John Rogers es uno de los principales investigadores en el campo de circuitos flexibles. Él y su equipo de la Universidad de Illinois acaban de desarrollar lo que denominan EES (Epidermal Electronic System), que no son otra cosa que dispositivos autónomos que pueden llevarse sobre la piel, como si de un tatuaje temporal se tratara, con distintas funciones.
El invento (en la imagen) consiste en una serie de componentes electrónicos miniaturizados y montados sobre una membrana flexible. Esta membrana se pega y adapta perfectamente a la piel sin necesidad de adhesivo (gracias a las denominadas fuerzas de Van Der Waals que regulan la atracción entre moléculas).
Los componentes utilizados por Rogers y su equipo permiten construir diferentes tipos de ‘tatuaje’ para diferentes usos. El primer campo de aplicación que han probado es el del diagnóstico médico. Varios sensores integrados en el dispositivo permiten tomar muestras del ritmo cardíaco y la actividad cerebral o muscular de forma ininterrumpida durante seis horas. Los datos son enviados mediante radiofrecuencia a un receptor y, al término de la prueba, basta un poco de alcohol para retirar el ‘tatuaje’.
La energía para funcionar procede de una pequeña célula fotovoltáica. Este tipo de alimentación tine algunos problemas. El primero es que no proporciona electricidad suficiente para funciones más complejas, el segundo es que no funciona bien debajo de la ropa. Por todo ello, Rogers y su equipo están trabajando sobre nanosistemas de inducción y almacenamiento de energía que permitan más aplicaciones.
Aparte de para el diagnóstico médico, los tatuajes electrónicos temporales podrían tener usos más lúdicos. Sus creadores han conseguido desarrollar un dispositivo que, llevado en la garganta, capta comandos de voz de la persona que lo lleva con un 90% de precisión. Aunque el sistema es bastante lento (unos tres segundos de lag) han conseguido utilizarlo para controlar un videojuego sencillo con la voz, lo que abre las puertas a futuras aplicaciones relacionadas con la telefonía o ¿por qué no? con los videojuegos.
Vía | Ars Technica