La evolución que han experimentado los televisores durante la última década ha sido asombrosa. No solo hemos presenciado la extinción prácticamente total de los televisores equipados con un tubo de rayos catódicos (CRT), los de toda la vida, sino también un desarrollo enorme de la tecnología LCD, y, en menor medida dado su declive actual, de los paneles de plasma.
Los televisores equipados con un panel LCD se han ido haciendo progresivamente más finos y estilizados. Pero lo más importante es que su calidad de imagen ha mejorado mucho gracias a la introducción de tecnologías como la retroiluminación LED, los paneles con un refresco nativo elevado, los algoritmos de mejora del movimiento, las técnicas de atenuación local de la retroiluminación, y, por supuesto, el incremento de la resolución, entre otras mejoras. Y, ahora, están a punto de irrumpir los televisores con pantalla curva dispuestos a cambiar las reglas del juego.
De las 576 a las 2.160 líneas, y ahora a por la curva
Si nos ceñimos al número de puntos que componen la imagen de los televisores, comprobaremos que en pocos años hemos pasado de la resolución PAL estándar (720 x 576 píxeles) a la HD Ready (1.280 x 720 puntos). Y de esta última a la Full HD (1.920 x 1.080 píxeles). Pero esto no es todo. Las primeras teles 4K, o, como preferimos nosotros para ser lo más rigurosos posible, 2.160p o UHD, contienen el cuádruple número de puntos que las Full HD (3.840 x 2.160 puntos) y ya están en las tiendas. Y los televisores 8K UHD (4.320p) ya se atisban en el horizonte.
La resolución es una mejora importante, no cabe duda, y ha sido uno de los principales motores del mercado de las televisiones. Sin embargo, el año pasado algunos fabricantes, con Samsung y LG a la cabeza, empezaron a mostrar en las ferias y otros eventos especializados en imagen las primeras teles OLED y LCD con panel curvo. La «explosión» definitiva de estas propuestas se ha producido hace poco más de un mes, durante el CES, que se celebró en Las Vegas a principios de enero. Y, de nuevo, ha llegado de la mano de las dos compañías surcoreanas que he mencionado en este mismo párrafo.
Lo más curioso es que estos primeros televisores curvos han recibido una acogida desigual por parte de la prensa especializada. Hay quien defiende que ofrecen una mayor calidad de imagen, y, sobre todo, una experiencia más inmersiva. Y también quien opina que no solo no aportan nada, sino que, además, introducen algunos problemas que no están presentes en las teles planas convencionales. No es sencillo extraer conclusiones definitivas sin haber tenido la ocasión de probarlos con detenimiento, pero en este post vamos a intentar arrojar un poco de luz con el mayor rigor posible para averiguar si realmente merece la pena apostar por las televisiones con pantalla curva.
Primero, las ventajas
En mi modesta opinión, uno de los errores que están cometiendo las empresas que han apostado por las pantallas curvas es hacer demasiado hincapié en su capacidad de inmersión. La ligera curvatura de los paneles y su moderado tamaño (los mayores coquetean con las 100 pulgadas) no resultan decisivos en lo que concierne a este factor. Sin embargo, ofrecen otras mejoras importantes a las que merece la pena prestar atención. Una de ellas consiste en que, gracias a su curvatura, ofrecen una mayor inmunidad que las televisiones planas a las reflexiones de la luz ambiental. Esto provoca una menor fatiga ocular, y, a la par, una mayor legibilidad, lo que siempre resulta de agradecer.
Una de las ventajas añadidas a la presencia de menos reflexiones es que el brillo puede ser menor que en una tele convencional debido a que no debe competir de una forma tan evidente con la luz presente en la habitación. Por esta razón, el consumo de las teles curvas puede ser ligeramente inferior que el de una televisión plana del mismo tamaño, lo que nos invita a hacer un inciso «off-topic»: en los smartphones con panel curvado esta característica es aún más importante debido a que puede incidir notablemente en su autonomía.
Más cosas. Es importante que tengamos en cuenta que la curvatura del panel de estas teles es sutil. En el caso de las pantallas de Samsung el radio de curvatura es 4,2 metros, lo que significa que, si dispusiésemos de suficientes televisores como para construir un círculo perfecto con ellos, su radio sería de exactamente esos 4,2 metros, lo que nos permite formarnos una idea bastante precisa de que, efectivamente, su curvatura es ligera.
Otra ventaja: gracias a su panel curvo, con estas teles percibimos una menor distorsión trapezoidal (keystone), que no es otra cosa que una alteración de la imagen que impide que sea completamente rectangular, cuando las miramos desde un punto alejado de su eje central. Algunos informes técnicos, como el elaborado por DisplayMate, defienden que la reducción de esta deformación en los paneles curvos puede llegar al 50%, lo que beneficia claramente su calidad de imagen.
Y, ahora, los inconvenientes
Como he anticipado antes, la mayor inmersión que pregonan los fabricantes de televisores curvos no me parece demasiado relevante en dispositivos con un tamaño máximo que oscila en torno a las 100 pulgadas y están dotados de una curvatura sutil. Además, los más críticos con estos televisores defienden que esta característica introduce una debilidad: un «punto dulce» o lugar idóneo desde el que es preferible mirarlo.
Si lo miramos justamente desde el eje perpendicular al centro del panel, que podemos imaginarlo como una línea perpendicular al plano del televisor que lo divide en dos mitades idénticas y se prolonga hacia el punto desde el que lo observamos, apenas percibiremos la curvatura. Desde ahí nos parecerá un televisor plano, lo que no representa necesariamente un problema. Pero hay quien opina que, a medida que nos alejamos de este «punto dulce», y, sobre todo, si nos sentamos muy escorados, es fácil distraerse al poder ver el extremo lateral de la tele.
La verdad es que este inconveniente me parece poco relevante si tenemos en cuenta que no es muy probable que habitualmente la miremos desde una ubicación tan poco propicia. No obstante, en cierta medida esta desventaja debería verse compensada por la forma en que la tele proyecta la luz hacia nuestra retina, que, obviamente, es diferente a la proyección de luz totalmente perpendicular que nos ofrecen los televisores planos. Según los fabricantes, esta característica permite a los televisores curvos ofrecer una mayor sensación de profundidad y un contraste más acentuado. Pero yo me pregunto si este patrón de proyección de la luz no originará algún tipo de discontinuidad en estos parámetros si miramos la tele desde una posición escorada o lateral.
Saldremos de dudas tan pronto como tengamos la oportunidad de analizar con la debida calma y en nuestro propio laboratorio un televisor con pantalla curva. Hasta entonces es preferible adoptar una postura prudente, aunque, como hemos comprobado en este post, estas teles parecen ofrecernos más ventajas que inconvenientes.
Eso sí, no puedo dar por terminado el post sin antes remarcar que la principal desventaja de estos televisores será su precio. Aunque aún desconocemos cuánto costarán la mayor parte de estos modelos cuando lleguen al mercado, serán más caros que las teles planas convencionales debido a la aún limitada capacidad de producción de paneles curvos. Además, muchos de ellos recurren a dispositivos OLED, que ofrecen una calidad de imagen fantástica, pero que, a la par, son muy caros. En cualquier caso, les seguiremos la pista y compartiremos nuestras impresiones con todos vosotros.
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