Micerino, o Menkaura, fue un faraón de la cuarta dinastía de Egipto, conocido por llevar su nombre la tercera y más pequeña de las tres principales pirámides de Guiza. Ahora la construcción que mandó erigir como su tumba en el siglo XXVI a.e.c. se encuentra en el centro de una polémica.
El “proyecto del siglo”. Un equipo internacional formado por arqueólogos egipcios y japoneses ha acometido una polémica obra de restauración en la pirámide de Micerino, en la necrópolis de Guiza. El proyecto fue anunciado por Mostafa Waziry, secretario general del Consejo Supremo de Antigüedades de Egipto.
A diferencia de las pirámides de Keops (o Jufu) y Kefrén (o Jafra), cuyos revestimientos estaban formados a partir de piedras calizas, la de Micerinos estaba cubierta de granito. El proyecto busca ahora recubrir de este granito la estructura de la pirámide.
Se desconoce qué ocurrió con los bloques que recubrían la pirámide, pero la hipótesis de partida es que permanecieron en su lugar hasta la edad media y que ahora se encuentran perdidos en las inmediaciones de la pirámide.
Algunos han recordado la también polémica restauración de la mezquita de Abu al-Abbas al-Mursi, en Alejandría. Este templo del siglo XV fue reformado recientemente suscitando otra polémica por la restauración de sus techos.
Polémica servida. Para Waziri este es el “proyecto del siglo”, un “regalo de Egipto al mundo en el siglo XXI”. No puede decirse que el regalo haya sido bien acogido y la respuesta de muchos ha estado en el extremo opuesto al agradecimiento.
Las opiniones compiladas por la Agencia France Presse alternaban entre la incredulidad y la indignación, no sin cierta sorna. “¡Imposible!” exclamaba la egiptóloga Monica Hanna, que tildaba de “absurda” la gestión del patrimonio por parte de las autoridades egipcias.
Algunos han recordado la también polémica restauración de la mezquita de Abu al-Abbas al-Mursi, en Alejandría. Este templo del siglo XV
La tercera de las pirámides. La necrópolis de Guiza es uno de los parajes más conocidos de Egipto, si no el más famoso del país. Situado en los arrabales de El Cairo, los principales elementos de este complejo fueron edificados hace unos 4.500 años para honrar a tres sucesivos faraones de la cuarta dinastía, comenzando por Keops y finalizando por su nieto Micerinos.
La construcción de este complejo ha estado históricamente envuelta en cierto misterio aunque cada día tenemos una idea más precisa de cómo lograron levantar estas moles de caliza los antiguos moradores de la rivera del Nilo. Un misterio que a menudo ha dado pie a interpretaciones de lo más variado, muchas de ellas protagonizadas por alienígenas.
Pero los egipcios no necesitaron ayuda extraterrestre para erigir estas tumbas: probablemente se valieron del río y de canales para transportar materiales y de geometría básica y de la posición del Sol para alinear sus construcciones. Y de mucha mano de obra, no toda ella esclava como suele asumirse a menudo.
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