El único portaaviones de Rusia, el Almirante Kuznetsov, debería ser símbolo del poderío militar del país más grande del mundo. Sin embargo, lejos de ser una herramienta de disuasión, como el arsenal nuclear de 1.600 armas estratégicas o los misiles hipersónicos "Kinzhal", es un barco que parece haber caído en desgracia. Defectos de diseño, combustible sucio que acusa su presencia y accidentes.
Ahora, el Almirante Kuznetsov se encuentra fuera de servicio. Espera pacientemente en el 35º Astillero de Reparación en Murmansk, en el noroeste de Rusia, donde se someterá a una importante actualización que consiste en varias reparaciones, el reemplazo de sus calderas y parte de sus equipos. Si todo va bien volverá a navegar en 2024, pero, ¿por qué terminó allí y tiene tan mala reputación?
Almirante Kuznetsov, el barco "maldito"
El portaviones fue construido en la antigua RSS de Ucrania durante la década de los 80. Fue bautizado en 1985, pero entró en servicio en 1995, es que en medio de las pruebas finales y posterior certificación ocurrió la caída de la Unión Soviética. En agosto de 1991, la Ucrania independiente reclamó la propiedad del portaviones, pero permaneció en la flota soviética y más tarde pasó a formar parte de Rusia.
Con un desplazamiento aproximado a plena carga de 66.600 toneladas, una longitud de 270 metros, cañones automáticos rotativos de 30 mm AK-630, sistemas de defensa aérea Kashtan CIWS, misiles crucero P-700 Granit, misiles 3K95 Kinzhal, lanzacohetes UDAV-1, entre otras armas, el Almirante Kuznetsov tiene la misión de apoyar y defender submarinos estratégicos, barcos de superficie y aviones portamisiles navales.
Ha sido diseñado para albergar 24 aviones, principalmente cazas Su-33 Flanker D (tienen la capacidad de despegar sin catapultas) y MiG-29, y helicópteros Kamov Ka-27. Aunque, suele navegar con menos unidades, unos diez Su-33 y cinco MiG-29. Tiene 3 plataformas de lanzamiento sin catapultas, con 3 deflectores de aire que se levantan desde la cubierta. El portaaviones estadounidense USS Gerald R. Ford (CVN 78), por ejemplo, tiene capacidad para llevar unas 75 aeronaves.
A diferencia de la mayoría de las embarcaciones militares occidentales, que funcionan con turbinas de gas o reactores nucleares, el Almirante Kuznetsov cuenta con propulsión convencional, lo que no es convencional es el combustible que utiliza. Se trata de Mazut, un fuelóleo alquitranado de baja calidad que se utiliza en centrales eléctricas. Debido a sus características, es difícil de conseguir en países con normas ambientales estrictas, por lo que su producción y uso está limitado casi exclusivamente a Rusia, Kazajstán, Azerbaiyán y Turkmenistán.
Pero no todos los barcos rusos funcionan con Mazut. Además de su portaviones, los destructores de clase Sovremenny también navegan con este combustible considerado "aceite sucio". Por lo general, este tipo de embarcaciones deja una estela de humo negro a su paso, lo que suele despertar la curiosidad de algunas personas. De hecho, el exsecretario de Defensa británico, Michael Fallon, describió al portaviones como "el barco de la vergüenza” cuando navegaba cerca de las costas británicas en 2017.
El Almirante Kuznetsov también ha sido calificado como "de corazón débil", debido a los bajos estándares de construcción naval. De acuerdo a un artículo publicado en el sitio ruso VZ, los responsables del proyecto cometieron muchos errores, entre ellos la instalación de tuberías de mala calidad en las calderas, lo que limita la capacidad de las mismas.
No obstante, estas son solo algunas de las razones por la que el Almirante Kuznetsov tiene tan mala reputación. En 2009, con el objetivo de demostrar su resurgimiento militar, Rusia lo había enviado junto a otros barcos a navegar por diferentes partes del mundo, pero cuando estos se encontraban en la base naval de Aksaz de la armada turca, en la costa sureste del mar Egeo, el portaviones se incendió debido a un fallo eléctrico y un marinero resultó muerto.
En 2012, cuando navegaba frente a las costas de Francia, el portaviones sufrió un fallo en sus sistema de propulsión, lo que obligó a Moscú a enviar un remolcador para su rescate. Cuando ya nada podía ir peor, en 2016 perdió dos aviones debido a una serie de problemas en el sistema de detención. El 14 de noviembre de ese año, un MiG-29K se estrelló en intento de aterrizaje. Dos semanas después, el 5 de diciembre, Su-33 cayó al océano.
Después de esta serie de infortunios, el portaviones regresó a Rusia para su mantenimiento, pero el panorama no mejoró. En 2019 una grúa cayó sobre el barco durante los trabajos de reparación abriendo un agujero en la cubierta. El accidente se produjo tras la interrupción del suministro eléctrico del muelle seco flotante donde se encontraba. Las bombas dejaron de funcionar y la estructura, conocida como PD-50, se hundió. Eso sí, no era una estructura más, se trataba del mayor muelle flotante ruso y uno de los más grandes del mundo.
Pero la mala racha del Almirante Kuznetsov también golpeo a esta estructura. Tras el accidente, el portaviones logró mantenerse a flote, pero el dique flotante empezó a sumergirse lentamente. Desafortunadamente los trabajadores del astillero no pudieron moverlo y actualmente se encuentra sumergido a unos 60 metros de profundidad. Esto fue un golpe directo para Rusia, que utilizaba estas instalaciones para el mantenimiento y reparación de sus buques de guerra más grandes.
Más tarde, ese mismo año, el portaviones se incendió nuevamente. En esta oportunidad mientras un equipo de soldadores trabajaba en la primera unidad de potencia. De acuerdo a TASS, el área afectada por el humo y el fuego cubría 500 metros cuadrados. Una persona murió y una docena resultaron heridas. Ahora, como mencionamos arriba, aguarda en otro astillero a la espera de varias reparaciones y una importante actualización. Según recoge Reuters, el barco, como muy pronto, podría volver a entrar en servicio en 2024.
Imágenes | Royal Navy | Ministry of Defence of the Russian Federation | Christopher Michel (Flickr)
Ver todos los comentarios en https://www.xataka.com
VER 96 Comentarios