Nicolas Cage tiene una fama de actor excesivo y proclive al desfase que no termina de ser justa. Es cierto que su abundante filmografía es proclive al disparate, sobre todo en los últimos años, pero no hay que olvidar que cuando quiere, puede hacer películas en las que está contenido y emocionante, como en la reciente e inclasificable 'Dream Scenario'. O en esta 'Pig' que ahora llega a Prime Video.
En ella, Cage deja a un lado sus típicos y divertidísimos arrebatos de rabia que tan buenos momentos nos han dado en piezas capitales del cine reciente como 'Mandy', y se sumerge en una película sobre el duelo y la pérdida tan lenta y reflexiva como su propia interpretación. Cage compone un personaje lleno de sutilezas, donde muestra una peculiar mezcla de vulnerabilidad y ásperas contradicciones.
En 'Pig', Cage da vida a un ex chef de renombre que vive como un ermitaño en los bosques de Oregón, con la única compañía de su cerda trufera. Cuando ésta es robada, Rob debe regresar a Portland y enfrentarse a su pasado para recuperarla. La insólita red subterránea de intrigas y poderes gastronómicos de la ciudad le llevan a recuperar algunos lazos perdidos con su historia, y forjará una extraña amistad con Amir, un joven comerciante de trufas.
A ratos fantasmagórica cuando retrata una ciudad por la que Cage se mueve como un fantasma buscando lo único que le importa, a ratos genuinamente emotiva cuando el viaje le obliga a reconciliarse con las heridas de su pasado, 'Pig' no es el exceso al que Nicolas Cage nos tiene acostumbrados. O quizás sí: un exceso de emoción, sentimientos a flor de piel y cerdos con un significado muy profundo.
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