Se lo conoce como acuerdo de ingresos compartidos (ISA, siglas en inglés de income share agreement) y es una modalidad de financiación de estudios privados con bastante recorrido en Estados Unidos, pero en España es relativamente nueva. Con ella, el estudiante tiene la posibilidad de hacer el curso que quiere aunque no tenga el dinero necesario ni avales para pedir un crédito al uso: lo único que debe hacer es comprometerse a entregar un porcentaje fijo de su futuro sueldo a la empresa que le ha pagado el curso.
El sistema, que en España ofrece la startup financiera StudentFinance desde 2019, se está empezando a extender en nuestro país, especialmente en escuelas de estudios tecnológicos y bootcamps. Esta empresa emergente establece convenios con las academias para que incluyan su acuerdo de ingresos compartidos entre las opciones de pago que dan a los alumnos. Por el momento, se han asociado de esta manera con 28 centros educativos privados españoles, según datos facilitados por la propia compañía a Xataka.
Una de esas escuelas es Ironhack. Victoria Fernández, admissions manager de esta academia, explica que decidieron ofrecer este tipo de acuerdos porque "es una buena opción para alguien que, sin algo así, no podría siquiera plantearse hacer el curso. Con este sistema no tienen que tener ahorros, y les da la tranquilidad de que, hasta que no consigan unos ingresos mínimos, no pagan nada".
Otras academias tecnológicas, en cambio, no ven claro que vaya a funcionar en nuestro país. "En España no hay tradición y puede haber cierta inseguridad jurídica. Además, los sueldos iniciales aquí son bajos, en EEUU y Reino Unido los salarios permiten mejor ese tipo de acuerdos", explica Sebastián Barajas, fundador de Ubiqum Code Academy.
Los peligros del ISA
La inseguridad a la que hace referencia Barajas está relacionada, fundamentalmente, con los intereses de estos préstamos. La Ley de contratos de crédito al consumo de España especifica, entre otras cosas, que las entidades financieras están obligadas a proporcionar en el contrato el tipo de interés aplicado y la tasa anual equivalente. Sin embargo, StudentFinance, para empezar, asegura que sus productos financieros no tienen intereses, y después habla de una figura que denomina 'cap', que es de donde sacan beneficios y puede sumar hasta un 50% de coste al valor inicial del curso.
Según cuentan desde la startup, el cap es un valor variable que depende de los ingresos que consiga el estudiante durante el periodo en el que tiene que pagar la deuda, generalmente entre 36 y 48 meses después de obtener el trabajo. De esta forma, aseguran, cuanto más ganan sus clientes más pagan, hasta un límite fijado en el contrato, mientras que si el salario es bajo el porcentaje pagado es menor.
Intereses con una tasa variable, al fin y al cabo, pero con otro nombre que puede despistar a incautos y que en países en los que este tipo de acuerdos tienen mayor tradición, como en Estados Unidos, ya han ocasionado algunos problemas. De hecho, según la revista Forbes en su edición estadounidense, el principal riesgo de los ISA es, precisamente, que el estudiante puede acabar pagando un precio bastante más alto del que inicialmente tenía el curso o del que habría afrontado con un crédito tradicional.
"Endeudarte para estudiar un curso es una mala idea per se, a menos que tengas muy claro que el curso que vas a hacer te gusta y lo vas a terminar seguro, que los costes financieros asociados son asumibles una vez te incorpores al mercado laboral y que esa deuda no va a lastrar tu propio desarrollo económico futuro, condicionando dónde vas a vivir y desarrollar tu vida. Si no cumple esas premisas, no es recomendable en absoluto”, señala Remo Domingo, experto en finanzas y director de iasesoria.com.
Desde Ironhack, sin embargo, explican que han elegido ofrecer este tipo de acuerdos precisamente porque da más posibilidades con menos riesgos a sus alumnos. "Nos gusta este modelo porque pensamos que se adapta a la realidad de nuestros estudiantes en cada momento. Pagan cuando tienen trabajo y pueden hacerlo, lo que es muy importante especialmente en un contexto como el actual. Jamás aceptaríamos un modelo que endeudara a nuestros estudiantes", explica Tiago Santos, manager general de la escuela en Barcelona.
Por todo esto, los expertos consultados por Xataka subrayan que, de optar por un acuerdo de ingresos compartidos, es muy importante leer al detalle todo el contrato, para que el estudiante no se encuentre en el futuro con sorpresas desagradables.
Las condiciones
Con el acuerdo de ingresos compartidos la empresa crediticia no pide avales ni historial financiero. Por una parte, hace una entrevista personal al potencial alumno para conocer sus aptitudes y objetivos. Por otra, investiga las profesiones que más empleados cualificados demandan en el actual mercado laboral, o las que se prevé que lo hagan en los próximos años, y sólo concede créditos para estudiar esas disciplinas. Así, si el estudiante convence al entrevistador y opta a un curso con buenas salidas laborales, le concede el préstamo.
"Cualquier persona que sea mayor de 18 años, pueda trabajar en España y se encuentre motivado para trabajar puede optar por nuestro modelo de financiación", asegura Mariano Kostelec, CEO de StudentFinance.
Cuando la empresa financiera decide conceder el préstamo, el alumno firma un contrato vinculante por el que se compromete a pagar unas cuotas por un tiempo determinado, generalmente entre 32 y 48 meses, tras finalizar el curso y una vez consiga trabajo.
Según la información compartida por StudentFinance en su web, las cuotas no se establecen por una cantidad monetaria concreta, sino por un porcentaje fijo del sueldo que consiga el alumno en su futuro trabajo. En una de las escuelas que la startup anuncia en su página como socia, ese porcentaje es del 10%. Por lo tanto, si el sueldo que consigue el alumno varía en el tiempo en el que esté pagando el crédito, la cantidad que debe desembolsar también cambia.
StudentFinance asegura que establecen un monto límite para las cuotas mensuales, de tal forma que si el alumno consigue un empleo con una remuneración muy alta, no pagará más de lo establecido al mes. Del mismo modo, si el alumno consigue un empleo cuyo sueldo anual no supera un umbral preestablecido, por ejemplo, 20.000 euros netos al año, la financiera pospone el cobro de la cuota hasta que consiga una mejor remuneración.
El pago de estas cuotas no sólo se puede aplazar por baja remuneración, también se puede hacer en el caso de que se produzca una interrupción de los ingresos por desempleo o una reducción de estos por bajas laborales. Para poder acogerse a este aplazamiento, el estudiante tendrá que notificar a StudentFinance la reducción de sus ingresos y justificarla con algún documento.
En cuanto al plazo de vencimiento, los alumnos tienen diez años para completar el pago del curso y StudentFinance asegura que en el caso de que el estudiante no complete el pago en ese tiempo, por no tener ingresos suficientes con los que hacerle frente, quedaría exento de la deuda al cumplirse una década desde la firma del contrato.
¿Y si no terminas el curso?
Si todo va bien, el alumno termina el curso, le ha gustado la profesión que ha aprendido y encuentra un buen empleo, las únicas pegas de este sistema son contraer una deuda de monto variable durante tres o cuatro años y sus posibles sobrecostes respecto a créditos tradicionales.
Sin embargo, si el curso no está gustando al alumno y éste decide no terminarlo, los problemas crecen: la deuda se mantiene aunque no haya obtenido los medios laborales para hacerle frente. Desde StudentFinance señalan que, en función de la altura del curso a la que decida quitarse el estudiante, la cantidad adeudada podrá prorratearse o no.
"Existe una política de abandono dentro del contrato que indica que si el estudiante ha asistido a menos del 40% del programa, se prorratea la deuda, y si la asistencia es mayor al 40%, el candidato tiene que pagar la deuda completa. Los pagos, en cualquiera de las dos situaciones, se hacen de igual forma, el tanto por ciento fijo de sus ingresos brutos mensuales siempre y cuando supere el mínimo de ingresos establecido", explica Kostelec.
Y lo mismo ocurre si el alumno termina el curso, no le gusta la profesión que acaba de empezar a ejercer y decide probar con otra.
Empleos tecnológicos y digitales
En España, la única empresa que, de momento, se ha especializado en este tipo de acuerdos es StudentFinance. La startup señala que sólo pueden optar a esta financiación los alumnos de las escuelas con las que hayan llegado a acuerdos previamente, como Ironhack, Hack a boss, Neoland o Uxer School, porque las academias también tienen que someterse a estudios de viabilidad: deben convencerles de que sus cursos tienen salidas laborales. Por lo tanto, no conceden créditos a alumnos de otros centros.
Según datos de la startup, en la actualidad cuentan con unos 600 acuerdos de ingresos compartidos en vigor en nuestro país. El importe de estos créditos, explican, es muy diversos, y cubren desde cursos que tienen un valor de 650 euros hasta másteres que cuestan 14.000 euros.
Entre los cursos para los que ofrecen financiación se encuentran estudios de ingeniería de software, desarrollo web, ciencia de datos, diseño UX/UI, publicidad digital, ciberseguridad o blockchain.
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