Los sintetizadores de ordenador nos han demostrado que son capaces de hacer música con bastante precisión. De hecho, ya hay artistas computerizados como Hatsune Miku que son todo un fenómeno que demuestra que con tecnología se puede hacer un grupo que es capaz incluso de dar conciertos, virtuales, y ser un fenómeno de masas.
Ahora vamos a plantear esta cuestión de otra forma. Con tecnología, y ordenadores, se puede hacer música. De acuerdo. Pero ¿se puede hacer música con un grupo de robots? No sólo eso, vamos a ponerlo un poco más difícil, ¿serán capaces de crear una legión de fans y ser estrellas del rock? Tom Jenkinson apuesta que sí.
¿Cuándo llegarán las primeras robogroupies?
Jenkinson, Squarepusher para los amigos, nunca lo veremos en ninguna lista de grandes éxitos ni tampoco nos lo colará Spotify en los anuncios entre canciones y canciones. Su música se acerca más a lo experimental: mezcla de géneros, ideas nuevas con mucho peso del jazz y la electrónica. Quizá Aphex Twin o Boards of Canada os suena más, bien: su música va en esa línea.
Nuestro protagonista hoy se ha propuesto crear un grupo de robots que sean capaces de tocas los instrumentos que todos conocemos y aprovechar su habilidad y precisión mecánica para crear canciones que sería imposibles para cualquier músico. Nada nuevo a estas alturas: los robots son perfectos para realizar ciertas tareas.
Lo que empezó con el single “Sad Robots Goes Funny” se ha terminado convirtiendo en un álbum completo con el título “Music for robots”. Una mezcla bastante curiosa en la que me atrevo poco a opinar, que para eso tenemos a los compañeros de Hipersonica, expertos en la materia.
En lo respectivo a los que nos atañe aquí en Xataka, es un proyecto bastante fascinante aunque no el único. Por un lado es muy interesante lo que propone Squarepusher: hacer música que enganche y a la gente le guste. ¿Podemos definir las variables de un “temazo” para crear música? Tengo mis dudas.
Por otro lado tenemos la música en directo. Es cierto que en trabajo de estudio se cuida todo hasta el más mínimo detalle y sale un trabajo técnicamente bueno. Sin embargo luego están los conciertos. Eventos en los que no sólo ves a tus artistas más queridos, u odiados, sino en los que interactúas con ellos, hacen bises, cometen errores que hacen que la interpretación del tema siempre diferente.
¿Dónde queda todo eso en un tipo de música que parece completamente mecanizada? ¿Qué diferencia hay entre estos robots y los que trabajan en una fábrica de montaje? En lo personal me plantea bastantes preguntas y aunque puedan tocar música, dudo mucho si lo que están haciendo estos robots es arte. Eso sí, Tom Jenkinson es un figura.
Vía | FastCoLabs
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