Los entusiastas de la tecnología en general, y los televisores en particular, conocemos en mayor o menor medida las ventajas y las debilidades de las tecnologías OLED y LCD LED. La primera se desmarca por la profundidad de sus negros, su nivel de detalle en zonas oscuras, su tasa de contraste nativa y su colorimetría global. Y despierta algunas dudas por la posibilidad de que se produzca retención de imágenes y por la degradación de los diodos orgánicos a largo plazo, a pesar del esfuerzo realizado por los fabricantes para mitigar estas desventajas.
Los televisores LCD LED de gama alta pueden batir a los OLED si nos ceñimos al nivel máximo de brillo que son capaces de entregarnos, una característica que puede dejar su huella al reproducir contenidos HDR. Pero, aunque sus negros y nivel de detalle en zonas oscuras han mejorado mucho gracias a la tecnología FALD (Full Array Local Dimming), y su colorimetría también se ha expandido notablemente con la introducción de las nanopartículas, no ha conseguido igualar en estos apartados lo que nos ofrecen los mejores televisores OLED.
El tiempo de respuesta del panel condiciona nuestra experiencia cuando vemos deportes porque puede provocar la aparición de desenfoque de movimiento
Todo lo que acabo de resumir es de sobra conocido, pero, curiosamente, hay una característica de los televisores OLED y LCD que se suele pasar por alto, y que resulta crucial si queremos utilizar nuestro televisor, además de para ver películas y programas de televisión, para disfrutar contenidos deportivos y videojuegos. Ese parámetro es el tiempo de respuesta, una especificación a la que los jugones sí suelen prestar atención, pero que suele pasar inadvertida por los aficionados a ver deporte en televisión. E importa. Y mucho. Veamos por qué.
El desenfoque de movimiento va de la mano del tiempo de respuesta
Lo primero que nos interesa hacer es definir con la máxima claridad posible qué es el tiempo de respuesta. Este parámetro mide, sencillamente, el tiempo invertido por un píxel del panel en cambiar el color que está emitiendo. Esto nos indica que este valor no tiene nada que ver con la latencia de entrada y salida, que mide el tiempo que transcurre desde el instante en el que llevamos a cabo una acción con nuestro mando, y nuestro PC o consola lo procesa y envía al televisor los fotogramas que reflejan ese efecto, hasta que esas imágenes son mostradas por el panel de nuestro televisor.
Lo que provoca que merezca la pena que nos fijemos en el tiempo de respuesta es que si es relativamente elevado puede generar desenfoque de movimiento (motion blur), un efecto bastante molesto que suele manifestarse bajo la forma de halos y bordes poco definidos cuando el panel muestra imágenes en movimiento. Y estos artefactos inciden negativamente en nuestra percepción de la nitidez de las imágenes, y, en consecuencia, también en nuestra experiencia.
La buena noticia es que no todos los contenidos son sensibles en la misma medida al desenfoque de movimiento. Las películas y los programas de televisión no suelen verse especialmente alterados, salvo que algún objeto se desplace por el panel a mucha velocidad y su tiempo de respuesta sea elevado. Sin embargo, como os adelanté antes, los videojuegos y los contenidos deportivos sí son sensibles al desenfoque de movimiento. Y, además, lo son de forma constante porque en ellos suelen abundar las imágenes con movimiento muy rápido.
Curiosamente, los deportes de pelota, como el fútbol, el tenis o el baloncesto, son los más sensibles a este efecto perjudicial porque, precisamente, la pelota suele desplazarse a una velocidad importante por toda la pantalla, forzando al panel a cambiar el color de los píxeles que la representan a un ritmo que con frecuencia no puede sostener. Y, cuando sucede esto, nuestra experiencia puede verse alterada porque nos cuesta seguir con claridad el movimiento de la pelota.
El tiempo de respuesta de los paneles OLED es extremadamente reducido (0,01 ms), pero el de los televisores LCD LED es mucho más elevado y casi nunca inferior a los 8 ms
Nuestro cerebro es un órgano extremadamente hábil y suele ser capaz de extraer información mucho más allá de la que el panel de nuestro televisor proporciona a nuestros ojos. Por esta razón, podemos ser capaces de seguir el juego de una forma intuitiva sin ser realmente conscientes del esfuerzo que puede estar realizando nuestro cerebro para dar coherencia y continuidad a lo que estamos viendo. Pero a medio plazo este estrés puede provocarnos cierta fatiga y enturbiar en gran medida nuestra experiencia.
Lógicamente, lo que nos interesa es que el tiempo de respuesta del panel de nuestro televisor sea lo más reducido posible porque de esta manera cabe la posibilidad de que el desenfoque de movimiento sea imperceptible. Y llegamos a uno de los momentos culminantes del artículo: ¿qué tecnología de panel nos ofrece el tiempo de respuesta más bajo? Definitivamente, la OLED.
Según LG Display, que es uno de los mayores fabricantes de paneles con esta tecnología y que no solo suministra sus pantallas a LG Electronics, sino también a Sony, Philips, Panasonic y Bang & Olufsen, entre otras marcas, el tiempo de respuesta típico de sus paneles OLED es de 0,01 ms. Esta marca nos indica que, en teoría, si no estuviesen limitados por otros factores estos paneles podrían trabajar a una frecuencia de refresco máxima de 100 kHz (100.000 Hz). Una auténtica barbaridad.
Sin embargo, los paneles LCD en el mejor de los casos nos ofrecen un tiempo de respuesta que oscila en la órbita de 1 ms. Sí, si nos ceñimos a este parámetro son cien veces más lentos que los OLED. Pero este tiempo de respuesta nos lo ofrecen solo algunos monitores específicos para gaming. El valor de este parámetro cuando nos fijamos en el panel LCD de un televisor de última hornada y gama alta suele oscilar entre los 8 y los 15 ms. Y estos son unos números excelentes que a menudo se incrementan sensiblemente en los televisores LCD de gama media o de entrada, alcanzando valores que en algunos modelos pueden superar los 40 ms.
Desafortunadamente, el tiempo de respuesta no es el único parámetro que puede provocar la aparición del tan molesto desenfoque de movimiento. El tiempo invertido por el panel en restituir una imagen completa también puede propiciar la aparición de este desenfoque si es lo suficientemente elevado. Por esta razón, una estrategia eficaz a la hora de combatir el desenfoque de movimiento requiere conseguir que el panel sea capaz de trabajar con una frecuencia de actualización mayor.
Sin embargo, combatir el desenfoque de movimiento tiene un precio. Y es que un panel rápido capaz de alcanzar un tiempo de respuesta muy bajo y una frecuencia de actualización alta puede conseguir que el desenfoque de movimiento sea imperceptible cuando vemos deportes o jugamos con videojuegos. Pero, a cambio, puede adolecer de un parpadeo (flickering) que también puede resultar molesto, y que resulta muy evidente cuando enviamos a nuestro televisor contenido con una cadencia de imágenes nativa relativamente reducida debido a que el chip de procesado inserta fotogramas de color negro para permitir que el panel trabaje a su frecuencia de refresco nativa, y, a la par, reducir el desenfoque de movimiento.
Cada persona tiene una sensibilidad diferente al parpadeo, por lo que es posible que si dos personas miran un mismo televisor, una lo aprecie con más claridad que la otra. Incluso es posible que a una le moleste y a la otra no. Lo interesante es que este efecto está provocado por las variaciones de nivel de brillo entre fotogramas consecutivos, y se acentúa al introducir fotogramas en negro para minimizar el desenfoque de movimiento. Por esta razón, una forma de suavizarlo requiere reducir el brillo global de las imágenes para que la diferencia de intensidad entre unos fotogramas y otros no sea tan llamativa.
La complejidad a la que nos enfrentamos es evidente si tenemos en cuenta que cuando activamos el «modo juego» de nuestro televisor para reducir la latencia de entrada suele desactivarse prácticamente todo el procesado, incluida la inserción de fotogramas en negro que puede ayudarnos a combatir el desenfoque de movimiento. Esto significa, sencillamente, que para reducir la latencia de entrada quizás debamos aceptar cierto desenfoque de movimiento, a menos que nuestro televisor nos permita activar la inserción de fotogramas en negro a pesar de mantener activado también el «modo juego».
Así es como los fabricantes de paneles mejoran el tiempo de respuesta
El tiempo de respuesta es una propiedad inherente a las características físicas de cada panel LCD, pero los fabricantes tienen cierto margen de maniobra a la hora de reducirlo aplicando una técnica conocida en el mundo anglosajón como overdrive. No obstante, antes de que veamos en qué consiste es interesante que repasemos brevemente cómo funciona un panel LCD (si queréis conocerlo con todo detalle podéis echar un vistazo a este artículo en el que lo explicamos en profundidad) y de qué forma controla la luz que emite cada uno de sus píxeles.
El elemento que da nombre a estos paneles, el cristal líquido (LCD procede de la denominación en inglés Liquid Crystal Display), está colocado entre varios filtros polarizadores, de color y sustratos de cristal que permiten controlar con precisión la luz que deja pasar el panel, el color de cada píxel, y, a la par, dan integridad estructural al conjunto.
Gracias a la técnica de compensación del tiempo de respuesta los fabricantes de monitores para gaming consiguen colocar en el mercado soluciones con una respuesta de 1 ms
Lo que nos interesa saber en el contexto que nos ocupa es que la cantidad de luz que deja pasar cada celdilla del panel LCD se controla aplicando una corriente eléctrica a cada uno de los píxeles. Cuando las moléculas de cristal líquido son excitadas modifican su orientación espacial, permitiendo el paso de más o menos luz (a diferencia de los paneles OLED, los LCD requieren una fuente de luz externa).
La velocidad a la que las moléculas de cristal líquido de cada una de las celdas del panel modifican su orientación a partir de la corriente eléctrica que se les aplica es relativamente lenta, lo que contribuye, precisamente, a la aparición del desenfoque de movimiento. Pero al mismo tiempo este esquema de funcionamiento permite actuar sobre el voltaje suministrado a cada píxel, de manera que, en vez de proporcionarle desde el principio el voltaje final, se le aplica un voltaje inicial más alto y después se va reduciendo paulatinamente. Esta estrategia tiene un efecto muy curioso: el cambio de orientación espacial de las moléculas de cristal líquido se lleva a cabo más rápido. Es algo así como si les pegásemos un empujón inicial.
Este esquema de funcionamiento se conoce, como os adelanté unas líneas más arriba, como overdrive, un término en inglés que suele traducirse como «superdirecta» o «sobremarcha», pero que en el contexto que nos ocupa podemos entender, sencillamente, como una «aceleración». Pero lo más importante es que esa mayor velocidad a la que se modifica la orientación espacial de las moléculas de cristal líquido conlleva una reducción del tiempo de respuesta del panel, por lo que esta técnica suele conocerse como «compensación del tiempo de respuesta del panel».
Los fabricantes de monitores para gaming suelen recurrir a esta técnica para conseguir que el tiempo de respuesta de sus propuestas oscile en el rango que va entre 1 y 3 ms, que son unas cifras muy bajas para tratarse de paneles LCD. Sin embargo, estos tiempos tan reducidos dificultan una restitución del color realmente precisa, algo que en el ámbito de los juegos no es crítico, pero que en otros escenarios de uso sí es importante. Esto explica por qué los monitores profesionales que se utilizan para artes gráficas o retoque fotográfico, entre otras disciplinas, suelen tener tiempos de respuesta elevados.
Si tenemos en cuenta todo lo que acabamos de repasar es fácil entender que los fabricantes de televisores LCD LED se ven obligados a adoptar un compromiso para reducir el tiempo de respuesta tanto como sea posible mediante la compensación de este parámetro, pero sin que la precisión de la restitución del color se vea afectada negativamente. Por esta razón los televisores con panel LCD no nos ofrecen tiempos de respuesta tan reducidos como los monitores para gaming.
En este contexto el procesado de la imagen sí es interesante
Hay dos escenarios de uso en los que el procesado de las imágenes que llevan a cabo los televisores no nos interesa, y, por tanto, suele ser preferible desactivarlo: cuando jugamos, debido a que incrementa sensiblemente la latencia de entrada (en principio el único algoritmo que puede interesarnos activar es el de inserción de fotogramas en negro, como hemos visto), y cuando vemos cine, especialmente si procede de una fuente de calidad, como puede ser un Blu-ray Disc o un servicio de vídeo en streaming bajo demanda.
Sin embargo, en el escenario que nos ocupa en este artículo, que es aquel en el que disfrutamos contenido deportivo en nuestro televisor, todo aquel procesado que nos ayude a minimizar el desenfoque de movimiento es bienvenido porque tendrá un impacto positivo en nuestra experiencia. Además de la inserción de fotogramas en negro de la que hemos hablado a lo largo de este artículo, los fabricantes de televisores suelen poner a punto un algoritmo diseñado específicamente para combatir el desenfoque de movimiento.
Aunque todos tienen un principio de funcionamiento similar, que básicamente consiste en analizar las imágenes fotograma a fotograma para identificar las zonas conflictivas más sensibles al desenfoque, manipular ese conjunto de píxeles para minimizarlo y generar fotogramas intermedios mediante interpolación para incrementar el refresco, cada marca lo llama de una manera diferente. Philips lo conoce como Perfect Motion. Sony lo llama Motionflow. LG, TruMotion. Y los demás fabricantes usan denominaciones comerciales similares.
Y sí, nuestro consejo es que al menos lo probéis cuando disfrutáis contenido deportivo porque su impacto suele ser positivo. Afortunadamente podemos activarlo y desactivarlo a nuestro antojo desde el menú de ajustes de imagen del televisor. Incluso podemos manipular su intensidad, así que no tenemos nada que perder. Y en deportes como el fútbol, el tenis, el baloncesto o la Fórmula 1, entre otros, se nota.
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