Cada vez tenemos más dispositivos conectados a la red local y a Internet en nuestras casas que nos piden más y más ancho de banda, mínimas latencias y capacidad para transmitir secuencias de datos en streaming sin cortes ni interrupciones. En un mundo ideal tendríamos toda la vivienda cableada con una red gigabit, sin interferencias ni problemas de falta de cobertura.
Sin embargo, en la mayoría de los casos lo habitual es que hayamos recurrido a enlaces inalámbricos basados en tecnologías WiFi, más rápidos, invisibles y sencillos de instalar, pero de los que probablemente no estemos obteniendo el rendimiento deseado en todas las habitaciones o estancias del hogar. ¿Qué podemos hacer?, ¿cómo puedo llevar la conexión WiFi a todos los rincones e incluso al jardín sin problemas de cobertura?
Luchando contra la distancia, los obstáculos e interferencias
Los principales problemas que vamos a encontrarnos en una red WiFi doméstica son los relacionados con las interferencias, los obstáculos y la distancia al punto de origen de la señal, que normalmente será el lugar donde coloquemos el router o punto de acceso principal.
La potencia de nuestra señal inalámbrica tiene una relación inversamente proporcional a la distancia. Es decir, cuanto más lejos tengas el punto de acceso inalámbrico de la habitación a la que quieres llevar la cobertura, menor será la velocidad y la calidad de la conexión. De ahí la importancia de elegir correctamente la ubicación de la fuente de la señal inalámbrica.
Cuando instalamos, o el técnico de la operadora viene a casa y nos instala el router básico de serie, solemos hacerlo cerca de donde está el PTR (Punto de Terminación de Red) en conexiones ADSL o justo al lado del ONT (Optical Network Terminal) en el caso de la fibra óptica. Si este punto no está situado en el centro de la vivienda, la distribución de la señal WiFi será irregular y probablemente tendremos problemas en los rincones más alejados.
De ahí la importancia de elegir un punto central en el hogar para ubicar el router, aunque tengamos que pedir a nuestra operadora que nos instale la línea telefónica, de cable o de fibra unos cuantos metros lejos de donde sería lo habitual. Normalmente es posible hacer esta petición, aunque nos cobraran un extra por cada metro adicional de instalación que deseemos.
Los obstáculos también suponen un serio problema para el buen funcionamiento de la red inalámbrica. Cuantos más objetos haya entre el punto de acceso WiFi y el dispositivo que queramos conectar (muebles, paredes, ventanas, techos y suelos si estamos hablando de varios pisos), mayores serán las dificultades para lograr un enlace estable y de calidad.
En la mayoría de los casos no es un factor que podamos controlar con facilidad, aunque si podemos intentar colocar el router alejado de paredes, rincones y sobre todo evitar tenerlo empotrado en algún mueble, rodeado por casi todos sus lados.
Por último, no conviene dejar al azar o a una configuración predeterminada en el software del router la selección de los canales WiFi. Se trata de los "carriles" por los que van a viajar nuestros datos en cada banda de frecuencias y si están saturados o presentan interferencias por las conexiones de los vecinos sufriremos problemas de acceso, un menor rendimiento, cortes o descensos en la velocidad de navegación.
Da igual que cambiemos el router de la operadora por uno carísimo de otra marca, que nos compremos un ordenador más potente o que instalemos fibra óptica de nueva generación. Si estas interferencias en los canales WiFi son muy elevadas probablemente nunca logremos una buena velocidad. ¿Se puede solucionar? Pues no siempre, pero os recomiendo comprobar cómo de saturados tenéis los canales WiFi y probar algunos cambios antes de correr a la tienda a comprar dispositivos externos que tal vez no solucionen el problema.
Cambia de router o compra un punto de acceso inalámbrico
Si tras colocar el router en una posición óptima dentro de casa y verificar que tenemos el mejor canal posible seleccionado seguimos con problemas de conectividad y pobre velocidad, puede que tengamos que plantearnos renovar alguno de los equipos de red que ya tenemos instalados.
La mayoría de usuarios llevamos ya un tiempo conectándonos a Internet desde casa, lo que implica contar con diferentes routers, adaptadores, amplificadores o extensores instalados que probablemente se hayan quedado obsoletos en cuanto a estándares, protocolos o incluso conexiones Ethernet se refiere. Por ello, una de las fórmulas para mejorar la conectividad WiFi en la vivienda pasa por actualizar estos componentes con otros más modernos a la última en prestaciones.
El primer punto en el que fijar nuestra atención es el router que nos proporciona nuestra operadora y que hasta hace unos años no solía brillar precisamente por sus especificaciones técnicas, o por lo menos no lo hacía si lo comparábamos con los que encontrábamos en la mayoría de las tiendas. Afortunadamente, la situación ha ido mejorando para los clientes de cable y fibra, y los últimos modelos suelen resultar más que suficientes para la mayoría de usuarios medios que no necesitan funcionalidades avanzadas.
Aún así, siempre hay margen de mejora sobre todo en el apartado de la red WiFi, pudiendo optar por un modelo nuevo, más moderno y con prestaciones renovadas o directamente por un punto de acceso inalámbrico que funcionará sustituyendo a la red WiFi generada por el router de nuestra operadora.
Si optamos por un router nuevo, la instalación debería ser tan inmediata como conectar el nuevo router al módem o router de la operadora por medio de alguno de los puertos Ethernet que tenga disponible. Después desactivaremos la red WiFi del equipo de la operadora (que seguirá dándonos salida a Internet) y activaremos la conexión inalámbrica del nuevo router que hayamos comprado.
Para mejorar la red WiFi no siempre es necesario comprar un router, puede ser suficiente con adquirir un nuevo punto de acceso inalámbrico
En el caso de preferir un punto de acceso inalámbrico, generalmente más económicos que un router nuevo, lo que estaremos haciendo es básicamente crear una red WiFi adicional (por supuesto deberemos apagar la que genera el router de la operadora para que no haya interferencias).
Son dispositivos más sencillos que un router, sin funcionalidades avanzadas, generalmente solo con uno o dos puertos Ethernet y cuya única misión es crear una red de área local inalámbrica (WLAN) conectándose al router principal de casa por medio de un cable Ethernet y proyectando su propia señal WiFi.
En las tiendas encontraréis multitud de modelos tanto de routers como de puntos de acceso, compatibles con múltiples estándares. Aunque ahora mismo si queremos un equipo que esté a la última unos cuantos años deberíamos apostar por un modelo compatible con WiFi 6, que comenzaron a llegar al mercado el año pasado y van creciendo en popularidad gracias a sus múltiples ventajas.
WiFi 6 (antes conocido bajo el nombre de protocolo 802.11ax) es un estándar retrocompatible, de modo que un dispositivo con esta nueva versión puede conectarse a redes con protocolos más antiguos (por ejemplo WiFi N o AC, ahora conocidas como WiFi 4 y 5 respectivamente), aunque en este caso no aprovecharemos todas sus novedades.
Para ello es necesario que tanto el router como el dispositivo cliente (por ejemplo, el móvil, el PC o la tableta) sean compatibles con WiFi 6. En cuanto a sus ventajas, son principalmente tres: una mayor velocidad, un mejor funcionamiento cuando hay muchos dispositivos conectados a una misma red y una mejor eficiencia energética.
Por ejemplo, la velocidad de conexión máxima teórica que pueden proporcionar asciende hasta los 9,6 Gbps (un 40% más rápida que la de WiFi AC) y con una reducción de la latencia de hasta el 75% gracias al uso de la modulación 1024-QAM. WiFi 6 puede funcionar tanto en 2,4 como en 5 GHz, a diferencia de WiFi 5 que lo hacía solo en 5 GHz.
Además, el estándar soporta otras mejoras técnicas como el uso de OFDMA, un perfeccionado MU-MIMO y la Coloración BSS, logrando proporcionar al usuario múltiples canales de comunicación de forma simultánea para abastecer a diferentes dispositivos al mismo tiempo, por ejemplo varios teléfonos móviles, tabletas, smart TV, ordenadores, etc.
Instala un extensor WiFi o un PLC con WiFi
La siguiente gran opción que tenemos para mejorar la calidad de nuestra red WiFi pasa por utilizar algún tipo de extensor, regenerador o amplificador de la señal existente para que incrementemos así la cobertura, potencia y estabilidad en los lugares más recónditos de la vivienda. Aunque si sois un poco manitas y contáis con routers viejos guardados en un cajón podéis haceros vuestro propio sistema para ampliar y mejorar la red, lo más cómodo es recurrir a algún dispositivo fabricado justamente con este propósito, más fácil de instalar y probablemente con mejor resultado.
Los más sencillos que podemos encontrar en el mercado son únicamente regeneradores-amplificadores de la señal. Es decir, detectan la red WiFi que tengamos funcionando, copian sus parámetros más importantes como el identificador de red y los protocolos de seguridad y crean una nueva señal regenerada con el máximo de potencia para ampliar así la cobertura.
Su instalación suele consistir básicamente en sacarlos de la caja, enchufarlos en un punto de la casa en el que tengamos señal pero ésta comience a ser débil y ya está, por lo general no habrá que hacer mucho más. Suelen resultar muy útiles en viviendas de tamaño medio o pequeñas para llevar la señal WiFi a las habitaciones más alejadas sin muchas complicaciones.
Los extensores WiFi dan buenos resultados en viviendas pequeñas, pero pueden no ser suficientes para casas con varios pisos, siendo más recomendable un PLC con WiFi
Sin embargo, este tipo de equipos no suelen dar buen resultado para cubrir por completo viviendas grandes, con formas muy alargadas o irregulares, en casas unifamiliares con múltiples plantas, con jardines grandes etc. donde no llegue bien la cobertura del router original.
En estos casos puede que un solo extensor WiFi no sea capaz de regenerar adecuadamente la señal si el punto donde lo situamos está ya fuera del área de cobertura, necesitando la instalación de varios de ellos para cubrir todo el área y reduciendo así su principal ventaja de bajo coste. Además, el rendimiento en velocidad será inferior al de otras soluciones en kit como las que veremos en los próximos apartados.
Otra opción para cuando necesitamos cubrir grandes distancias o múltiples plantas son los adaptadores PLC con capacidades WiFi. En este caso tendremos dos dispositivos que crean un enlace directo entre sí utilizando la red eléctrica del hogar. Para ello uno de los adaptadores va conectado directamente al router por cable Ethernet y el otro es el que deberemos enchufar en la habitación en la que queramos tener cobertura WiFi.
Este adaptador se encargará de crear una red propia que abastecerá de conectividad a los dispositivos inalámbricos, sin depender de la red WiFi original del router principal. Son más caros que un simple extensor de señal ya que necesitaremos como mínimo dos adaptadores, y las velocidades obtenidas dependerán del estado de la red eléctrica de la casa y de las interferencias de otros electrodomésticos que tengamos enchufados, aunque en general si optamos por modelos modernos con velocidades de más de 1 Gbps deberíamos obtener un buen resultado.
Pásate a una red WiFi en malla o Mesh
Una de las opciones que más protagonismo está cobrando en los últimos años a la hora de mejorar la conectividad inalámbrica dentro de los hogares son las redes Mesh o redes en malla, capaces de ofrecer una cobertura y unas funcionalidades mejoradas con respecto a las soluciones anteriores, aunque con un coste más elevado.
Las redes WiFi de tipo Mesh están formadas por un router o estación base principal que se conecta con el router de la operadora para tener salida a Internet y por una serie de satélites o puntos de acceso que se comunican entre ellos por medio de un enlace cableado o inalámbrico con ancho de banda propio o compartido con los datos de usuario, dependiendo del modelo.
De este modo se conforma, de cara al usuario final, una única red inalámbrica con el mismo SSID y contraseña. Es decir, podemos tener varios nodos repartidos por la casa pero nuestros equipos los verán como una única red WiFi y se conectarán automáticamente sin que tengamos que andar eligiendo.
La principal ventaja de una red en malla con respecto a otras soluciones más básicas reside en la gestión avanzada de los elementos que forman la red. Así, un sistema Mesh es capaz de conocer el estado de los nodos y su tráfico para redirigir nuestra conexión automáticamente al que ofrezca más velocidad y estabilidad en cada momento, y no al más cercano como sucede con los extensores de red o los puntos de acceso.
En general se trata de soluciones más caras que comprar un simple repetidor WiFi, pero los resultados obtenidos, las velocidades y la cobertura lograda también son mucho mejores. Los nodos suelen ser relativamente discretos, con antenas internas y poco llamativos, estando pensados para pasar desapercibidos en las habitaciones en donde los instalemos.
Además, son sistemas ampliables de forma que si en el futuro necesitamos mejorar la cobertura en otra habitación o planta de la casa solo tendremos que adquirir un nuevo nodo adicional o equipo compatible con el sistema que hayamos comprado.
Ver 85 comentarios