Nos acercamos al lustro. Es el tiempo que llevamos, más o menos, con el runrún de las grandes tecnológicas entrando en el negocio de las retransmisiones deportivas. Con una experiencia similar a la de otros sectores siendo avasallados por las tecnológicas (telecomunicaciones, finanzas, contenidos...), cierta atmósfera de esperanza rodea a estas hipotéticas llegadas que avanzan, aunque quizás más lento de lo que a muchos gustaría.
O bien por su tecnología (YouTube tiene el mejor reproductor de vídeo del mundo, sin discusión) o bien por su camaradería y precios razonables (véase Amazon con Prime y su atención al cliente obsesiva), muchas voces representan una esperanza unánime: "Por favor, que lleguen ya".
Son las voces de los desencantados con los modelos en los que para ver partidos de una competición hace falta contratar fibra y móvil con una teleco y una tarifa específicas, y además un montón de canales de televisión que no tienen por qué interesarles. Llegó DAZN, pero al menos para esta temporada queda como una lotería: verás la mitad de los partidos. Curioso movimiento para un producto, el fútbol, donde lo que más se persigue es ver los partidos del equipo de uno, siempre esos.
Cazar a los no cazados, retener a paracaidistas
Con DAZN como una solución parcial, vuelve ese runrún: ¿veremos a Amazon, Apple o Google ofreciendo deportes en directo? Bueno, eso ya sabemos que sí. La cuestión es si irán a más y ofrecerán también los torneos que siguen cautivos en cableras y telecos. Parece que también.
Tanto Amazon como Apple tienen servicios de vídeo bajo demanda a cambio de una suscripción (Google tiene a YouTube, con normas distintas). Servicios que pueden funcionar razonablemente bien, pero cuyos últimos movimientos parecen querer apuntalar al suscriptor: no solamente cazarle, sino dificultarle la cancelación dándole motivos para querer mantenerla. Las series se pueden posponer. O esperar a que termine una temporada para verla del tirón pagando una mensualidad en lugar de tres.
Sin embargo, las retransmisiones deportivas no se ven bajo demanda. Nadie quiere ver el Clásico de esta noche dentro de cuatro meses. Es el aquí y el ahora. Y eso es un argumento poderoso para que el suscriptor se quede. Competiciones deportivas. Y cuando no las haya, sigue habiendo series y películas.
Apple anunció recientemente que TV+ ofrecerá dos partidos de béisbol en exclusiva los viernes por la noche, además de contenidos satelitales como resúmenes o análisis. Amazon se reparte en Francia, con Canal+, los derechos de la Ligue 1. En Alemania y Reino Unido tienen los derechos de la Champions. En Estados Unidos, la NFL, una competición por la que también quiere pujar Google para integrarla en YouTube. El mercado se mueve.
En España tardará (Telefónica se aseguró los derechos de LaLiga hasta 2027), pero muy posiblemente para entonces ya haya alguna que otra tecnológica sacudiendo el avispero. Este curso hemos visto cómo, pese a los rumores, Amazon no se animaba ni con el partido en abierto, que tuvo que irse a la segunda puja.
Amazon, Apple y Google tienen en común no solo su papel de tecnológica con plataformas de vídeo y productos bajo suscripción, sino también su poderío económico frente a empresas tradicionales en el sector con una posición financiera mucho más débil.
Son las empresas que han amasado miles de millones de dólares en efectivo gracias a sus actividades principales (comercio minorista y nube corporativa, venta de hardware y servicios bajo suscripción, publicidad online) y pueden reinvertir una parte de esos recursos para hacerse fuertes en nuevos sectores.
Luego pueden venir otros problemas, como el visto con la entrada de DAZN y las competiciones fragmentadas. En Estados Unidos es algo que sucede por ejemplo con la NFL o la NBA: no existe una propuesta única que asegure poder ver todos los partidos con una sola suscripción. Curiosamente, en el país norteamericano sí es posible con ESPN+, que ofrece el 100% de los partidos de LaLiga entre otras competiciones. La entrada de Apple en la MLB ha sido fragmentada: dos partidos cada viernes.
En lo que pasan los años y las tecnológicas van cerrando posiciones en las retransmisiones deportivas, podrán beneficiarse no solo de mantener cautivos a sus clientes, menos sensibles a quedarse sin series que les convenzan, sino también captar nuevos que no llegarían de no ser por el deporte, que por su carácter antagónico al vídeo bajo demanda fideliza a la fuerza.
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