Green Book se ha alzado como la sorprendente ganadora de esta edición de los Oscar. No a muchos ha conquistado su discurso complaciente y algo demodé en cuanto a sus ambiciones reivindicativas, mientras que otros han sabido valorar el trabajo actoral de los protagonistas de esta suerte de road movie sobre un pianista negro y su chófer y guardaespaldas blanco en los años 60. Anticuada o no, la película, inspirada en hechos reales, difunde un importante hito en la lucha contra el racismo: el Libro Verde de los conductores negros.
La biblia del viajante negro: es la idea de creación de The Negro Motorist Green Book que inspiró a Victor Hugo Green a publicar sus guías entre los años 1936 y 1966. Decían a la población negra dónde podían comer, hospedarse o recibir un corte de pelo en todo el país en caso de tener que viajar y no conocer dónde serían respetados. El slogan era “tu guía para poder viajar con dignidad”.
Paliando los efectos de Jim Crow: estas guías eran importantes en una época en la que seguían vigentes las “leyes de Jim Crow”, normas impuestas por los demócratas que institucionalizaban el racismo: peores viviendas, entradas a cines o baños segregados, limitación de su capacidad electiva y de voto y un sinfín de desventajas económicas, educativas y sociales que no acabaron, técnicamente, hasta 1964.
Espacios seguros: estas guías empezaron a crear un universo paralelo por el que poder transitar en un mundo hostil, liberando a la gente negra del miedo a viajar. Aunque tampoco era la panacea, ya que, dependiendo del calado del racismo en el área, se podía hacer muy difícil. Por ejemplo, si bien en Nueva York tenías una plétora de espacios de elección, ciudades tan importantes como Charleston, con poblaciones de 70.000 personas en los 50, sólo ofrecían en el Green Book un único establecimiento de comidas. En todo caso la guía fue muy utilizada: a mediados de los 50 ya se vendían dos millones de ellas al año y se promocionaban en ella anunciantes tan importantes como Ford.
Ciudades de "puesta de sol": porque también había sitios donde los negros o los hispanos no podían ni entrar. Los "sundown towns" eran municipios con una política pública abierta de discriminación de todo lo que no fueran anglosajones protestantes. Cualquier “persona de color” debía abandonar la ciudad antes de la puesta de sol o se arriesgaba a recibir multas, palizas o las dos cosas. Para finales de los 60 se estima que había en Estados Unidos unas 10.000 ciudades de este tipo, algunas de ellas tan importantes como para acoger a 180.000 ciudadanos blancos.
Acicate por la igualdad: tal y como explicaban en la propia guía, no se trataba únicamente de un manual de sitios seguros, sino de una forma de aislarse del racismo cotidiano. Esto tenía una función extra: al hacer que los individuos de un colectivo oprimido se aíslen de los prejuicios negativos que conlleva su identidad, pueden prosperar culturalmente y ser más ambiciosos en sus logros. Algo tan sencillo como poder viajar por todo el país sin ser insultado es un empujón a la carrera de vendedores, abogados o artistas.
Culpar a la víctima: políticos de uno y otro signo animaban en aquellos años a los negros a comprar vehículos privados y evitar el transporte público para evitar discriminación y la segregación. Esta es la misma dialéctica que decirle a las mujeres que deben tomar especiales medidas en caso de querer caminar solas de noche en lugar de intentar hacer más seguros los espacios públicos para ellas. Las guías verdes cumplían, así, la misma función que las aplicaciones para avisar de tu llegada a casa o los espráis antivioladores: inventos que no deberían haber existido en un primer lugar.