Han pasado exactamente 53 años desde que Seiko lanzara el primer reloj pulsera de cuarzo, el Quartz-Astron 35SQ. "Algún día, todos los relojes serán así”, decía el eslogan del producto que acabarían provocando un auténtico terremoto en el sector relojero. Los relojes mecánicos suizos, que hasta ese entonces habían dominado el mundo, empezaron a perder terreno frente a los mecánicos provenientes de marcas establecidas en Japón.
Décadas más tarde los relojes inteligentes se comieron una enorme parte del mercado de los relojes pulsera tradicionales. Lejos de desaparecer, estos dispositivos de corazón analógico siguen vivos, y no solo eso, también quieren reinventarse. Es que la tecnología subyacente ha permanecido prácticamente intacta en más de cinco décadas. La máxima “Si funciona, ¿por qué cambiarlo?” tiene razones para quedar obsoleta en este caso.
El mundo de los relojes híbridos clama por una nueva tecnología
Los relojes sí que se han ido actualizado con el paso del tiempo. Hoy vemos muchas propuestas con agujas que incluyen funciones de smartwatch. Así que podemos tener un accesorio con diseño clásico y podómetro, monitorización de frecuencia cardíaca y control del sueño. Ahora bien, si queremos reducir el tamaño de la caja nos encontramos con un enorme problema: los componentes de cuarzo típicos ocupan demasiado espacio.
Esto se debe a que los motores de tipo Lavet tienen límites de miniaturización. ¿Y si pudiésemos inventar un nuevo tipo de motor? La compañía francesa SilMach cree que es posible. De hecho, está trabajando en un sistema microelectromecánico de silicio (MEMS) para desarrollar un motor de reloj de pulsera completamente nuevo que promete ser el doble de pequeño y tres veces más eficiente que los tradicionales.
Si este concepto consigue prosperar, no solo podría aportar grandes beneficios a los relojes estándar, sino también a los híbridos, permitiendo una reducción de su tamaño u otorgando espacio en la caja para incluir otros componentes. La buena noticia es que el proyecto está avanzando y pronto podríamos ver productos comerciales con esta nueva tecnología, un cambio en más de cinco décadas en la industria relojera.
La tecnología de SilMach se basa en la arquitectura MEMS del ingeniero francés Patrice Minotti cuyo trabajo surgió de del primer motor electroestático por circuitos integrados diseñado por Richard Muller en la década de 1990. El mismo funciona con peines móviles que, producto del voltaje aplicado por la batería incluida en el reloj, se mueven por atracción electroestática y hacen funcionar las manecillas del reloj.
SilMach ha fabricado un reloj con este tipo de tecnología, el The Time Charger, aunque se trata de una versión limitada de 1.850 euros. La firma confía en seguir desarrollando esta tecnología para llevarla a otros fabricantes. Un punto importante a tener en cuenta es estos relojes conseguirán ser lo suficientemente económicos como para conseguir un despliegue masivo en el futuro. Con el tiempo lo sabremos.
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