Tres años después de su boom, pocos se acuerdan del 3D en los televisores. No es que no esté allí, que estar está. Más bien es como un botón extra del mando a distancia que solo activamos por equivocación, como el teletexto hoy en día.
Según nos cuenta Fox News, la cadena ESPN, de las más preocupadas con la emisión de programación en 3D en EEUU, confirma que el 3D en casa no funciona. Las audiencias son tan pequeñas que los sistemas de medición de EEUU no pueden hacer nada con esos datos. Se habla de apenas unos 100.000 televidentes ansiosos por ver sus programas o directos deportivos preferidos en tres dimensiones, con un porcentaje de televisores preparados para 3D de apenas el 5%.
Cuestión de contenido
Si bien en el cine todavía se puede tener la sensación de que merecen algunos títulos la pena – aunque hay mucho de engaño en las que no se han pensado y grabado en 3D de forma nativa -, en el salón esa sensación no despega. La tecnología está, máxime ahora que se está dando el cambio a los sistemas pasivos que cansan menos, son más cómodas sus gafas y asequibles para invitar a los amigos, pero el contenido llega con cuentagotas principalmente porque es muy caro de producir.
Y si no hay contenido relevante, el televidente se olvida pronto del 3D y pasa a ignorar ese botón de color. Porque la opción del conversor que incluyen los últimos modelos es mejor no nombrarla. Y para hablar de cine en casa en tres dimensiones procedente de la pantalla grande, el coste se dispara por el formato Blu-Ray.
Menos 3D “barato” y sin cabeza y más contenido en alta definición y de calidad. ¡Gritemos todos!
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