Ante el peligro de despoblación al que se enfrentan muchas zonas rurales de Europa, multitud de pueblos del Viejo Continente han visto en la extensión del teletrabajo una oportunidad para atraer a nuevos habitantes y salvar sus viejas calles del abandono y la maleza. Muchos de estos municipios dibujan imágenes bucólicas de sí mismos para atraer a los trabajadores en remoto, ensalzando las virtudes del agro frente al duro asfalto sin más incentivos que la conexión con la naturaleza, pero otros, los menos, han optado por la vía práctica y ofrecen ventajas mucho más tangibles para los que se muden a ellos: conexión a internet de alta velocidad, alquileres reducidos y compensaciones económicas.
El caso más destacado es el de dos pueblecitos de Italia que ofrecen dinero al contado para que los teletrabajadores que se muden allí. Uno de ellos es Santa Fiora, en la famosa región de la Toscana, una localidad con menos de 3.000 habitantes que da hasta 200 euros al mes a todo el que quiera trasladar su domicilio a una de sus casas de piedra tostada y tejas rojizas, según han explicado a Xataka. Ese dinero se da en concepto de ayuda al alquiler, y está destinado a cubrir hasta el 50% del importe de arrendamiento en un municipio donde el inquilinato cuesta entre 300 y 500 euros al mes.
Así, si el teletrabajador encuentra una casa en alquiler por 300 euros en Santa Fiora, acabará pagando 150 euros. Para poder conseguir esta ayuda, la persona interesada debe certificar que tiene una ocupación que le permite trabajar a distancia mediante un certificado firmado por su empresa o un documento que justifique que es autónomo en el campo que afirma serlo. La subvención se concederá por un periodo máximo de seis meses, aunque es prorrogables bajo determinadas condiciones, y el pago de la misma se hará en una sola vez cuando el profesional termine su estancia en el pueblo.
El otro municipio que ofrece dinero a los trabajadores que se muden a él es Rieti, de unos 50.000 habitantes y a hora y media de Roma. Al igual que Santa Fiora, el ayuntamiento de esta localidad se ofrece a pagar hasta el 50% del alquiler a los teletrabajadores que se quieran trasladar allí y que puedan demostrar, con documentos de la empresa o de autónomo, que pueden desempeñar su labor a distancia. Los profesionales tendrán que permanecer al menos tres meses en la localidad para poder beneficiarse de la subvención.
En este pueblo los alquileres también oscilan entre los 300 y los 500 euros, y el consistorio no ha especificado si la subvención tiene un límite monetario como los 200 euros máximo que ha establecido Santa Fiora.
Tanto Rieti como Santa Fiora, además de crear programas de subvenciones, han instalado sistemas de fibra óptica de alta velocidad para asegurar la correcta conexión de los teletrabajadores que acojan.
Los pueblos de España
En nuestro país también hay un buen número de pueblos que buscan nuevos habitantes. Por el momento, muchos de ellos no se han centrado en el teletrabajo, sino en ofrecer alquileres baratos y puestos de trabajo para las personas que se muden a ellos, como la gestión de bares o comercios, con el foco puesto en las familias con hijos pequeños, que tienen más posibilidades de que les concedan la casa y el trabajo. De este tipo son las propuestas de municipios como Jabaloyas (Teruel), Grajera (Segovia) o Caracuel de Calatrava (Ciudad Real).
Pero también hay iniciativas rurales que buscan personas que se muden a sus pueblos para teletrabajar. Es el caso de Artieda, un pueblo de Aragón con apenas 80 habitantes que ha puesto en marcha un proyecto piloto para atraer específicamente a trabajadores en remoto. Para ello, han construido un coworking y ofrecen a diez profesionales de diferentes sectores la posibilidad de mudarse allí durante tres semanas de forma gratuita para probar la experiencia. El objetivo es que esas personas queden satisfechas con la prueba y decidan trasladar su vivienda allí definitivamente.
Una iniciativa parecida está llevando a cabo el ayuntamiento de Ansó, también en Aragón y con unos 400 habitantes, que está rehabilitando casas para que puedan vivir en ellas teletrabajadores a coste reducido -no especifican cantidades-, van a construir un coworking y están tramitando la instalación de fibra óptica.
Por lo demás, existen multitud de pueblos en nuestro país que, sin lanzar específicamente incentivos para teletrabajadores, reúnen las dos condiciones prácticas que toda persona que esté pensando en irse al campo a trabajar en remoto busca: conexión de alta velocidad y alquileres reducidos. Es el caso, por ejemplo, de Parada de Sil, en Ourense y con 600 habitantes, que ofrece arrendamientos por 150 euros al mes.
Y como la localidad gallega encontramos otras muchas, con alquileres por apenas 200 euros, como A Mariña Lucense (Lugo), Alfarnate (Málaga), Campasero (Valladolid), Fortiveros (Ávila), Jubrique (Málaga), Rabé de las Calzadas (Burgos) o Villayón (Asturias), entre otros. La lista completa de pueblos que ofrecen arrendamientos baratos e internet de alta velocidad se puede consultar en la web Vente a vivir a un pueblo.
Los pueblos de Europa
España e Italia no son los únicos países en los que las zonas rurales están buscando nuevos pobladores aprovechando las ventajas que les proporcionan las nuevas tecnologías. Al menos una decena de pueblos repartidos por países como Irlanda, Suecia, Francia, Croacia o Finlandia también están tratando de atraer teletrabajadores para que vivan y trabajen en ellos.
En Irlanda, el proyecto Ludgate ha unido a varios pueblos de la región de West Cork para formar una red coworking y atraer a teletrabajadores a esta región tradicionalmente turística y plagada de paisajes de verdes intensos y playas de aguas cristalinas. El precio medio de los espacios de trabajo es de 180 euros, en la media de este tipo de servicios en ciudades españolas como Madrid o Barcelona, pero más reducido que en la Dublín de las grandes tecnológicas.
En Francia, el pequeño pueblo de Lormes lleva varios años desarrollando un proyecto para reactivar la economía de esta localidad ubicada en la región de Borgoña, en el centro del país galo, en pleno Parque Natural de Le Morvan, de bosques frondosos y montañas brumosas. En esta localidad, los alquileres de apartamentos se sitúan, en general, por debajo de los 400 euros para teletrabajadores que se quieran mudar.
Vuollerim, en la Laponia sueca, es otro de los pueblos europeos que busca atraer a nuevos habitantes. Aunque los osados que quieran mudarse allí deben tener en cuenta que este municipio de tan sólo 700 habitantes se encuentra en el Círculo Polar Ártico, con temperaturas que pueden alcanzar los 20° bajo cero en invierno. Esta localidad no da información del precio de sus alquileres, pero sí señala que está rehabilitando espacios para acoger a teletrabajadores, para los que tiene pensadas incentivos, y cuentan con una conexión a internet de alta velocidad.
En Croacia, el pueblo de Babina Greda también ofrece alquileres baratos e internet de banda ancha para teletrabajadores, al igual que la pequeña localidad finlandesa de Raudanmaa. La lista completa de pueblos que están desarrollando proyectos para atraer a profesionales digitales en Europa se puede consultar en la web Smart Rural Areas.
El renovado atractivo de lo rural
El interés de los teletrabajadores por el campo y las buenas condiciones de vida que ofrecen los entornos rurales no es nuevo, tal y como ya explicamos en Xataka en 2019. Aunque es cierto que las duras condiciones del confinamiento por las que han pasado muchos españoles, encerrados durante semanas en pisos urbanos de pocos metros cuadrados, y la extensión obligatoria del trabajo en remoto como consecuencia de las medidas de distanciamiento social le han dado un nuevo y considerable impulso.
“No se trata de algo transitorio por la pandemia, sino que hay una tendencia estable y sólida, que se ha mantenido en los últimos seis o siete años, que habla de factores más profundos: la nueva forma de pensar de las generaciones jóvenes. Se está volviendo a mirar al campo como un terreno donde pueden sembrarse ideas innovadoras y en el que existen oportunidades muy interesantes, tanto profesionales como personales”, explica Alejandro Gómez, fundador de la consultora de negocios rurales Rural Promo.
Gómez asegura que en los últimos cinco años el número de consultas que han recibió de gente joven y con estudios superiores ha aumentado un 30%. “El encarecimiento de la vivienda, tanto de la compra como del alquiler, en las grandes ciudades, los atascos, el tráfico, la contaminación, la educación de los hijos en una carrera constante por llegar a todas partes, una alimentación poco saludable y, en general, una calidad de vida muy mejorable, están siendo algunas de las palancas del cambio que dirigen la mirada hacia los pueblos”, señala.
También explica que cada vez hay más programas de la Unión Europea para reequilibrar la balanza entre lo rural y lo urbano, con ayudas y subvenciones que están empezando a usar muchos ayuntamientos
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