El método más conocido para determinar si una máquina es inteligente (Inteligencia Artificial) es el llamado test de Turing. En él, por medio de una conversación con la máquina, si el humano no era capaz de detectar que estaba interaccionando con una máquina, podría darse por conseguido la superación del test creado por el matemático que ganó una guerra con su famosa máquina.
Una de las polémicas tecnológicas del año pasado tuvo como protagonista a un bot llamado Eugene, considerado por algunos como la primera máquina en superar el Test de Turing al haber logrado engañar a un tercio de los jueces que lo valoraron (el mínimo para considerar que ha superado el test).
Pero una buena parte de la comunidad fuerte en el campo de la inteligencia artificial no quedó convencida y de hecho plantearon que el Test de Turing no podía servir realmente para conocer el valor de la inteligencia de una máquina. Ahora proponen realizarle más pruebas a modo de olimpiada.
Montar un mueble, entre los nuevos retos para una máquina
En una conferencia en Austin (Texas) celebrada el mes pasado, una serie de los más destacados investigadores relacionados con la Inteligencia Artificial (científicos, lingüistas, psicólogos o neurocientíficos entre otros) determinaron que el Test de Turing no es un método realmente válido para discernir sobre la inteligencia de una máquina. Para ellos, este test debería ser retirado y dar paso a un conjunto de pruebas que pongan realmente de relieve las mejoras de las máquinas en campos como la visión artificial o el reconocimiento del habla.
Para este grupo, la determinación o no de la inteligencia de una máquina habría en enfocarla en una concepción más real de las habilidades humanas, determinada por un conjunto y no una sola faceta. Su idea nace de la Teoría de las Múltiples Inteligencias, un modelo propuesto por Howard Gardner en 1983 y que ve la inteligencia como un conjunto de inteligencias múltiples, distintas y semi-independientes.
¿Y qué tipo de retos proponen como alternativa al Test de Turing? Pues una batería de diferentes pruebas que incluyen algunas derivadas del Test de Turing, como la resolución de esquemas Winograd donde se pone a prueba la capacidad de respuesta de una máquina a preguntas complejas donde entran en juego el razonamiento de sentido común y el pensamiento lógico más que el puro conocimiento de datos sueltos.
También se plantea por parte de este grupo retos que impliquen contestar preguntas tipo test estándar, descifrar el significado de vídeos o imágenes, e incluso montar un mueble o elemento que implique unir varias piezas diferentes.
En este curioso test la máquina, que por ahora no requeriría ser un robot sino que podría ser solamente el "cerebro" que lo controla, debería poder identificar las partes de un mueble, leer e interpretar correctamente las instrucciones y finalmente montar el mueble, ya sea por medio de un brazo robótico o comunicando las instrucciones a un humano, momento en que se podría valorar también la parte de relación con humanos.
Vía | Nautilus.
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