"Si aún estás pensando en qué estudiar, deja de darle vueltas y centra tus esfuerzos en algún sector relacionado con la inteligencia artificial". Estas son las palabras del profesor de la Universidad de Washington Luke Zettlemoyer, quien poco a poco está viendo que la demanda por expertos en IA se está volviendo una verdadera locura. Locura que ya se compara con las ligas deportivas más grandes del mundo y sus salarios de infarto.
Hace un año se daban los primeros indicios de esta tendencia, donde las universidades estaban ante una situación extraordinaria al no poder satisfacer la demanda de este sector, y donde las compañías tecnológicas ofrecían salarios estratosféricos con tal de retener este talento tan escaso. Hoy, un año después de este curioso fenómeno, la situación no ha hecho más que empeorar con pocos profesionales en el sector y salarios mucho, mucho más elevados.
Entre 300.000 y 500.000 dólares al año para recién egresados
Hoy día la carrera dentro de la inteligencia artificial no sólo se da en Silicon Valley, sino en todo el mundo. Se trata de un segmento en pleno crecimiento que hace que las compañías se estén preparando para su explosión en los próximos años. Algo que curiosamente no está siendo nada sencillo.
Debido a que existen pocos expertos en el tema de inteligencia artificial, las compañías están apostando todo por ellos al ofrecer salarios escandalosos que tan sólo en los recién egresados es de entre 300.000 y 500.000 dólares al año. Además, dependiendo de la experiencia se ofrecen acciones de la compañía, bonos y compensaciones que hacen que las cifras sean de al menos 10 millones de dólares con contratos de sólo cinco años.
Ejemplos de esto hay muchos, sólo basta ver el caso de Google que con su coche autónomo hizo que muchos de sus ingenieros renunciaran y fundaran sus propias compañías después de hacerse ricos en sólo un par de años. Aquí se destaca el caso de Anthony Levandowski quien trabajó en Google desde 2007 y que en 2016 fundó Otto, compañía de camiones autónomos que fue adquirida por Uber. Pues el señor Levandowski se hizo con más de 120 millones de dólares en sólo 9 años de trabajo en Google, es decir, más de 13 millones anuales. Aunque hoy día enfrenta una demanda por el supuesto robo de información confidencial.
Los sueldos son tan altos que están dejando fuera a las pequeñas compañías, para quienes es imposible competir con los grandes corporativos. Christopher Fernández, gerente de contrataciones en Microsoft, ha bromeado con el hecho de que esta situación necesita un tope salarial al estilo de la NFL, ya que así sería más sencillo contratar expertos en inteligencia artificial y no vivir con el miedo de que llegue alguien más grande y saque la chequera con más ceros.
Según Element AI, un laboratorio independiente con sede en Montreal, en el mundo existen cerca de 10.000 personas con las habilidades necesarias para afrontar problemas relacionados con la inteligencia artificial. Vamos, no se trata de crear una aplicación móvil, sino de resolver problemas y capacidad de análisis, y eso es lo que hace que estos puestos sean tan escasos.
Al no haber suficientes egresados el siguiente objetivo son los profesores
Andrew Moore, decano de ciencias de la computación de la Universidad Carnegie Mellon y quien también trabajó para Google, mencionó que esta situación no es para nada buena para la industria ni para la sociedad. Y a pesar de que se trata de un comportamiento racional por parte de las compañías, esto está provocando que el sector no crezca y se quede en sólo unos cuantos, que es una ventaja competitiva para esos pocos pero una tremenda desventaja para el resto.
De todos los fenómenos que están surgiendo ante esto, el más curioso es la contratación de académicos e investigadores de inteligencia artificial, esto ante la escasa oferta de egresados. Un movimiento que hará que haya aún menos profesionales en los próximos años, ya que esto está limitando, y matando, el sector educativo dedicado a la enseñanza de esta especialidad.
En los últimos cuatro años la Universidad de Stanford ha visto como cuatro de sus mejores profesores en IA se han retirado para irse a una compañía tecnológica, algo que también ha ocurrido en la Universidad de Washington donde seis de los 20 profesores de IA han aceptado puestos en alguna empresa de Silicon Valley. Este movimiento se presenta en otros institutos y sigue en aumento, sólo basta ver el caso de Uber quien contrató a 40 especialistas en IA de Carnegie Mellon, quienes ahora forman parte de su división de coche autónomo.
Curiosamente algunas de estas nuevas contrataciones académicas no son para trabajar en proyectos de IA, sino para ofrecer formaciones dentro de las mismas compañías, algo que actualmente están haciendo en Google y Facebook. Lo anterior se debe a que los conceptos básicos de deep learning no son difíciles de entender. La verdadera clave es saber adaptarlos en un entorno real y que sirvan para un fin, algo que se cree sólo algunos son capaces de desarrollar ya que se trata de un talento intuitivo que algunos llaman "arte oscuro". Y precisamente el ofrecer clases dentro de sus instalaciones les permite detectar a aquellas personas con dicho talento y aprovecharlas para diversos proyectos, es decir, todo se crea y se queda en casa.
Por otro lado, algunas compañías están cambiando la estrategia al contratar físicos y astrónomos con capacidades matemáticas, o bien, ingenieros en Asia, Europa del Este u otras regiones donde los salarios son más bajos. Como vemos, todo esto está provocando que las compañías estén mirando a todos lados, ya que ante la imposibilidad de conseguir expertos en IA lo siguiente es fichar lo más cercano a ello.
A pesar de todo esto aún existen personas que no está de acuerdo con todas estas medidas, un sector académico que se niega a trabajar en compañías tecnológicas. Luke Zettlemoyer de la Universidad de Washington recientemente rechazó un puesto en Google que le habría pagado más de tres veces su salario, que hoy día asciende a 180.000 dólares anuales. ¿La razón? Según Zettlemoyer, aún hay gente a la que realmente le importa seguir siendo profesor e impartir conocimiento, ya que de ellos depende el futuro.
Hoy día la demanda de profesionales de inteligencia artificial supera la oferta y por mucho. Según las estimaciones, esto no cambiará a corto ni medio plazo ya que los principales actores no están ayudando a que esto suceda o se haga un cambio importante.
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