Un año drone: de la evolución tecnológica a la polémica legislativa

Es probable que si en este 2014 hubiera que cerrar tres palabras, tecnologías o productos que han pasado a formar parte de nuestras conversaciones habituales, selfie y drone estarían seguro.

En esta ocasión nos vamos a quedar con la segunda: drone. Aunque inicialmente esta denominación se refería técnicamente a vehículos militares no tripulados, como ha pasado más veces, hemos adoptado este término para referirnos de forma coloquial básicamente a equipos de tipo cuadricópteros de uso civil. Y así se quedará ya para siempre con varios frentes abiertos para posibles usos no militares.

El drone repartidor y otros posibles usos de los drones

Esta gran fiebre por los drones seguramente se inició cuando Amazon, en algo que parecía inicialmente un broma, propuso utilizar drones como parte de su flota de equipos repartidores.

Amazon Prime Air, lejos de quedarse en una anécdota, se hizo relevante y fueron descubriéndose otros proyectos similares.

Uno de los ejemplos más avanzados nos lo dejó DHL, también del sector de la logística, que comenzaba este año un proyecto piloto para enviar con cierta urgencia material como medicinas o alimentos a una isla donde otra forma de llegar con mercancías es muy compleja.

Su drone repartidor alcanzaba a unos 65 kilómetros por hora la isla de 1.000 habitantes casi aislada por 15 kilómetros de mar.

Otro gigante que se ha propuesto probar con esto de los drones repartidores es Google. Winds es el proyecto dentro de su Google X que nos proponía en verano. Por ahora son pruebas en Australia, pero ojo, que estamos hablando de Google.

Esa idea de drone como servicio también se ha querido asociar a las emergencias. En Holanda, un estudiante de la Universidad de Delft propuso a este tipo de equipos como ideales para atender emergencias de forma rápida. No se trataría de un equipo de emergencias por sí mismo sino de apoyo con la misión de acercar a zonas complicadas material médico como un desfibrilador de cara una primera intervención.

Y se trata de asistencia no podía faltar el drone socorrista, otra idea que se ha lanzado este año y que tiene bastante recorrido por delante.

Siemens también nos confesó que lleva ya casi dos años desarrollando un servicio en el que un modelo concreto de drone es el elemento principal de un sistema de vigilancia y protección que les parece ideal para complementar a lo servicios clásicos.

Nuevos modelos de consumo de este año

De los modelos comerciales de drones con claro enfoque en el mercado de consumo, Parrot es en España una de las compañías más reconocidas. Este 2014 renovó su sistema AR Drone, referencia desde hace un par de año, con el nuevo Bebop, que incluía mejoras en la cámara, la facilidad de uso e incluso se le añadió un modo de control menos aficionado.

Otro modelo de drone comercial muy conocido, el DJI Phantom, también recibía su dosis de renovación con el modelo Inspire 1, un equipo de diseño futurista y donde se mejoraba el principal atractivo de estos equipos: la cámara. La del nuevo Phantom es capaz de grabar vídeo 4K y volar a 80 km/h.

No es un producto comercial como tal, pero fijaos la repercusión de los drones que hasta Renault nos lo ha planteado este año como un accesorio de un concepto de vehículo para cuando una visión más precisa del exterior fuera necesaria. Aquí se repite de nuevo la idea de una cámara voladora.

A vueltas con la legislación

La fiebre por los modelos de consumo (en tres años, solo en EEUU, se estima más de medio millón de unidades en el mercado) y la repercusión mediática de los anuncios de compañías como Amazon ha traído la inevitable consecuencia: una necesidad de regulación. Pero con muchas dudas y sin que por ahora parezca que ningún gobierno dabe muy bien cómo tratar el tema.

En EEUU, la FAA lo tiene bastante claro: por ahora nada de drones repartidores. De hecho han realizado una seria advertencia: los drones sin regulación están poniendo en serio peligro el tráfico aéreo en aquel país, con 25 incidentes entre vuelos de aviones y drones en unos pocos meses.

Si nos referimos a usos comerciales, para 2018 está previsto que sean unos 7.500 los que se muevan de forma regular por los cielos de EEUU. Una primera iniciativa para su regulación sería la que proponen desde la NASA.

En ella la base sería conocer con antelación la rutas de esos drones, las cuales serían enviadas a una base de control donde se le daría la aprobación para volar o no dependiente de rutas comerciales, vuelos de otros drones u obstáculos que se detectaran para cada ruta. Además, en caso de incidente o cambio de planes, los drones deberían llevar conectividad 3G para enviar esa nueva información al centro de control.

¿Y cómo está la situación en España? Pues hasta la llegada de la nueva legislación, el uso de drones civiles para fines comerciales estaba prohibido al ser considerados aeronaves (como recordó AESA en abril). Conforme se avanzó en la nueva regulación, entró en juego el llamado carnet de piloto de drones hasta que finalmente quedó aprobada una regulación para el uso de los drones con fines comerciales.

En esa regulación se establecía una categoría dependiendo de su peso (hasta 2 kg y hasta 25 kg) y se daban instrucciones sobre su uso a nivel comercial.

Un apartado muy importante reafirmaba la prohibición, salvo permiso especial, del uso de drones en núcleos urbanos o con población, como podría ser una playa. Además, tanto para los pequeños como para los grandes, la nueva normativa requiere que el piloto cuente con un carnet y un permiso de vuelo que debería solicitar con cinco días de antelación.

En caso de tratarse de un drone que vamos a usar en nuestro tiempo de ocio, entra dentro de la categoría de dispositivo de radiocontrol, pero en ese apartado hay más dudas que certezas sobre lo que se puede o no puede hacer con ellos, por lo que ante todo hay que tener precaución y nunca usarlos en zonas pobladas.

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