Quizá no lo recuerdes, pero MySpace fue uno de los sitios de referencia de Internet en la primera mitad de la década pasada. Aunque parezca increíble (hoy en día mucha gente se sorprende al saber que sigue existiendo), en 2006 fue más visitada que Google en Estados Unidos, y de ella salieron, directos al estrellato, artistas como Adele.
En esa época, e incluso tras las múltiples reinvenciones de la plataforma que vinieron después, llegó a acumular más de 53 millones de canciones y videoclips de más de 14 millones de artistas.
Ahí quedaron esos archivos, online pero olvidados (a excepción de por los propios autores y por algunos fans irredentos) mientras los usuarios iban abandonando MySpace. Pero estaban, supuestamente, seguros: siempre existiría la opción de volver a entrar en la web para escuchar de nuevo esas obras. O eso pensábamos.
Ahora, la empresa que gestiona myspace.com acaba de reconocer que el material multimedia subido entre los años 2003 y 2015 se ha perdido para siempre. Sin posibilidad alguna de recuperación.
Hace un año que algunos usuarios venían denunciando que los enlaces a esas obras habían dejado de funcionar, y que no había forma de reproducirlas en la web. Pero, supuestamente, la compañía estaba trabajando en solucionarlo. Sin embargo, explican,
"como resultado de un proyecto de migración del servidor, las fotos, vídeos y archivos de audio que fueron cargados hace más de tres años puede que ya no estén disponibles. Nos disculpamos por las molestias y sugerimos que conserve sus copias de seguridad".
Unas copias de seguridad con las que ellos mismos no contaban.
¿Por qué nos fiamos de que webs como MySpace guarden nuestras obras?
Antiguamente (hasta hace unos pocos años, vaya), cualquier clase de obra cultural que produjéramos o poseyéramos contaba con un soporte físico (las hojas de un libro, el carrete de negativos de unas fotografías, etc) que debíamos poner a buen recaudo o, en la medida de la posible, copiar, con el objetivo de garantizar que esas obras siguieran existiendo y/o que nosotros mantuviéramos nuestro acceso a las mismas.
Sin embargo, eso cambió con la digitalización y aparición de la nube: nuestro material favorito ya no sólo no ocupaba espacio físico, ni corría el riesgo de quemarse o romperse, sino que también podía estar a buen recaudo en un servidor online, disponible las 24h, los 365 días del año desde cualquier localización.
Pero quizá eso no haya llevado a ser negligente y olvidar que 'la nube' no es más que una suma de servidores físicos, no menos susceptibles a sufrir daños (o una gestión negligente) que muchos otros objetos. De modo que sí, harías bien en tener tus propias copias de seguridad de todo lo que es importante para ti. Varias versiones, en diferentes plataformas, a ser posible.
Imagen | Mark Skipper
Vía | BoingBoing
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