La primera vez que intenté poner en práctica una receta de mi abuela todo era un dudas. ¿Cuánto es un puñado de arroz? ¿Y un chorrito de aceite? ¿Cómo se miden las pizcas? ¿Cuánto tiempo es "hasta que esté en su punto"? Es por eso que siempre me han gustado las medidas precisas y los tiempos de cocción, y por lo que pienso con una receta algorítmica se cocina mejor.
Y es que aunque la cocina tiene también mucho de arte, en la precisión radica el mayor porcentaje de su éxito. Es como una ecuación en la que intervienen ingredientes, tiempos y temperaturas, y cuyo resultado debe ser un rico plato que llevarnos a la boca. Siguiendo la misma analogía, esa ecuación podemos ir calculándola nosotros, o dársela a un robot de cocina para que él se encargue, aunque tampoco hemos llegado todavía al punto de que cocinen solos.
El origen de los robots de cocina
Aunque hay otras marcas con productos similares, cuando uno menciona el término robot de cocina, a todo el mundo le viene a la mente la Thermomix. No en vano, allá por 1972, la Thermomix VM 2000 fue el primer aparato en combinar la capacidad de calentar de las ollas programables con la capacidad de remover de las batidoras, mezcladoras y otros procesadores de alimentos de la época. Pero retrocedamos un poco más en el tiempo, y busquemos el origen de los robots o ayudantes de cocina.
Batidoras, mezcladoras y procesadores de comida
Aunque los primeros accesorios mecánicos de cocina datan de mediados del siglo XIX, el primer aparato eléctrico que podríamos considerar un ayudante de cocina es la también famosa KitchenAid (literalmente, ayudante de cocina), un mezclador eléctrico cuyo primer modelo para uso doméstico, el C-10, fue presentado en 1918 por The Hobart Corporation, aunque un modelo anterior para uso industrial, el H, llevaba unos años en el mercado, e incluso lo usaba la armada estadounidense.
También a principios del siglo XX empezaron a fabricarse las primeras batidoras, cuyas primeras patentes se remontan a 1922. Sin embargo, los inventos de Stephen J. Poplawski no se introdujeron en el mercado hasta los años 30, bajo la marca Hamilton Beach Company. Gracias a este tipo de batidoras se popularizaron los smoothies (batidos de fruta y hielo o leche) en los años 40.
En Europa tuvimos que esperar un poco más, pues hasta 1943 no se lanzó la Turmix Stanmixer y otros modelos similares de batidoras de jarra. La primera batidora de mano (o batidora de inmersión), sin embargo, no se inventó hasta 1950, obra del suizo Roger Perrijaquet, popularizándose rápidamente en todo el continente gracias a su pequeño tamaño.
Poco a poco la cocina se iba llenando de pequeños aparatos para realizar diferentes funciones, y tiene sentido que alguien decidiera unificar todos estos procesos en una única máquina. Así nace el mal llamado robot de cocina, que en realidad es todavía un mero aunque complejo procesador de alimentos. Su origen se remonta al año 1946, cuando la empresa alemana Electrostar introduce el Starmix, una batidora con un montón de accesorios diferentes cuyo verdadero éxito llegó en los años 60, de la mano de una versión posterior, el Starmix MX3.
También en los años 60, en Francia, Pierre Verdun decidió fabricar un robot de cocina que ayudara a los profesionales a ahorrar tiempo en procesos repetitivos como cortar o mezclar. Así nació Robot-Coupe, cuya versión doméstica llegó en 1971, bajo el nombre Magimix. Este mismo modelo, con algunas mejoras, también se distribuyó en Estados Unidos a partir de 1973, solo que con el nombre Cuisinart.
Ollas programables
Ya hemos llegado a los 70, época en la que apareció la primera Thermomix, y hasta ahora solo hemos hablado de aparatos que cortan, mezclan, baten y laminan, pero nada de cocinar, que es lo que completa de ecuación, así que volvamos a retroceder en el tiempo para ver cómo se consiguió automatizar el proceso de cocción.
Fueron los japoneses los primeros en desarrollar las primeras ollas eléctricas capaces de cocinar arroz en su punto. De hecho, estas ollas se conocen como "rice cookers" ya que su uso original era simplemente cocinar arroz, aunque luego su uso se haya extendido a otro tipo de preparaciones.
El primero de estos "cocinadores de arroz" lo usaba el ejército imperial japonés en 1937, que disponían de una cocina de campaña con uno de estos aparatos. Se trataba de un ingenioso sistema formado por una caja de madera y unos electrodos. La caja se llenaba de agua y arroz, y se aplicaba una corriente a través del agua, que hacía que esta hirviera. Al cocinarse el arroz y reducirse el volumen de agua, la corriente descendía, y simplemente mantenía caliente el arroz.
Obviamente, este sistema tenía muchos problemas, ya que los resultados variaban mucho en función de la dureza del agua o del tipo de arroz, por no hablar del alto riesgo de electrocución, así que el desarrollo de estos aparatos para uso doméstico fue por otros derroteros.
No fue hasta 1945 que Mitsubishi Electric no introdujo una olla con una resistencia capaz de calentar el arroz. Sin embargo, no era en absoluto automática, algo que sí ofrecía el modelo de Toshiba de 1956, que usaba una doble cámara para cocinar el arroz de forma indirecta y poder también controlar la temperatura.
La pega de ese diseño era que gastaba más electricidad y tardaba más tiempo, por lo que en la década de los 60 se desarrollaron diferentes modelos que se asemejan a las ollas de hoy en día, con un cuenco interior que se puede retirar y termostatos para regular la temperatura. A finales de los años 80 se empezaron a introducir microprocesadores para controlar el proceso, por lo que se podía controlar, personalizar y memorizar el proceso, abriendo el abanico a muchos otros usos culinarios más allá de cocinar arroz.
Thermomix y otros robots de cocina
Fue en los años 70 cuando se produce la fusión de las ollas programables y los procesadores de alimentos con la Thermomix VM 2000, producida por Vorwerk, una empresa de electrodomésticos alemana cuyo origen se remonta a 1883, aunque empezó como una empresa de alfombras.
Evolución de la VM 10, un invento francés similar a la batidora y adquirido por Vorwerk, la VM 2000 no era más que una batidora de pie que incorporaba un calentador, con el objetivo de facilitar a los franceses la preparación de sus queridas sopas y cremas, de ahí que fuera conocido como el "mezclador de sopas". No fue hasta 1980 que nace la serie TM con la Thermomix TM 3300, que ya incorpora muchas otras funciones y accesorios, permitiendo un mayor control sobre el proceso.
Obviamente, no es el único robot de cocina de este tipo que existe en el mercado. Dado su éxito, muchas son las marcas que han lanzado o han evolucionado sus productos para satisfacer la demanda y ofrecer alternativas al consumidor. Por ejemplo, Kenwood, la marca británica conocida por sus mezcladores, también tiene un modelo, el Kenwood Cooking Chef, que permite calentar o enfriar a la vez que se mezcla e incluye otros accesorios de corte.
Por mencionar otra marca, Moulinex también tiene un amplio rango de robots de cocina, desde ollas programables, mezcladores de sopa, batidoras, procesadores de alimentos... Recientemente ha lanzado un completo robot de cocina, Cuisine Companion, que corta, prepara y cocina todo tipo de recetas.
MyCook, de Taurus, también es una seria alternativa a la Thermomix. En esencia es básicamente lo mismo, con multitud de accesorios, velocidades y temperaturas, y con un precio más ajustado (unos 800 euros frente a los 1.000 que suele costar una Thermomix) La gran diferencia entre una y la otra es la forma que tienen de calentar, ya que el robot MyCook utiliza inducción.
Cocinando con un robot de cocina o una olla programable
Mucha gente piensa que un robot de cocina lo hace todo. Que podemos meter los ingredientes tal cual en la olla o en el vaso y él se encargará de todo. Poniendo un ejemplo extremo, que podemos echar las patatas sin pelar, el aceite y los huevos y el aparatito pelará las patatas, las cortará, las freirá, cascará los huevos y nos sacará una deliciosa tortilla de patata. Pues no.
Lo que hace un robot de cocina es hacer el proceso más sencillo y, sobre todo más preciso. Siguiendo el ejemplo de la tortilla, nos ayudaría a trocear las patatas y a freírlas exactamente en su punto y de forma homogénea gracias a sus varillas que remueven mientras se cocina. Incluso podríamos añadir los huevos cuajarla con precisión, aunque eso no es tan recomendable. Lo mismo podríamos hacer con una olla programable, solo que ésta no trocea ni remueve, solo calienta a una temperatura determinada durante un tiempo establecido.
Quizás la tortilla de patatas no es el mejor ejemplo de lo que pueden aportar aparatos de este tipo en la cocina. Un robot de cocina, por ejemplo, es extremadamente útil para cualquier tarea que implique calentar y remover al mismo tiempo. Por ejemplo, para conseguir una bechamel sin grumos es perfecta.
También es útil para tareas repetitivas como amasar o mezclar, así como también para picar o trocear alimentos. Aunque esto lo pueden hacer otros aparatos en la cocina, un robot de cocina permite aunarlos todos en uno.
Otro punto importante, que los robots de cocina comparten con las ollas programables, es la precisión. Y es que al poder ajustar con exactitud la temperatura (y la velocidad de giro de las varillas, en el caso del robot) y el tiempo de cocción según el tipo de preparación y el peso de los ingredientes, las probabilidades de éxito se multiplican.
Con un robot de cocina o una olla programable, la cocina se vuelve más ciencia que nunca. Se destierran las medidas imprecisas (como tazas, cazos y cucharaditas) y se abraza el sistema internacional (mililitros y gramos). También nos olvidamos de vaguedades de temperatura y tiempo como fuego medio, hasta que reduzca, hasta que se dore... y empleamos variables medibles, como unidades de potencia y tiempos exactos.
Cocinando de forma tradicional, puedes seguir un paso a paso con exactitud y, sin embargo, no conseguir el resultado deseado. Con un robot de cocina, si se hace caso de las indicaciones (peso de los ingredientes, velocidades, potencias, temperaturas y tiempos) el éxito está casi garantizado.
El futuro de los robots de cocina
Como hemos visto, los robots de cocina tal como los conocemos hoy en día llevan ya bastante tiempo entre nosotros, casi sin variaciones desde los 80. Cabe esperar que un futuro no muy lejano nos depare un robot de cocina que se parezca más a lo que la ciencia ficción nos ha estado prometiendo.
No hablo de un auténtico robot que nos prepare una deliciosa tarta al estilo de Yo Robot, sino de máquinas que hagan que cocinar sea poco más que apretar un botón. En ese sentido, un importante avance son las impresoras 3D, que también se están abriendo paso en el mundo de la gastronomía.
Así, por ejemplo, encontramos Foodini, una impresora 3D capaz de utilizar diferentes masas y salsas como "tinta", lo que nos permite dibujar nuestros propios platos y formas con precisión. Su intento de financiarse en Kickstarter fue fallido, debido a su alto precio y uso demasiado restrictivo. A fin de cuentas, simplemente dibuja con comida, ni cocina ni nada.
También hay otras impresoras que utilizan la esferificación para imprimir frutas al gusto, o incluso otras que pueden utilizar azúcar y chocolate para crear figuras geométricas. De momento apenas hacen florituras estéticas y están más pensadas para los profesionalesque para un uso doméstico, pero también lo fueron los primeros robots de cocina, y ahora todo el mundo tiene aunque sea una batidora en casa.
Otros caminos que se exploran son el de la cocina colaborativa, como este proyecto de los artistas Christian Isberg, Petter Johansson Kukacka Lasse Korsgaard y Carl Berglöf, que han creado una máquina con la que cinco chefs pueden cocinar de forma remota y colaborativa. En sí no tiene una gran aplicación práctica, pero la idea de una máquina conectada a internet a la que podamos indicarle qué queremos de comer al llegar a casa, es más que atractiva.
De hecho, sin llegar a la complejidad de un robot que cocine para nosotros, ya hay cafeteras que podemos controlar con nuestro smartphone para indicarle el café que queremos, incluso remotamente, como Top Brewer o Textspresso, que funciona con SMS, así que la idea de un robot de cocina que realmente lo haga todo por nosotros no es tan alocada, simplemente más compleja. Eso sí, habrá que esperar, mientras tanto, disfrutaremos de la cocina algorítmica de los robots de cocina actuales.
Imágenes | Cindy Funk, Katherine, Eric Hunt y Peter Potrowl
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