Uno de los retos que los diseñadores de robots destinados al entorno doméstico, futuro no tan lejano ya, es que las máquinas sean capaz de tratar objetos delicados y variados adecuadamente. Si el objeto que tienen que manipular es cambiante, su tarea se complica sobremanera.
Boris, fruto de un desarrollo de cinco años y más de 400.000 euros en la Universidad de Birmingham, lo consigue hacer muy bien. Este robot se vale de numerosos sensores en su pequeña cabeza y robustos brazos para conocer en primer lugar el objeto que debe coger, y tras realizar en pocos segundos los cálculos necesarios, es capaz de cogerlo adecuadamente y colocarlo en el sitio previsto sin desastres de por medio.
Cargar un lavavajillas, un reto mayúsculo para un robot
La cabeza "pensante" de Boris se compone de tres ordenadores. Uno controla al propio robot, otro se encarga de recopilar y analizar datos procedentes de los sensores, y el tercero maneja exclusivamente el brazo que ha de realizar la acción.
En esa diminuta cabeza se incluyen hasta cinco cámaras. Dos cuentan con un gran angular para poder manejar la información general de todo su entorno, otras dos de alta definición se concentran en los detalles del objeto a recoger o mover, y la quinta es una cámara cuya misión es conocer la distancia al objeto en todo momento a modo de sensor de profundidad.
Toda esa información se procesa en uno de los ordenadores de su cabeza, que envía entonces la orden al brazo principal que incluye dos elementos esenciales: una mano con cinco dedos y una muñeca que modifica en tiempo real la distancia al objeto para ajustar al máximo la precisión del movimiento que ha ordenado su cabeza.
Boris está siendo probado en una tarea que parece baladí para los humanos pero que entraña numerosos retos para una máquina: cargar un lavavajillas. El robot no solo debe aprender a coger diferentes objetos con variados tamaños y formas de asirlos, sino también decidir en qué hueco del electrodoméstico puede tener cabida y colocarlo con precisión y cautela.
Boris sigue su desarrollo en la actualidad, y sus creadores confían en que este robot que cuesta más de medio millón de euros construir, pueda estar en la calle el año que viene.
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