Tengo un iPhone 13 Pro Max: estos son los cinco motivos por los que mi próximo teléfono será el iPhone 15 Pro Max (o Ultra)

En breve tendremos a nuestra disposición una nueva generación de iPhone, el smartphone que nos hizo cambiar nuestra forma de interactuar con los teléfonos móviles. Ya sabemos que no van a ser dispositivos baratos, y menos si apuntamos a la gama Pro. Aunque soy un usuario bastante crítico con Apple, tengo claro que voy a ir a por uno, y de los más caros además. Aquí te cuento por qué.

Cuando se lanzó al mercado español el iPhone, yo era uno de aquellos usuarios convencidos de Nokia. Llevaba ya unos 6 ó 7 terminales de la marca finlandesa. En 2007, Apple lanzaba el primer iPhone, aquel que llamaron Edge y que no llegó a nuestro mercado, y a mí me pareció un gadget completamente prescindible. Era feliz con mi iPod Classic y prefería dispositivos dedicados.

Pero cuando por fin llegó a España el iPhone 3G, mi hermana compró uno, y tener aquel móvil en la mano lo cambiaba todo. No tardé ni un mes en sacar uno con el plan de puntos en Movistar. Desde entonces, he pasado por todos los modelos sin S en su nombre y he ido cambiando de iPhone cada dos años, excepto en una generación.

Dejé pasar ante mí el primer iPhone grande, el iPhone 6 Plus, porque entonces prefería los teléfonos pequeños. También comencé a ser usuario del iPad en aquella época, pero al pasar del iPhone 6 al 7, sí que me decidí a dar el paso y cambiar a los modelos grandes. El elegido fue un iPhone 7 Plus, que por cierto, todavía está en uso, funcionando y con la batería en torno al 87%.

Elegir aquel tamaño de pantalla hizo que me olvidara del iPad. Cuando estaba en el sofá ya no quería una pantalla tan grande, porque la del 5,5 pulgadas del Plus me bastaba.

Pero entonces, Apple anunció el iPhone X, y entonces sí sentí la necesidad de no esperar 2 años para cambiar de terminal. El cambio en la pantalla, "sin marcos", con un modelo "sin botones", Face ID... Aquel modelo sí que me hizo sentir que Apple volvía a revolucionar el mercado. Pero claro, aunque nos vendieron que sus 5,8 pulgadas harían olvidar los modelos Plus, aquello no pudo resultar más falso. Una cosa es la diagonal de un dispositivo más alargado, y otra el verdadero tamaño de la pantalla. ¡Ah! y nos dejaron sin poder usarlo en modo en apaisado, como si podíamos hacer con los Plus. Habíamos sido engañados.

No negaré que aún recuerdo con nostalgia aquel iPhone, el primero que vendí de segunda mano para comprar el siguiente, por cierto, pero, si bien fui capaz de contenerme y no ir a por el iPhone XS Max esperando dos años para cambiar de terminal, cuando se lanzó el iPhone 11 Pro Max, no lo dudé ni un momento: quería más cámaras y más pantalla.

Con mi dinámica de renovaciones, estaba claro que tendría que hacerme con el iPhone 13 Pro Max, y eso hice. Es mi actual terminal y estoy muy contento con él. Me encanta su rendimiento, su tamaño y su triple cámara, pero también es cierto que, en líneas generales, me sigue gustando más el 11 Pro Max, por sus bordes redondeados, y por el color Verde Noche, que me parece mucho más atractivo que mi actual color Azul Alpino.

Por otro lado, a medida que mis iPhone han ido creciendo de tamaño, también ha ido creciendo su capacidad de almacenamiento. Soy de los que aún prefiere tener la música en local; prácticamente no uso Spotify, y Apple Music ni lo he probado, porque mi biblioteca es sagrada y no quiero interferencias del servicio de streaming de Apple en ella. Por eso, a día de hoy tengo un terminal con 512 GB, con algo más de la mitad de su capacidad ocupada (no llevo toda mi música, pero sí toda la que creo que me puede apetecer escuchar en el coche o en una fiesta en cualquier momento). Y (creo que) me queda espacio libre suficiente para pasar un par de generaciones de iPhone más si atiendo al ritmo al que voy llenando la memoria. El de 1TB de capacidad, de momento, es excesivo para mí... y para mi bolsillo, claro. Y no tenemos ni que mencionar esos 2 TB que se rumorean, aunque yo no creo que los veamos aún.

Ya veremos si los vídeos y las fotos me lo permiten, eso sí, porque soy de los que, aunque hago copias de seguridad de éstos de cuando en cuando, nunca saco fotos del carrete. (Las más antiguas que llevo en él son de 2011).

A la hora de escribir esto, aún no sé a ciencia cierta qué va a anunciar Apple este día 12 de septiembre, pero sí que tengo claro que mi próximo smartphone será un iPhone 15 Pro Max, (o Ultra si las profecías se cumplen) con 512 GB de capacidad. Seguramente de color negro.

Ya sabemos que hay gente que no concibe gastarse tanto dinero en un teléfono móvil, pero hay varios motivos por los que, tengo claro que voy dejarme (seguramente), en torno a unos 2.000 euros en mi próximo smartphone. Desde luego, para mí es un gasto justificado: es una herramienta, tanto de ocio, como de trabajo. Paso más tiempo con el iPhone en la mano que viendo la tele, por ejemplo. Me considero un usuario avanzado y aprovecho la mayoría de recursos que ofrece y además, tiene un valor de reventa más que aceptable, impensable si hablamos de otras marcas o terminales. (La propia Samsung no ayuda mucho a los que compraron un S22 por 900 euros si con el lanzamiento del Galaxy S23 rebaja el primero a 659 euros, por ejemplo).

Algunos de estos motivos son por el modelo en concreto y otros son por ser un dispositivo de Apple, en general; por cosas que también me ofrecerán los más básicos iPhone 15.


Sistema operativo

El primer motivo es algo que tendría con cualquier iPhone. Hablo del sistema operativo y del ecosistema. Con el paso de los años usando iOS, tengo claro que no necesito nada más. Ya conocemos los argumentos que hablan de la libertad que ofrece Android, pero, si nunca he echado en falta nada en iOS, ¿para qué necesito cambiar?

Si a la ecuación añadimos el Apple Watch, los AirPods, el iMac y el MacBook, no puedo negar que soy lo que se dice un usuario cautivo.

Sí: no es agradable ver que para poder seguir disfrutando de AirDrop, de poder pegar enlaces directamente del móvil al sobremesa, de aplicaciones que rara vez fallan, de la estabilidad que tienen todos mis dispositivos, voy a tener que seguir pagando el doble o más de lo que tendría que pagar si quisiera un Android, o un portátil con Windows, pero lo tengo claro. A mí al menos me merece la pena.

Servicio de Apple

Otro punto a favor de la marca más que del terminal en sí es el servicio que ofrece Apple. Este verano, por una serie de golpes de mala suerte, he tenido que enviar a reparar mi iPhone. No me ocurría desde el iPhone 6, y me he alegrado de que las cosas sigan como entonces.

Con aquel, a un par de meses de quedarme sin garantía comenzó a fallarme la antena GPS y llevándolo a la Apple Store más cercana, en mi caso la de Marbella, salí por la puerta con un terminal de reemplazo, que me hizo sentir como si estuviera estrenando un nuevo teléfono.

Ahora, con el iPhone 13 Pro Max me he sentido igual. Apple se ha hecho cargo de la reparación a tres meses de expirar la garantía, y eso que era un iPhone pasado por agua. El terminal que me han entregado, de nuevo parecía de estreno. Y además, el que dejé tenía la batería al 94% mientras que el que he recibido la tiene al 100%.

Perdonad que sea escéptico, pero dudo mucho que otra marca me ofrezca lo mismo. Aunque lo tengo claro: es lo que espero tras haber pagado 1.629 euros por mi móvil.

Tamaño de la pantalla

Ahora sí, entramos en características que sólo los modelos Pro Max me ofrecen dentro de la gama de smartphones de Apple y la que primero entra por el ojo es la diagonal de pantalla. Tras llevar ya tres terminales de gran tamaño, no me veo capaz de volver a uno más pequeño.

Mi iPad sigue cogiendo polvo porque me he acostumbrado a una diagonal generosa como la de los 11 y 13 Pro Max. No me llega a parecer excesiva. Al menos para mí es la ideal, aunque como contraprestación, llevar un smartphone de este tamaño en el bolsillo es mucho más engorroso.

Sí, es cierto que no llego con el pulgar a la esquina de la pantalla, pero tampoco me parece algo imprescindible. Es una cuestión de simple costumbre. Al principio cuesta adaptarse, pero el tiempo lo arregla todo. (Cuanto tiempo nos tuvo Apple engañados con aquello de llegar a todas partes de la pantalla con una sola mano).

Además, no hay nada como poder disfrutar de fotos, vídeos, y todo tipo de contenidos con un tamaño como el que ofrece un iPhone de los grandes. Aunque entiendo al usuario que se siente cómo con él, cuando he tenido en la mano un iPhone 12 Mini he pensado que era ridículo.

Y no sólo eso. Mientras he tenido en reparación mi actual terminal, lo he sustituido por un iPhone 5 (era el único que tenía a mano, los más recientes que aún tengo andan prestados), y para mí ha sido un auténtico suplicio. No diré ni siquiera que por el sistema operativo (creo que se quedó en iOS 10), ni por el tamaño de la pantalla en sí, sino por lo difícil que es readaptarse al tamaño del teclado, con sus teclas minúsculas. Escribir un Whatsapp era una tortura, y el sistema de dictado no iba precisamente fino con esa versión de iOS en ese terminal.

Autonomía

Otro aspecto colateral al tamaño es la autonomía, y es casi más decisiva que el aspecto anterior. A mayor pantalla, mayor tamaño del terminal y mayor batería por tanto. Tras un año y nueve meses de uso del iPhone 13 Pro Max, sobre todo ahora que tengo de nuevo la batería al 100%, puedo afirmar que ese desgaste del 6% se nota. Y no poco.

Antes de la sustitución, el iPhone ya no me llegaba a los dos días con la soltura con la que llega con la batería completamente nueva. Pero es que esos dos días de uso son una delicia. No hay nada como poder olvidarse de cargar el móvil. Y ojo, que no se puede decir que lo use poco.

Mi uso actual no es tan intensivo como cuando tienes un flamante terminal de nueva generación. Tampoco soy de los que juegan mucho en el móvil. De hecho, cuando lo hago, lo hago más si tengo un smartphone recién estrenado, para luego dejar aparcados los juegos hasta el siguiente teléfono. Pero sí que hago bastante uso de Instagram o de Twitter (me va a costar acostumbrarme a llamarlo X). También reproduzco mucha música con el iPhone conectado a altavoces Bluetooth o escucho mucha radio digital, así que sí, al cabo del día, la batería baja. Pero con un iPhone de este tamaño, no hay problema para llegar a la hora de irse a la cama el segundo día entre carga y carga.

Triple cámara

Por último, tenemos la triple cámara. Para alguien que hace fotos a un nivel avanzado como yo, una buena cámara es siempre un plus. Sé que podría vivir con una doble cámara como la del iPhone 15, pero una vez que has pasado por dos terminales con la triple cámara de los modelos Pro, la vuelta atrás es muy complicada.

Aunque no he disfrutado de los RAW de 40 Mp del iPhone 14 Pro Max, sí que los he podido probar, y son otro motivo para elegir un modelo Pro. Alguien que pasa tanto tiempo editando fotos en Photoshop como es mi caso, echa de menos la versatilidad de un buen archivo en crudo, que se pueda exprimir en condiciones, y no lo que ofrecen los modelos más básicos.

Además, si como se rumorea, finalmente tenemos la cámara periscópica que nos dará un zoom realmente decente, tenemos el argumento final para elegir un modelo Pro Max o Ultra, si al final ese es su nombre.

En definitiva, mi elección es clara. Mi próximo teléfono será un iPhone 15 Pro Max (o Ultra). Me va a suponer un enorme esfuerzo económico, aunque la venta del 13 Pro Max con la batería al 100% ayudará a amortiguarlo, pero, si por algún motivo no pudiera permitírmelo, tengo también claro que el modelo que elegiría sería el iPhone 14 Pro Max. Eso, o estirar mi actual smartphone todo lo posible, que es también una opción perfectamente válida. Porque no nos engañemos, a día de hoy, a un smartphone como el que yo disfruto le queda cuerda para rato.


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