La agencia espacial estadounidense y su principal contratista, Lockheed Martin, necesitan tiempo para resolver algunos problemas técnicos
Todo parecía indicar que este año seríamos testigos del primer vuelo del avión experimental X-59 de la NASA. De hecho, la propia agencia espacial estadounidense había señalado que el mencionado hito se concretaría después de varios retrasos en 2023. Pues bien, tendremos que ser pacientes y esperar un poco más de tiempo.
La aeronave supersónica tardará en despegar. La NASA ha actualizado su cronograma, y el punto de referencia ahora es 2024. No tenemos detalles sobre el mes en el que se realizará el esperadísimo primer vuelo, pero sí sabemos que las organizaciones involucradas en el proyecto han tenido que hacer frente a múltiples desafíos técnicos.
La NASA y Lockheed Martin necesitan más tiempo
A lo largo de los últimos años hemos presenciado en directo la evolución del proyecto QuessT (Quiet SuperSonic Technology) cuyo principal objetivo es crear una plataforma de vuelo capaz de reducir el clásico “boom sónico” de las velocidades Mach. Una plataforma que, por cierto, pretende sentar las bases de un futuro supersónico comercial.
El X-59 fue anunciado oficialmente en 2018, aunque llevaba varios años de desarrollo interno. En 2021 ya estaba casi ensamblado, tarea que se completó en 2022 y que dio lugar a las primeras pruebas críticas en tierra y a los tests estructurales. En última etapa, precisamente, radica el retraso en el primer vuelo de prueba del avión supersónico.
La NASA y su principal contratista, Lockheed Martin, señalan que necesitan más tiempo para integrar completamente los sistemas del X-50 y garantizar que todo funcione correctamente. En este punto es preciso señalar que si bien estamos frente a un avión completamente nuevo, se utilizan muchos componentes ya existentes.
Por ejemplo, se ha optado por el tren de aterrizaje del General Dynamics F-16 Fighting Falcon y el sistema de soporte vital está basado en la tecnología del McDonnell Douglas F-15 Eagle (ahora fabricado por Boeing). Los responsables del proyecto también han encontrado algunas discrepancias en los ordenadores redundantes de seguridad.
Sobre esto último, se trata de un componente esencial para el avión, ya que es el encargado de controlar todos sus sistemas. La naturaleza redundante, precisamente, permite garantizar una elevada fiabilidad en los escenarios de mayor estrés, sin embargo, todavía no está funcionando al 100% como para el vuelo de prueba.
Como decimos, estamos frente a un proyecto muy prometedor que puede sentar las bases para una nueva era supersónica “silenciosa”. Sus avances no solo servirán para construir nuevos aviones comerciales, si no que permitirán actualizar las legislaciones vigentes que prohíben los vuelos supersónicos sobre áreas pobladas en Estados Unidos.
Imágenes: NASA
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