Hace unas semanas, el equipo editorial me pidió una reseña sobre Terry Pratchett como autor. Parecía que iba ser fácil, pero no contaba ni imaginaba que a mitad de camino el hombre del sombrero, el genio que tantas veces me ha hecho recapacitar sobre lo que significa ser humano, iba a cruzar a los dominios de la Muerte, donde el pasado y el futuro no existen, ni tampoco las órdenes.
Aquel que me enseñó que es necesario creer en las mentiras pequeñas para luego creer en las grandes. Que lo que define al hombre no es la inteligencia sino la imaginación. El que me hizo reír tantas veces a carcajada limpia en un autobús, tener que cerrar el libro un momento para coger aire, y pasar por completo de las caras de la gente.
Porque si hay algo que define a Pratchett como autor es esa capacidad única e irrepetible de concentrar, en apenas dos simples frases, una píldora sarcástica capaz de desatar una risa incontenible, y colar como de tapadillo un mensaje crítico sobre la religión, la sociedad o la raza humana más revelador, contundente y demoledor que las de cualquier filósofo de obligado estudio en el temario oficial.
I. En el principio era el Emplazamiento
I. En el principio era el Emplazamiento.
II. Y Arnold Bros (fund. en 1905) inspeccionó el solar del emplazamiento, y Vio que tenía Posibilidades.
III. Porque estaba en La Calle Mayor.
IV. Sí, y también estaba Bien Comunicado por diversas Líneas de Autobús.
V. Y Arnold Bros (fund. en 1905) dijo: “Que se haga aquí una Tienda; y que sea una tienda como no ha visto el mundo hasta hoy”
Pratchett supo pronto que lo suyo era escribir. Publicó su primer relato con 13 años, en la típica revista estudiantil y trabajó como periodista. De 1971 a 1981 publicó sus primeras tres novelas de fantasía, "The Carpet People", "The Dark Side of the Sun" y "Strata". Son novelas iniciáticas, en las que el genio aún no se ha desatado, pero que en su momento recibieron críticas muy positivas.
El éxito no le llegaría hasta 1983, con "El Color de la Magia", la novela que nos presentó el Mundodisco y la única no autoconclusiva de toda la saga. Tres años tuvieron que esperar los fans a "La luz fantástica" y conocer qué les esperaba a Rincewind, el mago que no sabía escribir "hechicero", y Dosflores, el primer turista.
Quesejodan. Quesejodan, mano de milenio y gamba
Pratchett, centrado ya en la que era su vocación, les compensó por su paciencia. Lanzó cuatro novelas en los dos años siguientes, marcándose un ritmo de producción inverosímil y de calidad inconmensurable que ningún autor es capaz de igualar. En ellas perfiló el Mundodisco, con grandes cambios en estructura y planteamiento con respecto a la primera entrega.
No contento con ampliar el universo del Mundodisco, el hombre del sombrero sorprendía con maravillas de la talla de la Trilogía de la Bromelia, también conocida como el Éxodo de los Gnomos, presentando "Camioneros", "Cavadores" y "La nave" en paralelo con obras del Disco como "Pirómides", "¡Guardias, guardias!", "Eric" e "Imágenes en acción", todo ello entre 1988 y 1990.
Pudo mantener ese ritmo de dos y tres novelas por año, siempre con una respuesta similar en cada publicación: "esta es la mejor novela de Pratchett hasta la fecha".
Una posibilidad entre un millón, no puede fallar
Es indudable que el Mundodisco es el gran legado de Pratchett, con 40 novelas publicadas y al menos una póstuma que estaba prevista para otoño. Definir este particular universo sólo puede hacerlo una mente irrepetible.
Existe porque tiene que haber de todo en el multiverso. Un mundo plano, que gira sobre su eje central, y viaja por el cosmos a lomos de cuatro elefantes sobre una tortuga, es algo que:
1) Sólo tiene una posibilidad entre un millón de existir, lo que se sabe que ocurre nueve de cada diez veces.
2) Al ser una imposibilidad cósmica, el tejido de la realidad allí es muy frágil, lo que permite que todo tipo de cosas crucen hasta él. Y lo que es peor, también es posible caerse de él al otro lado.
En realidad, el Disco no es demasiado diferente de nuestro MundoBola, y es la herramienta perfecta en manos de Pratchett para atizarnos una y otra vez en nuestras vergüenzas como sociedad.
Las sombras siguen ahí
-Es raro –dijo Melocotones-, pero no sabíamos que las sombras estaban ahí hasta que tuvimos la luz.
-Hum... Y hasta cuando se ha apagado la luz, sabemos que las sombras siguen ahí.
Pero si Pratchett sólo fuese fantasía y humor, su obra no tendría tanta grandeza. No habría convertido ayer Twitter en una suerte de velatorio improvisado, con miles de emocionados lectores no llorando su marcha, sino compartiendo anécdotas, frases, momentos y, por descontado, chistes sobre la Muerte.
No, lo que en verdad reivindica la obra de este maestro es su dureza, su implacable y consistente crítica. No puedes leer a Pratchett sin emocionarte, sin replantearte tu vida, sin cuestionarte la existencia, la física, la religión organizada, la estructura social, los colores de tu equipo de fútbol, o los ingredientes de un perrito caliente.
Lo único que viaja más rápidamente que la luz ordinaria es la monarquía, según el filósofo Ly Tin Weedle. El razonamiento es el siguiente: no se puede tener más de un rey, y la tradición exige que no haya huecos entre reyes, por tanto cuando un rey muere la sucesión debe pasar a su heredero instantáneamente. Es de suponer, decía, que existan unas partículas elementales (reinones, o posiblemente reinonas) que se encarguen de eso, aunque en ocasiones la sucesión falla si, a mitad de vuelo, golpean una antipartícula, o republicón. Sus planes ambiciosos de usar este descubrimiento para enviar mensajes, que incluían la tortura cuidadosa de un reyezuelo para modular la señal, nunca se expandieron del todo porque, en ese punto, cerró el bar.
Referencias y chistes recurrentes son regalos para el seguidor de la saga. Los imprescindibles pies de página, las pausas en la narración para presentar reflexiones que no vienen a cuento, juegos de palabras imposibles de traducir, y la Muerte.
Siempre la Muerte, presente, protagonista y analista de la condición humana, desde su posición elevada pero dependiente, puesto que sólo existe porque el hombre cree en ella, y ella es sólo lo que el hombre piensa que es.
An embuggerance
En Diciembre de 2007 llegó el primer mazazo. Terry anunciaba "an embuggerance", una "jodienda" o "un enjodidamiento". Le habían diagnosticado una rara variedad de Alzheimer. Comenzaban unos años de incertidumbre para los fans que Terry despejaba de la forma que mejor se le daba: publicando más novelas, de Mundodisco o fuera de ella, como la adorable "Nación".
Sé que es muy humano decir “hay algo que pueda hacer por ti”, pero en este caso sólo estaría interesado en ofertas por parte de expertos de reputado prestigio en química cerebral.
Fiel a su estilo, sus declaraciones en favor de la eutanasia (documental incluido) dejaron descolocados a los que no conocían su obra. Su canción favorita, sentado en su jardín y con una copa de brandy en la mano, como lugar de encuentro con el Segador. Ha tenido cama, gato, familia, y espero que al menos el jerez.
¿QUÉ PUEDE ESPERAR LA COSECHA SINO IMPORTARLE AL SEGADOR?
Muchos han abrazado a la Muerte, han convivido con ella, o piensan que se han visto las caras. Pratchett no la abrazó. Se fue a tomar un jerez con ella, la moldeó, la adoptó, le dio vacaciones, le dio una nieta. Salió a pasear a su lado, le dio curiosidad, le dio voz. Una voz única, sepulcral. La Muerte habla y no hace falta decir que es ella. La Muerte habla y el lector siente cómo sus palabras le atraviesan.
LOS HUMANOS NECESITAN LA FANTASÍA PARA SER HUMANOS. PARA SER EL PUNTO DONDE EL ÁNGEL QUE CAE SE ENCUENTRA CON EL SIMIO QUE SE ALZA.
-¿Hadas de los Dientes? ¿Papá Puerco? ¿Pequeñas…?
SÍ. A MODO DE PRÁCTICA. HAY QUE EMPEZAR APRENDIENDO A CREER EN LAS MENTIRAS PEQUEÑAS.
-¿Para que podamos creer en las grandes?
SÍ. LA JUSTICIA. LA COMPASIÓN. EL DEBER. ESAS COSAS.
-¡No son lo mismo en absoluto!
¿ESO CREES? ENTONCES COGE EL UNIVERSO Y MUÉLELO HASTA QUE NO SEA MÁS QUE UN POLVILLO FINO Y PÁSALO POR EL MÁS FINO DE LOS TAMICES Y ENTONCES ENSÉÑAME UN SOLO ÁTOMO DE JUSTICIA, UNA MOLÉCULA DE COMPASIÓN.
Antes, mucho antes de que la Muerte llamara a su puerta, Pratchett ya paseaba con ella. Ya se reía con ella y de ella. Ya dialogaban, y la Muerte le revelaba lo que ningún personaje podía. Sin rodeos y sin miramientos. No hay justicia, sólo la Muerte.
-Te conozco. Me he enfrentado a ti muchas veces.
La Muerte lo miró en silencio durante unos momentos que se hicieron muy largos.
-NO, NO LO HAS HECHO, dijo finalmente.
-Te aseguro que…
-TE HAS ENFRENTADO A HOMBRES. SI TE HUBIERAS ENFRENTADO A MÍ, TE ASEGURO QUE… LO HABRÍAS SABIDO.
La vida de una persona sí pasa delante de sus ojos antes de morir: el proceso se llama "vida"
Pratchett no desaparece. No sólo nos deja sus obras, los momentos que ellas nos traen, y las cuestiones metafísicas que nos fuerzan sin evitarlo a ser mejores simios. Al igual que el dios Om siguió existiendo, aunque como tortuga, sólo porque Brutha creía con auténtica fe en él, Terry, el hombre del sombrero, el padre del Mundodisco, cultivador de plantas carnívoras, no podrá dejar de existir.
No sólo por la legión de lectores huérfanos. No sólo por los cientos de personajes maravillosos a cuyas vidas no volveremos. No sólo por las lilas en flor.
No. Estará allí cada vez que alguien por primera se quede a cuadros con una frase de Vetinari, por una salida de tiesto de Tata Ogg, o por debate ético de Vimes, y piense: ¿por qué no habré conocido yo antes a Pratchett?
En Xataka | Terry Pratchett ha muerto, la fantasía está de luto, La tecnología en el Mundodisco (I), La tecnología en el Mundodisco (II)
En Papel en blanco | Terry Pratchett en 29 citas
En Fancueva | Guía de Orden de Lectura del Mundodisco
Algunos obituarios | Manu Viciano, Vimes, Aramys Romero, #MiPrimerPratchett en Twitter
Ver 6 comentarios