Anda el sector entusiasta de la tecnología como un hormiguero bajo la lluvia desde que Financial Times dijo, citando a tres fuentes distintas, que Google está planeando cobrar por el acceso a sus resultados de búsqueda que usen IA generativa, ya que estas le suponen un coste mucho mayor que las búsquedas tradicionales.
Dar ese paso sería dejar caer la IA generativa en el lado de los servicios premium (Google One, YouTube Premium, Gemini Advanced…) y no en el lado de lo que Google se puede permitir ofrecer de forma gratuita (Google Search, Gmail, YouTube, Google Docs, Gemini…). Es decir: asumir que la publicidad no es suficiente para monetizarlos y ofrecerlo solo bajo suscripción.
Ese es el mejor escenario posible para un motor de búsqueda que no solo usa IA generativa para ilustrar sus resultados a cambio de una suscripción, sino que además consigue unos resultados realmente buenos y con una interfaz muy familiar, porque se parece mucho a la de Google. Se llama Kagi.
Sin anuncios y con su propio criterio de ordenación
Kagi tiene un uso inicial gratuito y luego cuesta a partir de 5 dólares al mes, siendo de 10 dólares al mes la tarifa plana de consultas. A cambio ofrece un motor de búsqueda libre de anuncios, algo que contrasta con Google.
Esto último es más notable desde que sus resultados están cada vez más acompañados de enlaces patrocinados, contenidos orientados al marketing de afiliación agresivo o un algoritmo que prioriza mostrar la misma noticia en varios medios distintos antes de ofrecer resultados independientes, como foros o comunidades en las que hay gente hablando de forma personal exactamente del tema sobre el que queremos leer.
Eso sí, Kagi no es un motor que se desmarque completamente de Google: depende en buena medida de él —así como de Flickr, Yandex o Wikimedia Commons entre otros—, pero muestra y ordena resultados a su manera. El resultado es una búsqueda en la que se nos muestran resultados de varios índices con la ordenación que ha decidido Kagi.
En esa ordenación hay algunos factores que hacen que primen unos enlaces sobre otros. Por ejemplo, Kagi asegura que posiciona más hacia abajo los resultados de páginas con muchos anuncios o rastreadores, y sube en su lugar a las páginas que menos publicidad ofrezcan.
No está claro hasta qué punto esto se traduce en una experiencia que conduce a páginas no profesionales o con un muro de pago frente a páginas que se permiten ofrecer contenido en abierto al estar financiadas por la publicidad.
En la siguiente imagen pueden ver la diferencia entre los resultados de Google y de Kagi en una búsquedas de ejemplo. Cambia la disposición y algunos enlaces, pero ambas cometen el mismo error: no se centran en las zapatillas "de alta reactividad" sino que cuelan cualquier lista de recomendaciones que incluya la palabra "reactividad", aunque sea de forma somera para un modelo, e incluso muestra enlaces de zapatillas de alta amortiguación, contrapuestas a las reactivas.
Ahora el gran reto de Kagi está, en primer lugar, en ser capaz de convencer a una masa crítica de usuarios de que merece la pena pagar una suscripción por un buscador. No hace mucho, lo intentó Neeva, fundada por exempleados de Google. Y naufragó, pese a que incorporó IA generativa en la oferta y aseguraba que con que un pequeño porcentaje de usuarios de pago sería suficiente para la viabilidad de su negocio.
No parece fácil en un contexto de creciente fatiga por suscripción, especialmente para quien usa productos independientes que piden cada uno su propia mensualidad. Parece más factible que un salto importante al modelo de pago llegue para quien pueda ofrecer una experiencia paquetizada. Como… eso es: ¡Google!
Google no solo tiene suficientes productos que paquetizar (One, Docs, Workspace, Gemini…), sino también su propia fuerza gravitacional: por más iniciativas que hayan surgido para independizarse de Google, es muy difícil llegar a conseguirlo porque siempre acabamos, en mayor o menor medida, volviendo a sus servicios.
Al menos sin sentir que estamos perdiendo algo por el camino, o que se trata de un anhelo lleno de sacrificios y esfuerzos compensatorios.
Imagen destacada | Kagi, Xataka, Mockuuups Studio
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