Tiene 19 años, de origen hispano-brasileño, vive en Los Ángeles y aparte de modelo, ha comenzado su carrera como cantante. Lil Miquela ha aparecido en varias revistas de moda y marcas como Prada o Channel han colaborado con ella. Sólo hay un detalle a tener en cuenta, Lil Miquela no es real, se trata de un personaje generado por CGI. Aparentemente, para más de un millón de personas que la siguen en Instagram, es irrelevante.
¿Cómo es posible que un avatar en 3D consiga desde abril de 2016 un millón de seguidores? Curiosidad por parte de los usuarios, fascinación o simplemente porque se empatiza con ella, lo que está claro es que la estrategia les ha funcionado a sus creadores. Y es que @lilmiquela cumple con todo lo que uno espera de un influencer: se adapta a las últimas tendencias, acude a festivales, queda para comer o toma batidos y helados con sus amigos y se hace fotos con ropa de lo más variada. También selfies en el espejo. Mientras no se le preste importancia al hecho de que no es real, nada la diferencia de los demás.
Un equipo de artistas detrás que hace dinero a base de publicidad
El origen de este personaje ficticio está en la empresa Brud, especializada en robótica e inteligencia artificial aplicada al marketing. Una empresa basada en Los Ángeles que durante meses mantuvieron en secreto la autoría del avatar. De hecho, se hizo público mediante un comunicado oficial anunciando la ruptura de la colaboración con Lil Miquela.
¿Todo una campaña de marketing para dar a conocer su empresa? Probablemente, pero además de esto, el proyecto está tan bien resuelto que les permite ganar dinero mediante el mismo modelo de negocio que siguen otros influencers: publicidad por promoción de marcas. Lil Miquela lleva sudaderas de Diesel, camisetas de Coco Chanel o Adidas, incluso se hace fotografías con una enorme zapatilla de Balenciaga. También aparece en portadas de revistas, concede entrevistas y Prada promociona sus campañas con su imagen.
Todo esto se traduce en ingresos a base de publicidad. Lil Miquela y otros tantos avatares por el estilo son un producto que funciona y de momento han cogido un cachito del mercado a los influencers "reales". Por si fuese poco, TechCrunch asegura que la empresa ha conseguido levantar una ronda de financiación de millones de dólares recientemente.
Personalidades definidas y mucho CGI para empatizar con sus seguidores
Lil Miquela no es la única cuenta de Instagram generada por ordenador, tampoco la primera en hacerse popular. Shudu Gram presume de ser la primera supermodelo digital del mundo (según su biografía en la red social), en este caso no es un simple avatar en tres dimensiones, la atención por los detalles está llevada al extremo. Es una creación del fotógrafo Cameron-James Wilson y realmente cuesta darse cuenta de que no es una persona real.
Más curioso es el caso de @bermudaisbae, una estadounidense pro-Trump que ha tenido su rifirrafe con Lil Miquela. Llegó a "hackear" la cuenta de la modelo, aunque luego hicieron las paces. De revista del corazón.
Y sí, también hay con avatares hombre, por ejemplo la cuenta de @blawko22 con casi 30.000 seguidores. Ronnie Blawko aparece en varias fotografías junto a Lil Miquela, lo curioso de este avatar es que siempre trata de ocultar su rostro y especialmente la boca. ¿Será que cuesta más modelar en 3D labios y dientes o simplemente forma parte del carácter del personaje?
Hay muchos otros casos no tan estrictamente relacionados, donde un avatar virtual y en tres dimensiones sustituye al humano real. Louis Vuitton se atreve a promocionar algunos de sus bolsos con un personaje virtual. Y por supuesto, no nos podemos olvidar de la estrella del pop Hatsune Miku, un holograma que levanta pasiones en Japón.
Vía | BoF
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