Del avión solar llevamos hablando ya unos años, pero no ha sido hasta ahora que su gran reto ha sido cerrado: dar la vuelta al mundo.
El proyecto liderado por Bertrand Piccard y el ingeniero André Borschberg ha recibido estos años el dinero de numerosas marcas, entre ellas Toyota, Omega o Swisscom, y por fin está listo para echar a volar más allá de cortas pruebas piloto. Solar Impulse 2, que es como se ha llamado a esta nueva versión del primer avión solar del mundo, arrancará en el mes de marzo una vuelta al mundo que durará casi medio año (cinco meses es lo previsto a priori).
Vivir en una cabina en la que casi no cabe una persona
Que esa vuelta al mundo sea o no más larga dependerá de las condiciones climatológicas, especialmente de los días soleados que permitan cargarse de energía al avión con ayuda de las placas solares que recubren la totalidad de las inmensas alas de 72 metros de envergadura que posee el Solar Impulse 2. Sin más paradas que las técnicas para cambiar de piloto, haber podido recargar las baterías completamente antes de que llegue la noche será el mayor reto no asociado con la meteorología del vuelo.
El vuelo que solo recurrirá a la luz solar como fuente de energía saldrá de Abu Dhabi y recorrerá la India, China, el océano pacífico, EEUU, el Atlántico, el sur de Europa y norte de África para alcanzar de nuevo casi medio año después el punto de partida.
El vuelo, por su duración, no podrá ser ejecutado sin escalas. Cada varios días se realizarán paradas que permitan que Piccard y Borshberg se vayan turnando como pilotos, pues en la cabina solo puede ir una persona. Y no es las mejores condiciones, pues para ahorrar energía ni hay calefacción ni mantiene una presión constante y controlada pese a que es capaz de alcanzar los 27.000 pies de altitud en vuelo. Ese mismo espacio de la cabina ha de servir al piloto para dormir y como aseo.
La velocidad máxima de este avión solar es de unos 90 kilómetros por hora al nivel del mar, pudiendo aumentar hasta los 140 kilómetros/hora alcanzando su máxima altitud. No es por lo tanto un avión que tenga futuro comercial, pero sí como prototipo para probar tecnologías que luego sean potencialmente incorporadas a aviones de prueba o de instrucción de pilotos, por ejemplo.
Más información | Solar Impulse 2.
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