El puerto de Punta Arenas es un puesto estratégico para el desarrollo de Chile y el sur de América
El problema es que no está nada preparado para lo que se le puede venir encima
Las actuales crisis en varios puntos del mundo están provocando que los países busquen soluciones. Y si hablamos del comercio, esas soluciones deben encontrarse en nuevas rutas marítimas. La mayor parte del comercio mundial se mueve en barco y estos últimos meses se ha dado la tormenta perfecta para que los países y empresas busquen nuevas rutas debido al bloqueo de los canales de Suez y Panamá.
En esa tormenta, Chile puede un salvoconducto gracias al Estrecho de Magallanes que antaño ya fue una próspera vía comercial. Y es algo que China y Estados Unidos están observando con atención.
Punta Arenas. Con los ataques hutíes en el canal de Suez y la sequía del canal de Panamá, el comercio marítimo está en una situación complicada. Las rutas secundarias no son las más óptimas y está provocando que haya saturación en algunos puertos, como el de Singapur (que tradicionalmente tiene mucho movimiento debido a su combustible barato y a ser un punto estratégico). En mitad de esa tormenta es donde Chile quiere pescar con puertos en Punta Arenas.
Entre enero y febrero de este año, el tráfico en el Estrecho de Magallanes y el puerto de Punta Arenas se ha disparado, siendo un 25% más alto que el del mismo periodo de 2023. De hecho, se espera que siga aumentando y parece que la Armada se está preparando para un posible aumento de hasta el 70% este año. ¿El motivo? Aparte de las rutas comerciales, ahorrando unos kilómetros respecto a la ruta bordeando América del Sur (y dinero en combustible), es que es un emplazamiento estratégico no sólo por ser una vía comercial.
Atasco en el Estrecho de Magallanes. Esta vía es un ‘pequeño’ paso navegable interoceánico con una longitud de 608 kilómetros que permite pasar del Atlántico al Pacífico, y viceversa, dejando bienes en el puerto de Punta Arenas que pueden distribuirse con facilidad al resto de la zona en América del Sur. Esto es debido a que es puerto más al sur en Sudamérica que está conectado por tierra con el resto del continente. Cabo de Hornos no deja de estar en una isla y la Isla Grande de Tierra de Fuego está conectada a través de un ferri, por lo que no es viable como punto estratégico.
El problema es que, realmente, el puerto de Punta Arenas es muy pequeño y con un aumento de tráfico, la Armada teme que se produzcan incidentes. Parece que los accidentes no son frecuentes, pero las autoridades chilenas afirman que “ahora podemos hacer frente al aumento de tráfico, pero si continúa, necesitaremos crecer tanto en infraestructuras como en personal. Necesitaremos más pilotos, más gente y más recursos para controlar mejor el tráfico con barcos patrulla”.
Hay que invertir. El problema, como comentamos, es que el puerto es pequeño. Bueno, en realidad Chile necesita ampliar sus infraestructuras si quiere ser un punto clave en el comercio mundial. A finales del año pasado, el presidente Gabriel Boric afirmó que iban a dar el pistoletazo de salida a un plan de ampliación y construcción de puertos, algo que incluye una inversión de 400 millones de dólares a cinco años para modernizar estructuras en la zona de Magallanes y también planes para Valparaíso.
En general, varias zonas de América del Sur están modernizando sus estructuras portuarias para adaptarlas a la nueva realidad, pero la inversión necesaria es enorme. El banco de desarrollo regional CAF afirmó en 2018 que América Latina y el Caribe necesitarían una inyección de 55.000 millones de dólares en infraestructuras portuarias para 2040. México tendría una inversión de más de 12.000 millones (algo lógico teniendo en cuenta su actual importancia como punto intermedio entre China y Estados Unidos) y también son notables las previsiones de inversión en Panamá (7.896 millones de dólares), Perú (5.519 millones), Chile (5.109 millones) o Colombia (4.840 millones). Ecuador con 2.728 millones o Argentina con 1.419 millones están algo más lejos.
China está moviendo fichas. Quien no está perdiendo el tiempo es China. La empresa Cosco Shipping tiene prevista la inauguración de un puerto en Chancay, Perú. Una inversión de 3.500 millones de dólares que servirá para impulsar los envíos del gigante asiático a América Latina, pero no es el único. La empresa Shaanxi Chemical Group ya se interesó en crear un puerto de 1.250 millones de dólares en Río Grande y toda la zona se está llenando de barcos pesqueros chinos. Tanto es así que la Armada argentina está ampliando una base en Ushuaia para vigilar estas actividades.
El hidrógeno verde. Ahora bien, más allá del comercio, la zona está despertando interés por su potencial para generar hidrógeno verde. Es uno de los recursos de moda (en España, por ejemplo, ya está el plan final de los corredores del hidrógeno) debido a que puede ser una de las claves de cara a la producción de energía de bajas emisiones y la zona parece ideal para conseguir liberar este hidrógeno por dos motivos: poca población y fuertes vientos.
La región ya ha recibido unas 16 propuestas, la mayoría de empresas europeas con proyectos de más de 3.600 turbinas eólicas y un total de 25 GW para poder ayudar a esa independencia europea frente al gas ruso. Además, ya se están planteando que sea un punto de acceso occidental a la Antártida, algo que está llamando la atención de todos los países (con Estados Unidos y China al frente) debido a su riqueza de recursos minerales.
La cuestión medioambiental. Lo que determinará el futuro de la región es cómo gestionarán tanto las instalaciones antiguas como las nuevas para cumplir con las medidas medioambientales contemporáneas. Ya hay algunas instalaciones construidas antes de las pautas medioambientales actuales, por lo que habrá que replantear su situación. Por ejemplo, en Bahía Inútil habita una importante colonia de pingüinos y se deben asegurar de no influir demasiado en su hábitat.
Al final, es la pescadilla que se muerde la cola: si se quieren crear plantas eólicas tan enormes, es necesario transportar el material por mar, por lo que se necesitan grandes puertos e infraestructura, más personal para controlar el Estrecho de Magallanes y puertos mayores y más modernos tanto para recibir bienes como para exportar lo que se produzca. Y sin inversión, no será posible.
Veremos en qué se traduce todo esto, pero el paisaje y la producción puede cambiar radicalmente en la región de aquí a unos pocos años.
Imagen | Google Maps
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