Las Vision Pro ya están aquí. Son toscas. Pesan. Es imposible pasar un rato usándolas olvidando que las llevamos puestas. El campo de visión tiene margen de mejora y la batería no aguanta ni media jornada laboral, además de ser externa y colgar de un cable. Pero no se equivoquen: esta historia no termina aquí.
La experiencia inmersiva con ellas enamora, y la calidad de su imagen y su sonido son espectaculares, pero si las comparamos con productos maduros, como el smartphone o el reloj inteligente, las Vision Pro tienen mucho de prototipo. Lo cual no niega que el concepto de Apple tiene mucho futuro.
Ya lo hemos visto en el pasado.
Tu cara me suena
El primer iPod, de 2001, llegó con bastantes desventajas. Era bastante costoso, 400 dólares (unos 650 hoy si ajustamos por inflación), solo era compatible con Mac, su interfaz no dejaba ni buscar por artista o por género, la navegación por la biblioteca era tediosa y su pantalla era monocromática, por citar algunas pegas.
Eso no le impidió evolucionar con el paso del tiempo y desdoblarse en muchos modelos, la mayoría mucho más baratos. El iPod cambió la forma de escuchar música en movilidad y era a lo que casi todos los demás querían parecerse.
El primer iPhone, de 2007, era comparativamente aún peor. No tenía 3G, ni copiar y pegar, ni grababa vídeo. Su cámara tampoco tenía flash, no había cámara frontal y por no poder, no podía ni usar una imagen como fondo de pantalla.
Con los años se fue refinando y triunfó, pero aquel iPhone fue el móvil que definió el estándar físico de los smartphones. Un estándar que casi veinte años después sigue prevaleciendo, lo cual no quita mérito a Android ni a los fabricantes que apostaron por las grandes pantallas mucho antes que Apple.
Y el primer Apple Watch, de 2014, era poco más que un juguete. Era lento, tenía bastantes menos sensores que los actuales, no había forma de mantener su pantalla siempre encendida y ese panel tenía unos marcos del tamaño de Iowa. La competencia ofrecía baterías mucho mejores y hasta cámaras integradas en la correa.
Una década después, Apple es el rey de los relojes inteligentes y para muchos otros fabricantes es la referencia a seguir, también a nivel de diseño. Hay relojes con enfoques distintos, baterías mucho más satisfactorias o especializados en el deporte de alta intensidad, pero nuevamente, el estándar lo definió el Apple Watch.
Volvemos a 2024. Las Vision Pro tienen varias pegas y sobre todo un precio que directamente es una barrera para la mayoría, pero a largo plazo serán el germen de algo más. Hay cascos de realidad virtual y aumentada desde hace mucho, pero también había correo en el móvil antes de BlackBerry y apps antes del iPhone.
También había correo electrónico antes de Gmail y comercios electrónicos antes de Amazon. Si alguien ha demostrado poder impulsar las ventas de un producto de hardware y los de toda su categoría ha sido Apple.
Para los próximos años podemos esperar que en la segunda, tercera o cuarta versión de las Vision Pro haya problemas que se hayan ido resolviendo: un menor grosor, un menor peso, una correa al compás de esas reducciones o una batería integrada que nos deje ver 'El irlandés' y sus casi cuatro horazas sin andar mirando la hora con preocupación.
También una densidad de píxeles incluso superior a la actual que nos permita seguir reduciendo la brecha entre mundo real y mundo visto a través de sus cámaras, así como trabajar con texto sin que la nitidez sea un problema jamás. Y más casos de uso que hagan que las Vision Pro no sean una extravagancia, sino una opción más.
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