Netflix ha cancelado su serie de aventuras orientada al público juvenil 'La monja guerrera'. Cierta sorpresa se ha apoderado de sus fans, ya que su segunda temporada había sido muy bien recibida, con puntuaciones inusualmente altas para este tipo de productos en agregadores como 'Rotten Tomatoes'. Sin embargo, como ha confirmado su creador Simon Barry en Twitter, la cancelación es definitiva.
Se veía venir (o no). Muchos fans ya predijeron que Netflix había sentenciado a la serie desde incluso antes de que su segunda temporada saliera a la luz. El propio Barry afirmó que Netflix no había invertido absolutamente nada en la promoción de la serie. Y pese a esta falta de apoyo de la plataforma, la serie se ha colado en el Top 10 de lo más visto de Netflix durante tres semanas (empujando a entrar también a la primera temporada), alcanzando el puesto 5 en su segunda semana.
Solo en esas tres semanas la segunda temporada llegó a sumar casi 70 millones de horas de visionados. Nada mal para una temporada estrenada de tapadillo. Pero lo cierto es que sus fans conforman una base muy amplia, tanto los que proceden del amerimanga original de Ben Dunn como los que se han ido sumando a la serie atraídos por las razones más diversas (de sus muy potentes secuencias de acción, francamente superiores a la media en el género como al abierto y poco habitual romance bisexual adolescente).
El club de las canceladas. Lo que está claro es que Netflix tiene el gatillo fácil con las cancelaciones de un tiempo a esta parte: lleva casi una veintena de series suspendidas en lo que llevamos de año. Y aunque muchas de ellas, como 'Los imperfectos', 'The Midnight Gospel', 'Cómo criar a un superhéroe' o 'Carrera al éxito' tienen cierto sentido porque apenas han tenido repercusión, otras sí han pillado más sorpresa a la audiencia.
La última fue 'El club de la medianoche', aunque aquí posiblemente la cancelación tiene mucho que ver con el flamante trato de colaboración entre su creador, Mike Flanagan, y Amazon. Pero hay otras series que han tenido cierta repercusión y que han sido canceladas igualmente: 'Destino: La saga Winx', 'Resident Evil' 'The Umbrella Academy', 'La primera muerte' o 'Space Force'.
O blanco o negro. Esto a lo que apunta es a que Netflix ya no tiene suficiente con unos cuantos éxitos mastodónticos (y 'Miércoles', sin ir más lejos, se ha convertido en uno de ellos: ya es la segunda serie más vista de la historia de la plataforma, solo por detrás de 'Stranger Things') que respalden éxitos medianos. Su cadencia de estrenos y la inversión en producción propia, esa carrera en la que se están multiplicando los gastos (y las pérdidas) para todas las plataformas, se está cobrando víctimas no ya en los fracasos, sino también en los éxitos moderados.
Para que una serie compense tiene que ser un éxito masivo, tiene que tener no 40 millones de horas sobre sus espaldas, sino 300 millones de horas de visionado en una semana, como ha sucedido con 'Miércoles'. ¿Y esto a quienes afecta? A los creadores, como siempre, que se ven sometidos a una presión y una necesidad de éxito que no tiene parangón con cualquier otro momento de la historia del audiovisual (solo hay que ver lo nervioso que andaba Neil Gaiman con las audiencias de la primera temporada de 'Sandman'): la inmediatez de las audiencias crea monstruos.
Y eso acaba jugando en contra de las propias producciones, porque por supuesto, dilapida el riesgo. Series como la propia 'Miércoles', como 'La Casa del Dragón', como '1899' por decir éxitos recientes, tienen indiscutibles hallazgos y triunfos, pero son casi casuales: son series que han triunfado por venir de una franquicia de éxito o por llevar nombres propios de prestigio a cuestas. Si la cosa no cambia, cada vez las ficciones en streaming van a ser más tibias, más teledirigidas, menos atrevidas y salvajes. Lo estamos viendo en el cine con la imposición del mínimo común denominador. Que no lo veamos en el mundo del streaming. ¿O ya es tarde?
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