Recibos de compra, búsquedas en Google, cintas de videovigilancia y la geolocalización de su teléfono móvil. La tecnología y su capacidad para rastrear a cualquier usuario ha vuelto a demostrar uno de sus grandes beneficios, el de ayudar a detener a un asesino. Ha pasado en Austin, Texas, donde un individuo ha tenido en vilo a la población enviando hasta cinco paquetes bomba con los que asesinó a dos personas e hirió de gravedad a otras dos.
Según ha informado la CNN el principal sospechoso ha muerto tras hacer detonar una bomba en su coche cuando la policía le estaba persiguiendo. Pero para llegar hasta él, la policía ha tenido que recurrir al ingenio y la tecnología... y a un total de 500 agentes para investigar 435 pistas y entrevistar a más de 250 personas.
Ni es la primera vez ni es la última que las autoridades recurren a estos recursos tecnológicos para indagar en los datos personales de los sospechosos y acabar deteniéndolos. Pero el relato de cómo se ha llevado a cabo la investigación sirve para poder echar un vistazo a cómo puede utilizar la policía estas herramientas para en casos extremadamente peligrosos.
Tecnología para atrapar a un asesino
Después de tres semanas tratando de identificar al responsable de las bombas, los investigadores se dieron cuenta de que todas las que habían sido utilizadas tenían una cosa en común: habían sido fabricadas con ingredientes comunes del hogar.
Al darse cuenta de esto, empezaron a revisar los recibos y registros de ventas de las grandes tiendas al por menor y locales de venta de la ciudad de Austin. Buscaban compras sospechosas relacionadas con los ingredientes que habían sido utilizados para fabricar las bombas, y esta investigación les ayudó a obtener "evidencias críticas" que apuntaron a Mark Anthony Conditt, el principal sospechoso de los asesinatos.
Pero como no era suficiente, las autoridades utilizaron órdenes federales de búsqueda para obtener su dirección IP. Con ella pudieron infiltrarse en su ordenador, descubriendo que Conditt había realizado búsquedas "sospechosas" en Google. Esto les ayudó a confirmar que evidentemente podría ser el responsable de las bombas, lo que les permitió poner el foco exclusivamente sobre él.
A continuación, con las descripciones de los testigos la policía desarrolló un boceto de su aspecto, y con el metraje de las cámaras de seguridad de una de las oficinas de FedEx desde las que envió una de las bombas, pudieron terminar de confirmar su identidad y que se trataba de él. Ahora sólo quedaba pasar a la acción, y para ello utilizaron el móvil del propio asesino.
Concretamente la geolocalización de su móvil, que les llevó a un hotel a las afueras de Austin donde encontraron el coche que los testigos habían identificado como el del sospechoso. Cuando lo encontraron, la idea era la de esperar refuerzos para tratar de cogerle con vida según han declarado las autoridades, pero todo se precipitó cuando Conditt huyó del hotel con su vehículo.
Según las autoridades se inició una persecución hasta que, poco después, el hombre detuvo su vehículo junto a la carretera. Dos agentes se aproximaron a él y se inició un tiroteo, lo que llevó al sospechoso a detonar un explosivo que había colocado en su coche. El explosivo hirió a uno de los agentes y acabó con la vida de Conditt.
Estamos muy acostumbrados a ver cada día el lado negativo de cómo las autoridades utilizan nuestros dispositivos tecnológicos para espiarnos sin nuestro permiso. Sin embargo, casos como este nos ayudan a ver que todo esto también puede tener un lado positivo.
Vía | CNN
Imagen | Kurt Bauschardt
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