produjo pronto, pocos años después de que los talibanes perdiesen el poder, propiciado por la influencia de Al Qaeda y, en buena medida, por la necesidad de utilizar la tecnología en la guerra de guerrillas que llevan haciendo desde hace 20 años. Un estudio de la Universidad de Qatar ya advertía del uso de las tecnologías de la comunicación como arma por parte de Al Qaeda y los talibanes en 2011.
“Los talibanes se han visto obligados a adoptar las nuevas tecnologías de la comunicación para poder llegar a audiencias masivas. Así, lo que era visto como una maldición hace unos años, una obra del diablo, se ha convertido ahora en una nueva forma de promocionar y nutrir sus ideales”, señala el estudio.
Así, para 2016 la agencia de noticias France Press informaba de que los talibanes contaban con una página web para su oficina de prensa traducida a cinco idiomas, cuentas de Twitter y Facebook y difundían mensajes de texto a través de teléfonos móviles con su propaganda. Incluso llegaron a lanzar una aplicación propia, denominada Alemarah App, en la que colgaban comunicados y vídeos en los que cargaban contra el gobierno afgano y las fuerzas internacionales presentes en el país e informaban de su actividad clandestina.
Las redes sociales en la ofensiva
Lo que comenzó como una necesidad para difundir su propaganda se ha transformado, durante la ofensiva relámpago de las últimas semanas, en una poderosa baza estratégica para coordinar el ataque, lo que ha hecho que las redes sociales hayan sido muy criticadas por permitir que los insurgentes las hayan utilizado con fines militares y políticos.
The Whasington Free Beacon informó hace unos días de que los insurgentes estaban difundiendo números asociados a cuentas de WhatsApp para que los soldados y oficiales gubernamentales negociasen su rendición. Asimismo, la aplicación de mensajería instantánea también ha sido utilizada por los talibanes para enviar comunicados de forma masiva a la población local conforme avanzaban en su ofensiva. Todo esto hace sospechar que también podría haber sido utilizada para coordinar sus operaciones militares, aunque esto último no ha podido ser confirmado.
Facebook, propietaria de WhatsApp, prohibió este martes de forma oficial las cuentas que sean propiedad o apoyen a los talibanes, según informó en un comunicado, por lo que si sus sistemas detectan mensajes o cuentas que defienden o promueven sus acciones son eliminados. Sin embargo, hasta esta semana podían usar todos esos canales siempre que no compartiesen contenido violento o que fuesen contra las normas de uso de los de Zuckerberg.
Además, un portavoz de la app de mensajería instantánea reconoció hace pocos días a Vice que el cifrado de extremo a extremo de la aplicación dificulta esa labor y facilita que los fundamentalistas puedan seguir usándola para comunicarse.
Twitter, plataforma que lleva siendo utilizada desde hace años por los talibanes, no tiene una postura oficial para con los rebeldes. Según explicó un portavoz de la red social a The Verge, se limitan a moderar el contenido que viola las reglas existentes contra la violencia o la manipulación. Motivo por el que algunos líderes talibanes han podido usar la plataforma para difundir mensajes sobre su avance.
YouTube, por su parte, ha informado de que cancela todas las cuentas que creen vinculadas a los talibanes una vez tienen sospechas de que les pertenecen.
Tecnología sólo para el poder
A pesar de que los talibanes han cambiado de opinión con respecto al uso de la tecnología para sus fines políticos y propagandísticos, no parece que vayan a hacerlo para su utilización cotidiana por parte de la población que ha caído bajo su dominio. The Washington Post informa de que los teléfonos móviles han sido prohibidos por completo a las mujeres en los territorios que los insurgentes han ido conquistando, aunque también señala que estas restricciones varían por regiones, ya que cada comandante local establece sus propias reglas en función de los vínculos étnicos y la política local.
Pero la censura de la tecnología no sólo viene del poder recién establecido, sino que los propios afganos se apresuran a borrar su vida en la red y a usar el teléfono móvil lo menos posible por miedo a que los talibanes rastreen esa información y la usen para tomar represalias, según informa Wired.
Y es que los talibanes ya han demostrado con anterioridad que son capaces de usar la información digital para tomar represalias contra los afganos. En 2016 mataron a 12 pasajeros de un autobús tras exigirles que escanearan sus huellas dactilares en un dispositivo biométrico y comprobar que coincidían con las de la base de datos de trabajadores de las fuerzas de seguridad gubernamentales. También se cree que han podido usar Facebook desde hace años para identificar a la población local que ha colaborado con el ejército estadounidense o las distintas ONG que trabajan en la zona.
Los portavoces oficiales de los talibanes, sin embargo, han estado difundiendo mensajes de calma en los últimos días, conforme sus tropas avanzaban hacia Kabul. Y en su primera rueda de prensa tras hacerse con el poder en la práctica totalidad de Afganistán, anunciaron una amnistía general y que respetarían los derechos de las mujeres, aunque, eso sí, siempre en el marco de la Sharia o ley islámica. Sin embargo, no dieron más detalles al respecto.
Imagen 1 | Archivo Nacional de los Estados Unidos
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