Soy ingeniero y me dedico a diseñar juguetes

Construir puentes. El motor de un avión o de un coche. Diseñar un nuevo satélite o participar en el desarrollo del próximo ordenador cuántico. Idear un nuevo sistema de comunicación remota. Diseñar un juguete para niños.

Cuando pensamos a qué se dedica alguien que ha estudiado una ingeniería, quizá la de idear cómo puede ser un juguete para que a los niños les atraiga, distraiga, motive y ayude a desarrollar algunas destrezas cognitivas y físicas no está entre las primeras opciones. Y, sin embargo, hay ingenieros que se dedican a estas labores.

Es el caso de Jorge García, diseñador y product manager en Famosa Softies, Arnau Borrell Vilarrodona, que trabaja para una multinacional en Alemania, Igor Beistegui, I+d Robotica SPC, y de Bryan Benedict, Senior Design Manager of Hot Wheels y Matchbox en Mattel (encargado de diseñar la primera Star Wars Character Cars).

No fue vocacional

¿Se estudia esta salida laboral en las carreras? ¿Cómo acaba un ingeniero trabajando en una empresa de juguetes?

Jorge García segura que toda su vida profesional he girado entorno a proyectos de diseño público y de ocio: parques infantiles, parques acuáticos, auriculares y, ahora, juguetes. “Para mí, es imprescindible sentir que trabajo para mejorar la vida de las personas y facilitar su día a día”. Asegura que la industria del juguete es muy importante en la Comunidad Valenciana (de donde él es natal), y que incluso en la ETSID (Escuela Técnica Superior de Ingeniería del Diseño) de la UPV hay un museo del juguete. “En los estudios de diseño industrial sí dedicamos tiempo a estudiar y trabajar proyectos de juguete”, nos cuenta. Pero, y pese a todo lo comentado anteriormente, “esta industria no tiene mucha visibilidad y nunca me habría planteado acabar trabajando en una gran empresa como Famosa”.

Bryan Benedict estudió diseño del automóvil en el Art Center College of Design en Pasadena y, en aquellos años, “el diseño de juguetes nunca se me pasó por la cabeza”, sino más bien todo lo que tenía que ver con el diseño de automóviles, mundo al que se quería dedicar desde que tenía 5 años. En su universidad tampoco había una especialización de diseño de juguetes aunque a veces se veían algunos proyectos de diseño de juguetes. “Siempre he apreciado el diseño de juguetes, pero inicialmente no me propuse trabajar específicamente en juguetes”, añade.

El día que giró la rueda

¿Cómo acaban entonces todos estos ingenieros en la industria juguetera? Benedict explica que en todas las empresas automovílisticas en las que ha trabajado (Honda, General Motors y Ford, entre otras), tenía compañeros que tenían juguetes Hot Wheels en sus puestos de trabajo. “Algunos eran incluso coleccionistas incondicionales y tenía miles de automóviles en casa”, nos cuenta. “Incluso hablábamos de que diseñar Hot Wheels sería el mejor trabajo de diseño de automóviles. Podrías hacer todo tipo de cosas salvajes y locas y no tener que preocuparte por las alturas de los parachoques o el espacio interior o cualquiera de las cosas mundanas que requieren los coches reales”, rememora. “Era una fantasía genial, pero nunca se me ocurrió que realmente podría ser un trabajo para mí”, añade.

Sin embargo, 10 años después de empezar a trabajar en la industria del automóvil, “Mattel me contactó de la nada y me preguntó si estaría interesado en aceptar un puesto en Hot Wheels Design”. Y aunque reconoce que le halagó la oportunidad, también explica que le daba miedo, sobre todo por no poder trabajar en coches reales.

La llegada de Jorge García fue más sencilla. “Fue a partir de mi proyecto de final de master, la construcción de un parque infantil en un pueblo de Ghana con elementos reciclados y que realicé gracias a una beca de cooperación del CCD, donde “descubrí” a los niños y la importancia de invertir en su desarrollo”, nos cuenta. “Hay un montón de aspectos que influyen en él: psicología, sociología, arquitectura, educación… La experiencia en el mundo de los parques infantiles me permitió conocer aún mejor a la infancia. En cierta manera, creo que es un paso natural. El destino y algo de suerte me llevaron hasta aquí”.

Para Igor Beistegui, hay una parte de casualidad, pero otra en la que cree que ha sido un paso lógico. “Desde los 16 he trabajado con chavales en diferentes actividades (deporte, informática…) así que el diseño de cosas y actividades para niños estaba muy relaciondas con mi vida y me gustaba”.

Algo en lo que coincide con Arnau. “He sido monitor voluntario de tiempo libre mucho tiempo, he tratado con niños y adolescentes de distintas franjas de edad. Durante estos años he inventado y puesto en práctica muchos juegos y actividades. Esta experiencia me ha ayudado mucho a entender el pensamiento y necesidades de niños”, explica. Por tanto, y aunque “nunca pensó que acabaría en el sector de los juguetes, “ahora mismo es lo que más me apetece. Empecé trabajando en un pequeño estudio de diseño, allí diseñaba y desarrollaba todo tipo de productos, entre ellos juguetes, pero también productos del sector médico, maquinaria industrial y piezas de automoción”.

Así es como diseño juguetes

Jorge García nos cuenta que en la industria del juguete se trabaja a años vista. “Los productos que salen en Navidad están proyectados con al menos 9 meses de antelación, por lo que es imprescindible adelantarse a las necesidades del mercado y trabajar duro para que funcionen bien. Un despiste o cualquier aspecto que no se haya tenido en cuenta puede ser la diferencia entre éxito y fracaso”, asegura.

Diseñar juguetes puede ser tan complicado como cualquier otro diseño. Requiere creatividad y estar atento a las tendencias

En su experiencia, para diseñar un juguete es importante identificar tres factores: “cubrir una necesidad atendiendo a una tendencia que suponga una novedad. Si cumple esos tres factores, es difícil que un proyecto no tenga éxito. A parte claro, de ajustar costes y tiempos en un mercado cada vez más competitivo y con menos compañías”.

Una vez identificados estos, el proyecto pasa por diferentes fases: el diseño creativo, las características del producto y ajustar las muestras de diseño industrial dependiendo del consumidor objetivo. “Una vez revisados estos puntos, además de asegurarse de cumple los requisitos de seguridad y legales, se prepara el producto para fabricación y se trabajan los recursos de marketing.”

Más concretamente, como product manager se encarga de coordinar todos los factores que participan en el proyecto, desde la concepción hasta la llegada de la mercancía. “Escuchamos y atendemos las necesidades comerciales, planteamos las nuevas colecciones, negociamos los costes de producción y coordinamos las fechas de embarque”. Como diseñador, se encarga del diseño del producto y del CMF (Color, Material and Finishes), además de “desarrollar mano a mano el producto con la fábrica, hacemos el seguimiento de las muestras hasta el producto final y, además, cerramos el diseño de packaging”.

También se encarga de buscar nuevos materiales para el producto, "tanto alternativas sostenibles responsables con el medio ambiente como novedades que se ajusten a las tendencias del mercado”, nos explica.

Bryan Benedict no cuenta que desde hace un año se dedica más a supervisar y planificar estrategias que a diseñar en sí y que lo hace con artículos de fundición a presión, un tipo de juguete con algunas diferencias respecto a otras gamas. “Importan menos las características y el juego y pesa más la autenticidad y el atractivo visual”, detalla. “Investigamos mucho y planificamos por adelantado antes de hacer el diseño. Luego, trabajamos muy de cerca con un equipo multifuncional durante todo el proceso de desarrollo hasta que los primeros coches salen de la línea de producción”. Quizá no tengan que medir que las personas estén cómodas dentro, pero sí que tienen que tener en cuenta otros aspectos para que estos coches “sean seguros y confiables y funcionen en la pista . Tenemos toda una serie de criterios que seguimos para optimizar el rendimiento de la pista”, detalla.

Como vemos, el trabajo de un ingeniero depende mucho de tipo de juguete del que hablemos. Igor Besitegui, que trabaja en el desarrollo de robots educativos, explica que en su caso “se intenta buscar en la educación qué es lo más útil para ciertas edades. No se inventa nada, sino que trabajamos sobre los modelos que hay para ver lo bueno y lo malo que tienen cada uno de ellos”.

Ponerse en la piel de un niño cuando peinas canas

Evidentemente , los ingenieros que trabajan en el diseño de juguetes deben, en cierta medida, ponerse en la piel de un niño para idear algo que les pueda gustar.

Para Beistegi, lo principal es que el juguete cumpla un conjunto de requisitos para una cierta edad. “Estás ayudando a que los niños trabajen muchas competencias. No es solo que lo puedas programar, sino que le ayude a esas competencias a través del juego”, explica. Para ello, no solo hay que tener en cuenta la gamificaicón sino otras competencias. “Tienes que saber interpretar cada tramo de edad. Tenemos ayuda de diferentes educadores y academias de España con los que trabajamos, porque saben lo que se les pide en cada tramo. Nosotros ponemos el punto técnico pero necesitas ayuda de gente que esté todos los días con los niños para saber qué les motiva y qué no”, desgrana.

Arnau explica que al diseño siguen otras diferentes fases, como el tipo de juguete, edad, temática, precio. “Luego se desarrollan conceptos, se fabrican prototipos, se testean y por último se industrializa, que supone diseñar al detalle cada pieza, la forma de ensamblaje y la organización de la producción”.

En los estudios no se habla mucho de esta salida profesional, pero todos estos ingenieros la recomiendan

En su experiencia, conocer aspectos psicológicos y pedagógicos es muy importante, así como las diferentes etapas del desarrollo cognitivo de niños y adolescentes. “Más que crear un juguete se diseña una experiencia de juego y esta no será la misma para un niño de 6 años que para uno de 12”, explica. Además, se detiene en el aspecto de la seguridad. “Hay muchos riesgos a tener en cuenta”, adelanta. “Se dedican muchos esfuerzos a crear juguetes seguros en todos los aspectos, tanto físicos (cantos cortantes, piezas pequeñas que puedan tragarse, toxicidades, daños en vista o audición) como psicológicos desde adicciones hasta el tratamiento de juguetes bélicos o estereotipos sexistas”.

Es decir, que quien trabaje en el mundo del juguete “debe tener una sensibilidad especial hacia los niños, que son los grandes consumidores de estos productos”, en valoraciones de García. “Los ingenieros solemos ser personas detallistas; en el caso de los juguetes es necesario un plus de detalle y conseguir darle al producto una personalidad propia”.

Para el ingeniero de Mattel, una de las cosas más importantes para ser un diseñador de juguetes exitoso es llevar a un niño dentro. “Afortunadamente para mí, ¡nunca crecí! Poder pensar como un niño e imaginar cómo jugarían con algo es muy valioso”, ironiza, para añadir que la creatividad y la innovación también son extremadamente importantes.

El mayor reto

Sin embargo, o precisamente por que impera el espíritu de Peter Pan, cree que el mayor desafío a la hora de desarrollar un juguete está en el coste y el precio. “Siempre hay muchas ideas geniales que quieres incluir en un juguete pero, inevitablemente, no puedes permitirte todo lo que quieres hacer. Aquí es donde tienes que ser realmente creativo para descubrir formas más rentables de hacer las cosas, para que puedas ser fiel a tu visión creativa y nunca sacrificar la magia del juguete por el coste”, detalla.

Hay que saber interpretar cada rango de edad, teniendo en cuenta sus habilidades y destrezas

Hablando de creatividad, pero aplicada quizá a otros aspectos, el ingeniero de Famosa cree que lo más difícil es innovar. “Y, sin embargo, está todo por inventar. El mercado nunca deja de sorprendernos, y cada vez hay más sinergias entre juego tradicional y juego digital”, reflexiona. “Nintendo y los Amiibos o el Labo Kit de Switch, Lego y sus aplicaciones móviles, como Hidden Side o My Little Pony con su versión de Dungeons and Dragons. Creo que es la tendencia más innovadora en los próximos años, sin dejar de lado el juguete tradicional y el juego libro”.

Mientras, en los juguetes más educativos, intentar que “sea algo gradual pero tampoco muy sencillo para que tienen muchos estímulos” es uno de los principales desafíos. “Conseguir ese equilibrio del esfuerzo y la recompensa y que sea igual para todos los niños. Que todos sean capaces. Que tenga buena aceptación y que sean aplicables a las aulas, no solo un juguete como tal sino una herramienta para enseñar de manera diferente”, reflexiona Beistegui.

Diseñar juguetes ¿implica jugar?

Todos nuestros interlocutores reconocen que cuando explican que son ingenieros que diseñan juguetes, la sorpresa suele ser la reacción de cualquier interlocutor.

“Cuando la gente descubre que diseño coches de juguete, generalmente dicen que tengo el mejor trabajo del mundo. La gente siempre quiere hablar contigo cuando saben que diseñas juguetes, y todos siempre tienen una historia sobre un juguete especial de su infancia”, explica el ingeniero de Mattel.

“La gente siempre pregunta si me paso el rato jugando en el trabajo”, confiesa Arnau, que nos cuenta que mucha gente se imagina su trabajo como algo solitario de pensamiento y búsqueda de inspiración. “No es así, equipos multidisciplinares trabajan conjuntamente siguiendo metodologías para para desarrollar nuevas formas de juego creativas”, aclara. E insiste en que, aunque pueda dar la impresión de que se trata algo sencillo o banal (“esto es cosa de niños”), “nada más lejos de la realidad; diseñar, desarrollar e industrializar un juguete puede ser tan complejo como hacer un electrodoméstico o una pieza de mobiliario.

Pero aunque la gente suele sorprenderse (“¡incluso yo sigo alucinando a día de hoy!”, confiesa García), “es un trabajo fascinante, y lo normal es que tengan curiosidad sobre cómo has llegado ahí ya que no es una disciplina que tenga mucha visibilidad, salvo por la serie de Netflix “The toys that made us”, la cual os recomiendo ver! Otra cosa que suele suceder es que te den ideas locas para nuevos juguetes, lo cual me fascina, y que te pregunten por sus juguetes de la infancia”.

Por qué deberías plantearte esta salida profesional

Aunque ya se deja entrever por sus respuestas, estos cuatro ingenieros recomiendan activamente el ser ingeniero y dedicarte al mundo de los juguetes.

¿Por qué? Para García, es un sector que está en continua evolución, “que requiere de una innovación continua y que está ligada estrechamente a las tendencias y cambios sociológicos que se producen en la sociedad. Sin olvidar que requiere sacar ese niño interior que todos llevamos dentro, y que a veces nos olvidamos de darle la atención que se merece”, señala.

Arnau recuerda que, aunque en escuelas de diseño e ingeniería pocos piensan en el sector de los juguetes, sí que recomienda este sector, “que permite llevar muy lejos la creatividad y la variedad de proyectos es muy grande”. Y añade que no por crecer hay que dejar de jugar. “Se tiende a pensar que jugar es cosa de niños o que es perder el tiempo. Recomiendo a todos los adultos que reflexionen que tipos de juego prefieren y que dediquen tiempo a jugar, los beneficios son muchísimos: reducir estrés y ansiedad, desarrollar las capacidades físicas, sociales y cognitivas, aumentar la creatividad, y por supuesto, pasar un buen rato.”

Para Besitegui, trabajar diseñando juguetes es muy gratificante. “Muchos compañeros te dan feedback de cómo juegan sus hijos. Tú estas diseñando algo para que los niños lo puedan disfrutar”, explica.

Mientras, el ingeniero de Mattel también califica el trabajo como “increíblemente emocionante y gratificante”. “Si tienes la habilidad creativa y no te importa trabajar duro (y jugar demasiado, en el proceso), entonces yo diría que ¡adelante! No me arrepiento de haber dejado la industria del automovil para trabajar en Mattel ni un segundo”.

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