23andMe llegó a tener un valor de más de 6.000 millones de dólares. La empresa especializada en información genética y muestras de ADN era una de las sensaciones de Silicon Valley, pero va camino de convertirse en una auténtica catástrofe a nivel de privacidad para todos los que confiaron en ella.
El pasado mes de octubre, 23andMe confirmó de que había tenido una brecha de seguridad y que los datos de 7 millones de personas se podían acceder desde la DarkWeb. En esa filtración oficialmente no se filtraron los datos genéticos directos del ADN de los usuarios, pero tuvo una consecuencia inevitable: la confianza en 23andMe se derrumbó y la cotización en bolsa de la compañía se ha desplomado desde entonces.
En los últimos seis meses, la cotización de 23andMe ha caído más de un 60% y su capitalización bursátil está ya en unos 330 millones de dólares. Una tendencia a la baja que no da signos de cambiar.
Esta situación no es sostenible, hasta el punto que el Nasqad ya alertó en noviembre a la compañía que serían eliminados del índice si su acción cotiza por debajo del dólar durante mucho más tiempo.
El boom inicial, con millones de personas realizando sus tests del ADN, ha pasado. Según describe el Wall Street Journal, tras unos años los clientes de 23andMe explican que los informes de la compañía no les han sido útiles.
La caída en la confianza en materia de privacidad y la falta de interés han llevado que los ingresos de 23andMe caigan y tengan unas pérdidas operativas de 188 millones de dólares. Esta pérdida de la confianza no solo viene por parte de los clientes, también de sus propios inversores que han reducido su capital.
La cotización tan baja de 23andMe supone otro riesgo añadido. Cualquier inversor con gran interés podría llegar a realizar una adquisición a precio de saldo. Por poco más de 200 millones de dólares se tendría acceso a una base de datos de más de 14 millones de personas.
Según alerta Will Manidis, CEO de ScienceIO: "la regulación que tenemos ahora está tan profundamente arraigada en la oncología de precisión de la década de 2010 que no está en absoluto preparada para abordar lo que realmente significarán las ventas de datos sanitarios".
Una falta de control que abre la puerta a la posibilidad de que la situación con 23andMe sea aprovechada por otra empresa con una estrategia para estos datos muy distinta de la original.
Imagen | Hong Chang Bum
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