Esto ya es el colmo de los objetos-trastos que no hacen más que ocupar espacio en el escritorio, pero que sin embargo te dejan un recuerdo en la memoria del tipo: "en cuanto tenga un hueco, me lo compro y ya verás cuando venga Juan a mi casa y lo vea".
Se trata de un afilador de lápices que se alimenta mediante la conexión USB del ordenador. Poco más que decir.
Vía | Akihabara.