Durante siete largos años, por distintas circunstancias, esperé a comprar un televisor OLED 4K. Finalmente, en 2020, di el paso y adquirí una LG C9, predecesora de las superventas LG CX, LG C1 y ahora LG C2.
No era una compra arriesgada. Adquirí ese modelo cuando su sucesora ya se había lanzado, y tras haber leído muchas pruebas por parte de sus usuarios en foros y en análisis como el nuestro. Sabía, además, que la calidad de imagen no me iba a decepcionar, sino todo lo contrario. Por trabajo había podido probar televisores LCD de gama alta, pero esto iba a ser otro nivel.
Del escepticismo al asombro
Pese a todas mis expectativas, era muy escéptico con el soporte del fabricante al sistema de Smart TV. Durante la década de 2010 el televisor inteligente había explotado como concepto, pero los fabricantes no se habían preocupado ni de que la experiencia fuera buena, ni del soporte de actualizaciones.
Ni el hardware ni el software estaban aún en el punto de garantizar buena experiencia. Con algo más de madurez, un modelo de gama media de Samsung de 2015 (con chip de cuatro núcleos, no de dos) tardaba muchísimo en dejarme abrir la primera aplicación tras el encendido, y con actualizaciones no se arregló. Es por ello que en 2020 seguía siendo tan escéptico, incluso después de haber analizado modelos de gama alta y viendo cómo envejecían.
Finalmente, pese a realizar un buen desembolso, pero convencido de que en poco tiempo estaría desesperado con el rendimiento del sistema y de las aplicaciones, y sin apenas soporte de mejoras y correción de problemas. En mi cabeza, la solución y lo que recomendaba de forma militante era comprar un Apple TV 4K, una (mítica) Nvidia Shield TV o, en caso de querer gastar menos, un Fire TV Stick o un Chromecast. Dos años después de la compra, y tres años después del lanzamiento de la C9, sigo prefiriendo usar el sistema operativo de la tele para todo.
En primer lugar, la tele sigue yendo tan bien como el primer día. Esto no quiere decir que no haya visto más velocidad en nuevos modelos, o que los tiempos de carga sean instantáneos. A lo que me refiero es que no he notado en este tiempo degradación del rendimiento o un empeoramiento en el funcionamiento de aplicaciones clave. Estoy familiarizado con una Nvidia Shield TV de un familiar y en casa tengo un Fire TV Stick 4K Max. En cuanto a fluidez, me quedo con mi tele.
Aunque perder soporte de aplicaciones en tres años sería dramático, la realidad es que no ha ocurrido. Todas las aplicaciones multimedia que uso (Prime Video, Netflix, Filmin, Apple TV+, HBO Max y Disney+) se siguen actualizando a buen ritmo, y si en algún caso hay problemas de funcionamiento, se debe más a la app globalmente que a un problema de la tele en sí. Este artículo no va de calidad de imagen y de resistencia al paso del tiempo, pero he de decir que los quemados no están ni se les esperan, como ocurre con cualquier OLED moderna en la que no se hagan locuras.
Dicho esto, no todo es color de rosas si tenemos en cuenta el mercado y una aplicación concreta. Cuando se anunció que Google Stadia llegaría con aplicación propia a televisores LG me entraron muchas ganas de probar cómo era eso de convertir tu tele en una consola. No soy gamer intenso pero sí he adquirido algún juego en Stadia y quería comparar la experiencia con el pack de mando y Chromecast 4K que tengo.
Y ahí sí, decepción total para ser un modelo de dos años cuando se informó la llegada de la app a la LG Store. Dado que cuando LG actualiza el sistema operativo no actualiza a una versión grande, mi televisor se quedaba fuera de poder descargar e instalar esta app para jugar en la nube. Hacía falta webOS 5.0, y la C9 tiene webOS 4.9. Se ha actualizado mucho en la franja de webOS 4.5 en adelante, pero para dar el salto a 5.0 hacía falta comprar un modelo lanzado en 2020, como pudimos probar.
Por otra parte, es necesario aclarar que esta ha sido mi experiencia. La versión de webOS que llegaba en estos televisores y en los de 2020 no contaba con novedades visuales importantes respecto a las anteriores, mientras que a partir de 2021, LG optó por rediseñar webOS, haciéndolo por el camino menos fluido, y dejando posibilidades interesantes atrás, como la función de poder desplegar la barra de accesos directos de aplicaciones sin tener que salir del contenido que estamos viendo para acabar obligatoriamente en una pantalla de inicio.
He de añadir que esto es lo que he vivido yo con un producto comprado hace poco más de dos años, y no dudo de que en otras grandes marcas, los viejos mitos sobre lo mal que va una Smart TV tampoco son válidos a día de hoy. Si alguien me cuenta que su experiencia ha sido tan buena en otros modelos, le creeré firmemente. Al igual que creo que el apartado inteligente llegó demasiado tiempo a los televisores y dañó su imagen para siempre.
Tres años de gran soporte
Estábamos a final de mayo de 2022 cuando en la C9 apareció una última actualización de pequeñas mejoras y correcciones de bugs. El televisor dejó de recibir grandes actualizaciones hace tiempo, pero por comparar, en muchos años probando smartphones con Android, pocos han tenido un soporte tan largo (hasta que recientemente, han cambiado ciertas políticas de seguridad y de dar más tiempo de actualizaciones).
Con la más reciente, hablábamos de tres años de actualizaciones. Sin embargo, pese a sorprender por el tiempo, lo realmente bueno era cómo esta tele había ido mejorando desde su lanzamiento. No con actualizaciones invisibles con poco mérito, no, sino con actualizaciones que fueron trayendo cosas notables, algo que no ocurre con la mayoría de modelos de otras marcas, que sí que añaden más tarde cosas como HDMI 2.1 prometidas en lanzamiento, pero no funciones que deberían estar desde el día uno.
Con la C9, LG ofreció desde el primer día soporte (casi) completo para este tipo de puerto, dando compatibilidad total a sus 48 Gbps (cosa que la CX y la C1 no tuvieron), que era lo exigible en la época. Con el tiempo, fue mejorando con funciones que ni siquiera se le pedían, hasta quedarse como un modelo en el que, tres años después, apenas se echan en falta novedades ni grandes funciones de sus sucesoras.
En lanzamiento, por ejemplo, la C9 no soportaba 4K a 120 Hz a través de HDMI, como demuestra Vincent Teoh. Esa sí era una necesidad a largo plazo, pero como cuando se lanzó, aún no habían salido las nuevas consolas que se aprovechan de esa función, el fabricante aún no lo soportaba. Hablando de gaming, al principio la C9 no soportaba HGiG en juegos en HDR, para que sean las consolas, y no la tele, la que se encarga del mapeo de tonos dinámicos.
Tampoco estaba en lanzamiento (pese a que venía promocionado en la caja) era G-Sync VRR, y se añadió, según lo prometido. Gracias a una actualización, hoy también podemos usar AirPlay, cosa que hago a menudo para compartir la pantalla de mi iPhone o Mac. En el firmware original no estaba presente.
Teoh también recuerda que cuando se lanzó la C9, ni Disney+ ni Apple TV+ estaban disponibles. Y LG se ha encargado de que lleguen y se actualicen. A eso hay que sumar HBO Max. De hecho, si se intenta instalar estas aplicaciones desde la tienda en el firmware original, como hizo Teoh, no es posible lograrlo, porque dependen de versiones más avanzadas del sistema. Puede parecer obvio, pero otras marcas no han logrado contar en televisores recientes con estas aplicaciones.
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