La industria del automóvil representa aproximadamente un 3,65% del PIB mundial. Sin ir más lejos, durante el pasado año 2017 se produjeron 70,49 millones de vehículos, según datos de la Organización Internacional de Constructores de Automóviles (OICA). En los últimos diez años la producción se ha incrementado hasta en un 25%.
Los fabricantes europeos han liderado este sector desde hace décadas junto a los gigantes japoneses y estadounidenses, pero ahora todos los ojos están puestos en lo que está por venir. El vehículo eléctrico se presenta como el futuro del sector y en China lo tienen muy claro. ¿Conseguirán con su apuesta vencer a la industria europea?
La apuesta de China por el Vehículo Eléctrico
La industria del automóvil está dando un giro hacia el vehículo eléctrico cada vez más pronunciado. Un creciente número de fabricantes de vehículos está anunciando la salida al mercado de sus nuevos modelos eléctricos como consecuencia del creciente número de usuarios potenciales. Pero en esta ocasión la vista de los productores está puesta en China.
Si echamos un vistazo a los números, no es noticia que el país asiático sea el principal mercado del sector del automóvil, con más de 23 millones de vehículos registrados durante el año 2018. Estados Unidos y Europa le siguen con una diferencia de 10 millones de registros, según datos de Statista.
Pero esta diferencia es aún más clara en el caso de los vehículos eléctricos. En los últimos años se han duplicado las ventas globales de modelos eléctricos llegando hasta 1,2 millones en el año 2017, y en China se encuentra aproximadamente la mitad del mercado con una producción de 595.000 unidades. Beijing, Shanghai y otras de sus principales ciudades han impulsado políticas para incentivar la compra de vehículos eléctricos mediante ayudas económicas o privilegios como la emisión asegurada de licencias fuera de impuestos y acceso a carriles VAO.
Todo comenzó con Wan Gang, el exministro chino de Ciencia y Tecnología. Hace aproximadamente dos décadas que convenció al Consejo de Estado para hacer una apuesta firme por esta nueva tecnología. Ya el país llegaba tarde para competir en la industria del automóvil de combustión contra los gigantes tradicionales, pero sí podía mirar a futuro para tratar de adelantarse a la revolución eléctrica. Se comenzó invirtiendo en investigación, después en la construcción de una flota de autobuses eléctricos para Pekín 2008 y, finalmente, el despliegue del vehículo eléctrico.
A día de hoy, la cuantía de las subvenciones que los usuarios pueden recibir del Gobierno Central Chino va desde 20.000 RMB (2.500 euros) hasta 44.000 RMB (5.500 euros), según condicionantes como la autonomía del vehículo. Además, autoridades locales han añadido un extra de entre el 15% y el 50% del importe de la subvención nacional, con lo que la compra de vehículos de autonomía mayor a 250 kilómetros puede estar subvencionada con hasta 66.000 RMB (8.500 euros).
Una inversión decidida en su red de carga y en la producción de baterías
Pero la apuesta de China no acaba solo ahí. Además de incentivar la compra de vehículos con cuantiosas ayudas a los usuarios, el país asiático ha invertido en construir una robusta red de carga y subvencionar a los fabricantes de vehículos y baterías.
Tan solo durante el año 2017 su infraestructura de cargadores había crecido en un 51%, llegando hasta a los 214.000 puntos de carga para vehículos eléctricos, híbridos y de pila de combustible. Y, si miramos al avance durante el último año, el aumento en las cifras es palpable. Según datos de la China Electric Vehicle Charging Infrastructure Promotion Association, en mayo de 2019 había un total de 401.000 unidades de carga de las que 229.000 empleaban tecnología de carga en corriente alterna y 171.000 la empleaban en corriente continua. Las unidades restantes combinan tecnología alterna y continua.
Aun así, su reto de cara a 2020 es conseguir llegar a la cifra de medio millón de puntos de carga públicos. Además, empresas como Tesla planean también reforzar su infraestructura de carga duplicando el número de Supercargadores para llegar hasta los 2.000.
El objetivo en China está en conseguir una venta de 2 millones de unidades para el año 2020, que es el doble que la producción mundial actual. Para ello han implantado un sistema de cuotas con el que se obligará a los fabricantes a que un 10% de sus ventas en 2019 sea de vehículos sin emisiones. En 2020 esta cifra subirá hasta el 12%.
Ahora bien, las ayudas a fabricantes están vinculadas exclusivamente a la producción nacional. Así, cualquier empresa extranjera que quiera producir sus vehículos en suelo chino debe aliarse con empresas locales y así favorecer el crecimiento de la industria china y la transferencia de conocimiento y tecnología.
A estos incentivos hay que sumar también el factor logístico. El elemento principal de los coches eléctricos es su batería y en esa carrera Europa se ha quedado muy atrás. Con la fuerte inversión china en el desarrollo del vehículo eléctrico ha llegado también de manera colateral el desarrollo de las baterías.
En China se concentra el 60% de la producción mundial de baterías. Sin ir más lejos, mientras Tesla permanece a la espera de permisos, BYD ha puesto en marcha la mayor fábrica de baterías del mundo, con la que pretenden llegar a producir hasta 24 gigavatios-hora en baterías cada año. Además, de cara a 2020, tiene planificado aumentar esta cifra hasta los 60 GWh.
Las marcas chinas de coches eléctricos que amenazan el mercado
Ante esta situación numerosas empresas extranjeras están intensificando su inversión para producir en el país. Volkswagen anunció hace un año su plan para invertir 12 mil millones de euros para su producción de vehículos eléctricos en suelo chino.
También Tesla invertirá 5.000 millones de dólares en abrir una megafábrica en Shanghai que estará operativa en 2020 y con la que pretenden producir medio millón de vehículos eléctricos al año (una producción 5 veces mayor a la que realizan en suelo estadounidense).
Y la inversión también llega al sector de las baterías. Este es el caso de la europea Lithium Werks, que planea una inversión de 1.600 millones de euros para la apertura de una fábrica a las afueras de Shanghái junto a un partner local. Desde ella planean producir baterías suficientes para alimentar 160.000 nuevos vehículos cada año. Además de esta nueva instalación, la empresa tiene ya en operación otras dos plantas de producción de baterías en China.
Todo este desarrollo acelerado ha dado lugar a que en China se concentren hasta 487 fabricantes de vehículos eléctricos.
Su cabeza de cartel es BYD. Actualmente continúa siendo uno de los mayores productores de vehículos eléctricos del mundo junto Tesla y Beijing Auto (como sospecharás, otra compañía china). Pero BYD, además, es referencia en la fabricación de autobuses eléctricos con una capacidad de producción de hasta 15.000 unidades cada año.
Por otro lado encontramos el rápido crecimiento de startups como NIO, que se presenta actualmente como una de las principales amenazas para Tesla. En el pasado Salón del Automóvil de Shanghái presentaron su modelo NIO EP9, que se muestra como el vehículo eléctrico más rápido del mercado. Además, aseguran que para el año 2020 habrán diseñado el modelo autónomo EVE, en cuyo interior los pasajeros podrán dormir o trabajar.
En cuanto a los SUV, desde NIO han presentado también su modelo ES8 para competir directamente con los modelos similares de Tesla por la mitad de su precio. Además, ofrecen una experiencia distinta al consumidor como la posibilidad de que vayan operarios a recargar tu batería mientras trabajas simplemente con pulsar una opción desde la app de tu móvil.
Está claro que China tiene un potencial prácticamente inigualable en cuanto a producción de vehículos eléctricos se refiere. Tienen el mayor mercado, la mayor concentración de productores de baterías, las mayores empresas y un fuerte apoyo de su Gobierno.
Todo parece indicar que para cuando el resto del mundo ha querido darse cuenta ya ellos estaban bastante adelantados en esta carrera. Sin duda, tienen argumentos para presentar una fuerte competencia a los gigantes del automóvil. Veamos a quién pertenece el futuro.
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