The Artvertiser, imaginando una ciudad sin publicidad

Si hubiera que definir el espacio público de las urbes, posiblemente saturación sería una de esas palabras. En cualquier ciudad es fácil toparse con un monton de información visual: edificios, gente, publicidad, arte urbano, acontecimientos… Poco a poco nos hemos ido acostumbrado a convivir con ello y discriminar todo lo irrelevante.

Sin embargo, Julien Oliver quería acabar con esa saturación de una forma diferente: convirtiendo la publicidad en arte. Redefinir el espacio público desde lo virtual y crear una capa adicional usando la realidad aumentada. Continuamos con una nueva entrega de nuestro especial de arte y tecnología.

Julien Oliver, el hombre que creía en el poder de la realidad aumentada

La realidad aumentada, tras la explosión producida con el crecimiento y expansión de los smartphones, pasó a ser una tecnología controvertida. Hay quienes se ven seducidos por la magia de la superposición de imágenes virtuales sobre lo real, lo que capta la cámara.

Otros en cambio, entre los que se incluye servidor, se muestran escépticos sobre si es útil. Lo cierto es que a día de hoy ningún proyecto que parta de esta tecnología ha demostrado ser disruptivo. Sin embargo, hay quienes creen en su potencial y uno de ellos es nuestro protagonista hoy: Julien Oliver.

Este híbrido entre ingeniero y artista, un perfil parecido al que ya vimos en Myron Krueger, es un apasionado de la exploración del espacio. De entender cómo conecta lo virtual con lo real, de la interactuación y también de la cuantificación de todo lo que nos rodea.

Su experiencia utilizando la tecnología y el arte es bastante dilatada y es que además de este Artvertiser tiene otros proyectos muy interesante y que os recomiendo ver. Por ejemplo Levelhead, un pequeño juego de realidad aumentada donde tendremos que salir de un laberinto formado por cubos.

Julien apostó por ella y junto a dos artistas españoles, Clara Boj y Diego Díaz, se embarcaron en la aventura de crear The Artvertiser en el 2008. Ante la saturación actual de imágenes en la ciudad ¿podemos crear un espacio diferente y personalizado?

The Artvertiser, la calle es un museo

Paseamos por el centro de una urbe. Allí a donde miramos tenemos publicidad: en las marquesinas, rótulos, neones, carteles de cine, pegatinas en las paredes… A veces no las notamos, estamos acostumbrados, y es por eso que se empiezan a usar otros sentidos para atraer nuestra atención. O acaso creéis que la música alta en las tiendas de ropa o los aromas de las tiendas de té era casualidad.

Ante este escenario surge Artvertiser. Un sistema de reconocimiento en tiempo real que se encarga de analizar la publicidad, identificarla y posteriormente introducir obras de arte encima de ella. Es decir, como si se tratara de un museo al aire libre.

El prototipo original consistía en unos binoculares parecidos a los que se usa para la ornitología o la caza. El proyecto tenía como objetivo dar el salto posteriormente a dispositivos móviles Android. Sin embargo, a día de hoy, todo ese desarrollo está parado, a falta de noticias.

Allá a donde miremos, sólo veremos imágenes superpuestas a lo que el sistema reconozca como publicidad. Como podéis ver en las imágenes y vídeos el sistema es bastante sencillo, aunque también tiene pequeños fallos técnicos como el popping al hacer el mapeado y la posterior superposición.

Las imágenes que se ven, pueden ser de diversas fuentes: Flickr, YouTube… Es interesante que el sistema parta de un banco de imágenes, se necesita conexión a Internet, pero otro hecho más interesante es la posibilidad de geolocalizar puntos para poner piezas concretas.

Por ejemplo: utilizar una lona de varios metros donde haya publicidad para superponer una película en concreto u otra obra. Esto además plantea un debate interesante que trataremos de abordar ahora y, personalmente, me gustaría que continuara en los comentarios con vuestras opiniones.

¿Ayuda la tecnología a redibujar los límites del espacio?

Volviendo al tema de las ciudades. Si hubiera que definir qué es una ciudad, seguramente lo primero en lo que pensemos son los propios límites físicos. La geografía, sus calles, sus lugares. Sin embargo, hay muchos aspectos que no se contemplan y es que aquí donde la realidad aumentada propone el reto de, valga la redundancia, aumentarlos.

Si bien es cierto que esto suena muy bonito, servidor no es capaz de olvidarse del escepticismo con el que observa esta tecnología. De acuerdo, The Artvertiser como experiencia híbrida de arte y tecnología es interesante pero plantea muchas cuestiones, interesantes, en vez de aportar posibles soluciones.

Si realmente saliera adelante este tipo de proyectos, ¿se podría considerar parte del espacio de las ciudades? Resulta complejo ya que no estamos hablando, por ejemplo, de representaciones de lo real (como los mapas y los sistemas de geolocalización) sino de capas nuevas. Un museo es parte de una ciudad pero ¿y un museo virtual?

Son muchos supuestos que no dan lugar a muchas respuestas concretas. Anima mucho a soñar, a seguir trabajando en esta dirección pero también la lucha contra los sueños utópicos que generan la tecnología. Me remito a la fantasía del siglo XX donde a día de hoy nos imaginaban con coches voladores.

En cualquier caso, es interesante plantearse cómo la tecnología ofrece nuevas formas de ver las ciudades. No me refiero a ir andando por la calle mirando a la pantalla del móvil mientras esquivamos a la gente con el rabillo del ojo. Bromas aparte, en mi opinión la tecnología cambia nuestra percepción de lo que nos rodea. No toda, evidentemente, pero hay mucha que sí.

The Artvertiser, ¿y si lo viéramos sobre otro soporte tecnológico?

Uno de los problemas que entraña todo lo relacionado con la realidad aumentada es el soporte utilizado. Cuando son instalaciones fijas, véase puntos publicitarios o juegos de salón como Eyepet o Wonderbook, resulta fácil ponerse delante e interacturar.

Sin embargo, en otros casos la experiencia puede ser caótica y bastante frustrante. A saber: Layar, Invizimals… En este caso, los prismáticos diseñados por Julien y compañía no parecen, a día de hoy, la opción más práctica para descubrir el espacio virtual de las ciudades.

Si bien es cierto que hace cuatro años la tecnología no estaba tan avanzada como ahora, sólo hay que ver el salto de calidad de las cámaras de los smartphones, parece que de momento The Artvertiser, más allá de proponernos ver arte a través de la tecnología, no ha encontrado un soporte que se ajuste bien.

Quizá, algo similar a Google Project Glass podría ser una opción, aunque recordemos que a día de hoy también tiene mucho que avanzar. De momento, queda como un exponente de la ambición por redefinir el espacio virtual, de enseñarnos nuestro alrededor de una forma diferente, pero huérfano de una buena tecnología.

Más información | The Artvertiser

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