Hasta hace unos días el de Wu Zhe era un nombre anónimo más en la vasta nómina de científicos del aún más vasto árbol burocrático conformado por las universidades y demás organismos de investigación chinos. Alguna referencia en webs académicas, su firma en artículos en los que comparte coautoría, menciones de pasada en la prensa y el perfil personal que le dedica la Universidad de Beihang, en Pekín, donde ejerce como profesor. Poco más. Para Google casi tenía más relevancia una Wu Zhe que se describe como autora de webnovelas.
Eso hasta hace unos días, claro.
Ahora Wu Zhe protagoniza titulares en medios del alcance de The Times, Newsweek o The New York Times, casi siempre en torno a la misma cuestión —la pregunta de ¿Quién es Wu?— y ligado a la que probablemente haya sido una de las polémicas más hollywoodienses desde los lejanos tiempos de la Guerra Fría: la de los supuestos globos espía chinos que sobrevuelan América… y sus derivadas.
Para entender por qué Wu ha emergido del anonimato para escalar a los titulares de la prensa internacional, y no como un académico más, sino por el alcance de sus estudios, hace falta pintar antes el telón de fondo... uno con globos y "OVNIs".
Recapitulemos.
La inesperada popularidad del profesor Wu
Hace unas semanas, a principios de mes, el Pentágono salió a la palestra para trasladar un mensaje poco ortodoxo… y con tintes de ciencia ficción: EEUU había identificado lo que parecía un globo chino que sobrevolaba parte de su territorio, incluido Montana, donde el país tiene silos con armamento nuclear. Y lo peor de todo: lo hacía con fines de "vigilancia a gran altitud" —aka espionaje—, o al menos así lo aseguraban desde el Pentágono, por más que Pekín, que acabó reconociendo el aparato como suyo, insistiese en que su propósito era científico.
Aquello no gustó un pelo a las autoridades estadounidenses, que mantenían que el globo iba equipado con antenas capaces de interceptar señales de comunicaciones y acabó adoptando una medida drástica: derribarlo sobre el Atlántico.
La historia se complicaría aún más a lo largo de los días siguientes, con la aparición de un supuesto segundo globo sobre América Latina y el derribo de otros tres "objetos" no identificados en cuestión de días en Alaska, Yukón (Canadá) y el lago Huron. Si bien en el primer caso el Pentágono no tardó en señalar su origen chino y que el objetivo era la vigilancia, en los restantes actuó con cautela: se desconocía su procedencia y también cuál era su propósito, reconoció.
Semejante cadena de derribos y "OVNIs" alentó todo tipo de teorías, incluso, por supuesto, algunas tan improbables como un supuesto origen alienígena. El propio Pentágono se resistía a cerrarse puertas en sus intervenciones públicas.
“in 2007, #WuZhe, an aircraft design expert at #Beihang University, gave a lecture about the ‘#military value of #balloons.’…[Now] Wu & his business partner, a tech investor & exec named #WangDong, are at the center of a military-linked program….”
— Andrew Erickson 艾立信 (@AndrewSErickson) February 15, 2023
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Con el tiempo, sin embargo, se han puesto explicaciones más razonables sobre la mesa, como una posible relación con la basura que estamos dejando en los cielos o que, tras el avistamiento del primer globo, el NORAD haya detectado más objetos porque sencillamente ha empezado a escrutar el firmamento con mayor atención, ajustando su radar. Estaría "viendo" más porque busca con más detalle.
Con los días el propio John Kirby, de Seguridad Nacional, ha reconocido que Inteligencia valora como “teoría principal” que los tres últimos objetos podrían ser "globos vinculados a algún propósito comercial o benigno". Sí se mantiene una distinción con el primero, el supuesto aparato espía de origen chino.
¿Cuál es el papel de Wu Zhe en semejante escenario?
Para eso hay que asomarse al trabajo de Wu y otra de las decisiones adoptadas por EEUU tras el incidente con el primer globo, elementos ambos que han orientado el foco mediático hacia su nombre, si bien con cautelas. Washington no ha señalado al profesor Wu de forma directa, por su nombre, y el académico no ha contestado de momento a las solicitudes de medios como Newsweek o The New York Times.
Tras localizar el primer globo la Casa Blanca hizo algo más que movilizar sus cazas y derribarlo sobre las aguas del Atlántico. Su Oficina de Industria y Seguridad del Departamento de Comercio añadió seis empresas chinas a la "lista negra" de sanciones al considerar que "amenazan la seguridad nacional".
El motivo: su supuesto vínculo con los programas aeroespaciales del Ejército Popular de Liberación, incluidos globos y demás dispositivos empleados para "labores de inteligencia y reconocimiento" contrarios a sus intereses nacionales.
In 2019 Wu Zhe launched Cloud Chaser, an airship 330ft long that flew over the US. The King of the Sky Lantern strategy? @TheTimes #balloongate
— Pippa Malmgren (@DrPippaM) February 15, 2023
https://t.co/ColD5SoamL
Newsweek asegura que la clave es su suministro de aeronaves, globos y otros materiales relacionados con la "inteligencia y reconocimiento" militar chino. A efectos prácticos, figurar en la lista negra de Washington conlleva una serie de restricciones y que para obtener tecnología "made in USA" cualquiera de esas firmas necesitaba antes una autorización expresa de los EEUU.
Poco antes The Washington Post había publicado que EEUU no habría sido el único en ver cómo los supuestos globos de vigilancia chinos sobrevolaban sus cielos en áreas de interés estratégico y que algo similar había ocurrido en Japón, India o Vietnam. Es más, la administración de Biden asegura que EEUU solo ha podido detectar los vuelos tras revisar los datos almacenados. Ahora ha ajustado sus radares con el propósito precisamente de detectar más incursiones.
Que hasta ahora se prestase una escasa atención a los globos diseñados en China para recorrer largas distancias a gran altitud es, quizás, la mejor prueba de su capacidad para no levantar recelos entre los gobiernos extranjeros.
Al menos tres de las seis entidades que Washington sancionó por sus supuestos vínculos con el programa de vigilancia a gran altitud de Pekín —cinco empresas y un instituto de investigación, para ser más precisos— sí tenían un vínculo común, un nombre compartido: el de Wu Zhe, veterano profesor de la Universidad de Beihang, de 66 años, al que algunos miran ahora como uno de los cerebros que estaría detrás de la supuesta estrategia de vigilancia china con dirigibles.
Pero… ¿Por qué? ¿Quién es Wu Zhe? ¿Y qué estudia exactamente?
De Wu conocemos un par de someras pinceladas biográficas y algunas más sobre su perfil académico. Nació en la provincia de Shanxi, en febrero de 1957, y destaca como científico aeronáutico. Su trayectoria y méritos le han valido la distinción del premio Programa de Becarios Chang Jiang, de los más relevantes de China.
Se doctoró en el Instituto de Tecnología de Harbin en 1988 y en 1991 empezó a enseñar en la Universidad de Beihang, que aún hoy lo identifica como uno de sus docentes en su página web oficial. Tanto Harbin como Beihang habrían sufrido sanciones por parte de EEUU precisamente por su vinculación con el ejército.
Además de a la docencia, Wu ha ejercicio cargos de responsabilidad institucional, como el de director del Departamento de Diseño de Vehículos de Vuelo y Mecánica Aplicada o el de vicepresidente de la Universidad de Beihang. En 2004 decidió sin embargo renunciar al cargo y centrarse en la docencia y estudio científico.
“Las áreas de investigación del profesor Wu incluyen la configuración de aeronaves, la dispersión electromagnética y la tecnología de baja observación”, destacan desde la propia Universidad de Beihnag, que incide en sus “numerosas contribuciones” en las diferentes áreas académicas que ha abordado.
Parte de su atención se ha centrado en del espacio cercano, por debajo de los satélites en órbita. “Es una importante esfera de competencia entre las potencias del siglo XXI. Quien gane la ventaja en vehículos del espacio cercano podrá ganar más de la iniciativa en futuras guerras”, reflexionaba hace poco menos de un año Shi Hong, comentarista militar chino, a la agencia de noticias Xinhua.
Uno de los proyectos que ha hecho que el foco se centre en él, más allá de su vínculo con al menos tres de las seis entidades chinas que EEUU ha decidido sancionar, es una investigación de 2019 y que en su momento pasó desapercibida. Entonces el propio Wu contaba al periódico Southern Daily cómo su equipo había lanzado una aeronave no tripulada para que circunnavegara la Tierra.
Su nombre: Zhuiyunhao, el “cazador de nubes”, que se había puesto en marcha a finales de ese mismo julio para viajar a una altitud de 19.800 m a una velocidad horizontal de 30 pies por segundo, equivalente a algo más de 9 metros por segundo. El aparato medía alrededor de 90 metros y pesaba “toneladas”.
El propio Wu presumía ante las cámaras, con un mapa delante, de la singladura de su aeronave no tripulada, recorrido que —así lo reconocía él mismo— atravesaba el sur de EEUU y el norte de México. “Mira, ese punto rojo que rebota en el mapa es nuestro Zhuiyunhao”, presumía con el índice apoyado sobre la pantalla: “Mira, eso es América”. “Es la primera vez que una aeronave estratosférica controlada aerodinámicamente ha volado alrededor del mundo a 20.000 m”.
Entre sus posibles aplicaciones, se apuntaba las advertencias tempranas de desastres naturales, el control de la polución o la vigilancia aérea.
¿Y por qué recurrir a aparatos como Zhuiyunhao y no aviones convencionales o satélites? Su equipo aportaba entonces algunas claves. Por sus características, son capaces de operar más cerca del suelo que los satélites, transportan cargas útiles y se mueven en altitudes que les permiten una “observación a largo plazo” y lograr resoluciones más altas que las que ofrecería, por ejemplo, una sonda.
Los estudios publicados por Wu reflejan que, junto a sus colaboradores, lleva tiempo estudiando los desafíos que implican los globos de gran altitud, como la necesidad de emplear materiales capaces de soportar condiciones extremas.
En 2015 el diario People´s Daily resaltaba como Wu y su equipo habían alcanzado la hazaña de lanzar un globo en el norte de China que permaneció en el aire a más de 65.000 pies, alrededor de 19.800 m. The New York Times precisa que además de en el ámbito académico, Wu se lanzó a expandir su huella a nivel comercial.
The Wire China incluso va más allá y señala que en 2007 Wu llegó a dar una conferencia sobre el “valor militar de los globos” y que junto a uno de sus socios, Wang Dong, mantiene una red de compañías ligadas con tecnologías aeroespaciales y globos, algunas, asegura el medio, afiliadas con el ejército de China, si bien no han sido sancionadas por las autoridades de EEUU.
Washington no cita a Wu y tampoco concretó si alguna de las seis entidades relegadas a su “lista negra” están vinculadas con el dispositivo derribado sobre las aguas del Atlántico. Y, si bien su aeronave operó a una altitud similar a la del globo de vigilancia localizado en Estados Unidos, lo cierto es que no se han hecho públicas pruebas que vinculen uno y otro de una forma directa.
Como desliza TNYT, sin embargo, medios chinos, estudios y declaraciones de funcionarios sugieren que su rol pudo haber sido clave para los globos chinos.
Su nombre desde luego ha emergido del discreto mundo académico para adquirir una notoriedad inesperada por un tema más geopolítico que científico.
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