Epson ha aprovechado este CES 2014 para lanzar la segunda generación de sus gafas de realidad aumentada Moverio BT-200, y nosotros hemos acudido a sus oficinas de Cerdanyola del Vallès para probarlas en persona y transmitiros nuestras primeras impresiones.
Hace cerca de dos años tuvimos la oportunidad de probar la primera generación de estas gafas, las BT-100, en un viaje en AVE. En ese entonces ya vimos la filosofía: unas gafas conectadas mediante un cable a una especie de "petaca" con un trackpad que permitía controlar la interfaz de un Android con nuestros dedos y albergaba parte del hardware y la batería. Ese Android, por cierto, es una versión para tabletas adaptada a las gafas para que los desarrolladores no tengan que especializarse demasiado con sus aplicaciones.
Las novedades de la segunda generación
Los cambios de la segunda generación mantienen ese concepto, pero con mejoras en el peso y las dimensiones de las gafas. Éstas siguen teniendo la apariencia de un gadget electrónico, pero "abultando" mucho menos que antes y pesando sólo 88 gramos. El trackpad es algo mayor (algunos botones han pasado a estar en el lateral) y casi se puede confundir con un smartphone Android con una superficie lisa en vez de una pantalla.
La batería sigue durando seis horas y su almacenamiento aumenta a los 8 GB conservando la capacidad de ampliación a los 32 GB mediante una tarjeta SD externa. El procesador es ahora de 1,2 GHz, y cuenta con 1 GB de memoria RAM. Donde las Moverio BT-200 tambalean un poco es en la cámara, una VGA de 640x480 píxeles. Epson no quiere que sus usuarios tomen fotografías con esta cámara, simplemente quieren que seamos capaces de detectar objetos en beneficio de la realidad aumentada. También contamos con un giroscopio, una brújula y un acelerómetro que trabajan para medir todos los movimientos de nuestra cabeza; cosa que he probado en algunos juegos basados en estos gestos con algún que otro mareo.
Usando las gafas Movero BT-200
Puestas, las Epson Moverio son cómodas. No al nivel de unas gafas normales (y menos cuando tienes que probarlas con tus gafas de miope total por debajo de ellas), pero lo suficiente como para cumplir su cometido. Ahora bien: tras unos minutos con ellas puestas hay cierta sensación de incomodidad, así que para ver una película lo mejor es estar sentado y en una habitación oscura. Lo que ha mejorado mucho es el audio, ahora mediante unos auriculares in-ear, y el cable de las gafas al controlador no estorba en absoluto:
En cuanto a la imagen, hay que concentrar la vista en la interfaz para poder verla nítidamente. Se sitúa al centro de nuestro campo visual, aunque vemos sin problemas el resto del mundo real que no rodea. La sensación de perspectiva está muy conseguida, llegando a percibir una enorme pantalla de 230 pulgadas si dirigimos la interfaz que vemos hacia una pared lejana.
Las tres dimensiones se aprecian sin problemas y sin mayor complicación que con las gafas de una sala de cine cualquiera, pudiendo alternar entre las dos y tres dimensiones con un botón en el controlador. Pero a nivel global y como con el peso de las gafas, la vista se puede cansar ligeramente.
En manos de los desarrolladores y enfocadas en el mercado profesional
Como con todo, la palabra final la tienen los desarrolladores. Las gafas Moverio BT-200 prometen un avance en el mercado de estas gafas, pero siguen enfocadas a un mercado más profesional que el general. La calidad y la resolución no pueden competir con la de las pantallas convencionales, y la comodidad y dimensiones aún tienen que mejorar como para que el usuario de a pie considere comprarlas por su precio de 699 euros en cuanto aparezcan el próximo mes de mayo.
Hay que darse cuenta, no obstante, de la mejoría que han tenido esas gafas de la primera a la segunda generación. Las Moverio BT-200 hacen que las BT-100 parezcan un cachivache, y dejan claro que los próximos años prometen para este tipo de dispositivos.
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