El coche autónomo de Google no lleva limpiaparabrisas porque no necesita ver, pero ¿y los pasajeros?

Creo que tenemos mucho que asimilar todavía con esto de los coches autónomos. Nos van a llevar a sitios sin que toquemos nada, y en el trayecto tenemos que fiarnos de ellos al 100%, pero eso no implica que podamos ver a través de los cristales, y es que a mi me gustaría mucho poder ver qué ocurre ahí fuera.

Google ha decidido llevarse a sus coches a otra ciudad norteamericana, Austin, allí estuvieron respondiendo a algunas preguntas ante la ingeniosa e inmensa curiosidad de los niños, en un encuentro organizado para presentar los coches. Algunas de ellas nos descubren detalles en los que no habíamos pensado: ¿dónde están los limpiaparabrisas?

Un empleado argumentó que no eran necesarios, el coche no necesita ver a través de las superficies transparentes, así que no los han incluido. Vale, es una visión completamente autónoma de la situación, pero no contemplan que nosotros queremos ver, al menos yo quiero ver qué ocurre ahí delante, y si llueve o se manchan, voy a ver bastante poco.

Los niños describen a los coches de Google como habitaciones en movimiento, y plantean comer y leer dentro mientras les llevan a su destino. Lo que a nosotros nos parece complicado de asimilar, a ellos les resulta novedoso pero casi natural, y parece claro que serán buenos evangelistas de la tecnología.

Ya veremos si en sucesivas fases de los prototipos Koala deciden incluir este tipo de ayudas a la conducción, necesarias para un piloto humano, pero no para el coche. Al contrario del volante o pedales, aquí estamos ante un elemento que nos permite ver, así que no me parece descabellado que cuenten con limpiaparabrisas, o espejos retrovisores - sí lleva -. Estoy seguro de que a partir de este hecho se planteará una discusión interesante a la hora de regular los coches autónomos.

Interesante comentar que los prototipos Koala, junto a los Lexus todoterreno, empezaron en verano a circular por la zona norte de Austin, en pruebas controladas pero relativamente reales, en unas condiciones diferentes a las que se mueven en Mountain View, California.

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