Si te quedaste con ganas de jugar en su día a 'Zero Escape' o a 'Danganronpa' porque te perdías con el inglés —o con el japonés—, pero los jugaste años después cuando los encontraste en español, entonces debes saber que tienes una deuda de gratitud con determinadas personas: los fantraductores de videojuegos.
En España, no hay muchos fans que se encarguen de traducir e incluso doblar videojuegos al español, práctica que se conoce como fansub. Sumando los distintos colectivos, el total de fantraductores no pasa de los 200. La mayoría se agrupa en equipos de dos o más miembros, como Artema Translations, Traducciones XT o Traducciones del Tío Víctor. Sin embargo, si hablamos de la escena en España, hay que hablar del colectivo más numeroso: Tradusquare, plataforma creada hace poco más de un año que ya cuenta con 194 traducciones entre completadas y en proceso.
“Hasta que fundamos Tradusquare esto era un mar de islas. Había muchos grupos que se creaban pero carecían de tiempo o motivación y acababan cerrando”, explica Jorge Guerra, cofundador de Tradusquare. Esta plataforma agrupa ahora mismo a 44 grupos de fantraductores, la mayoría especializados en videojuegos japoneses. “Tradusquare fue la forma de unificar todo bajo una misma marca y tener ahí todos los parches”.
Es algo más complejo que cambiar un .txt por otro
Cuando hablamos de fantraducción, lo normal es pensar en fans y en traductores que son fans. Sin embargo, el mundo de la fantraducción tiene un reparto mucho más coral. Los traductores se llevan el reconocimiento pero hay unos cuantos roles indispensables como los grafistas, los correctores de estilo, los testeadores y los ROM hackers.
Cada fantraducción se inicia precisamente con los ROM hackers. Son los programadores que bucean en las entrañas de los archivos que conforman el juego para dar con los textos que hay que traducir. Cuando los localizan, los extraen con sumo cuidado y se los mandan a los traductores. “El ROM hacker saca el contenido con ingeniera inversa y lo deja todo listo para que lo editen los traductores. Luego, se encarga también de que el juego no pete al meter la traducción. Un juego es como una maquinaria: está preparado para funcionar como está. Como cambies un poco sin tener ni idea, se estropea”. De ahí que los ROM hackers, poco numerosos en España —son como “unicornios”, dice Guerra— sean imprescindibles.
Cuando los textos ya están seleccionados, los traductores se ponen con sus labores. Según Guerra, lo normal es contar con un máximo de 3 traductores por juego, más no es recomendable porque pone en riesgo la coherencia de la traducción. Una vez terminan el trabajo los traductores, los correctores pasan la lupa: corrigen erratas, faltas ortográficas, incoherencias en el estilo y diferencias en el habla de los personajes.
Con las traducciones ya corregidas, entran en juego los grafistas, cuyo cometido es colocar los textos traducidos en los recuadros donde iba el texto en el idioma original. A veces el proceso se complica porque el espacio preparado para los diálogos en japonés o en inglés no tiene por qué coincidir con las necesidades del español. En casos así, es necesario retocar márgenes y colores.
Y cuando todo esto está hecho, y los ROM hackers han añadido la traducción al videojuego, llega el momento de probar si todo funciona: la fase del testeo. “Esta fase es mucho más importante de lo que la gente cree”, explica Guerra. “Se piensa que es sólo para corregir alguna erratilla y verla in game, pero hablamos de corregir cuelgues, textos que aparecen donde no son, fallos ortográficos, palabras que se salen del cuadro… Esta fase suele durar bastante tiempo”. “Es especialmente difícil en los RPG súper abiertos que cambian conversaciones cada vez que avanzas un poco en el mapa. Tienes que volver una y otra vez y rejugarlo. No tenemos acceso a los debugs como las empresas”, afirma Guerra.
Una aportación voluntaria al mundo de los videojuegos
Los equipos de fantraducción tienen algunos hábitos que se repiten sea cual sea el proyecto a traducir. Uno es la comunicación estrecha entre todos los miembros del equipo: en Tradusquare funcionan con grupos privados de Discord. Otro hábito es que no se marcan fechas de obligado cumplimiento.
“Desde mi punto de vista como veterano, no se marcan plazos”, explica El Tío Víctor, de Traducciones del Tío Víctor, también conocido como IlDucci. “Se marca que el proyecto no se pare y que haya ritmo y actividad por parte de los implicados. Los plazos se suelen poner cuando la cosa está a punto de acabarse”. “Francamente, no es de recibo que una cosa que hacemos en nuestro tiempo libre tengamos que estar con el látigo como si esto fuera un trabajo pagado”.
Porque los fantraductores no cobran, lo hacen por amor al videojuego o por otras razones. En el caso del Tío Víctor, actor de doblaje de 31 años que lleva una década como fantraductor, todo viene de “una pasión por contar las historias y exponerlas al público hispanohablante”, y reconoce que muchos de los juegos que ha traducido y doblado -más de 20, 'Shenmue 1' y 2, 'Time Crisis' y 'The Worlds Ends with You', entre ellos- no tienen nada que ver con sus preferencias como jugador.
Para Jorge Guerra, informático de 22 años, su motivación es doble. Todo empezó nada más conseguir el nivel B1 de inglés, con 15 años, momento en que se puso a traducir para Artema Translations para probar su nivel de inglés. Pero hubo otro motivo: devolver el favor a aquellos fantraductores que hicieron posible que disfrutara en su día del 'Final Fantasy VI' y del 'Chrono Trigger'. “Cuando leo comentarios del tipo ‘Gracias por la traducción porque si no, no hubiera podido jugarlo’, veo que estoy consiguiendo lo que pretendía hacer”.
También para practicar el idioma empezó Tony Carmona, alias Xulikotony, de Traducciones XT, profesor de inglés de 27 años. Carmona reconoce que hubo una causa concreta. “Empecé a jugar 'Final Fantasy VII' en español en 2010, y vi que la traducción era nefasta. Así que empecé a jugarlo en inglés y me pareció igual de nefasta. Lo jugué entonces en japonés y empecé a enterarme, así que vi que había que traducirlo mejor”. Y se puso con la retraducción. Carmona es uno de los escasísimos fantraductores del japonés que hay en España; en palabras de Jorge Guerra: “si los ROM hackers españoles son unicornios, los traductores del japonés son todavía más extraños”.
La amenaza de la piratería y el mosqueo de los traductores profesionales
“Si quieres jugar la retraducción del 'Final Fantasy VII' en una Playstation real, no hay otra que piratear la consola”, explica Tony Carmona. Aunque no se conocen denuncias importantes en nuestro país de una compañía contra un portal de fantraducciones, ya sean fabricantes de consolas o compañías de videojuegos, la amenaza existe. El mejor ejemplo es Nintendo. La compañía nipona, que ha reeditado muchos de sus juegos clásicos en sus consolas modernas, lleva un tiempo persiguiendo los portales de descarga. A finales del año pasado, Nintendo consiguió cerrar LoveROMs y LoveRetro bajo reclamación de 10,7 millones de euros. En el caso de Carmona, ni Sony ni Square Enix han movido un dedo. “Yo no he recibido ningún correo, aunque hablamos de 'FFVII', que tiene sus añitos. Pero vamos, crucemos los dedos”.
En Tradusquare son claros desde el principio. No distribuyen ROM ni ISO ni copias de juegos completos salvo que sean freeware y tengan una licencia que permita su distribución. Lo que se distribuye, explica el Tío Víctor, es el parche con la traducción del juego, un archivo que sólo contiene la información que se ha traducido. Aunque este archivo sólo contenga esa traducción, está igualmente protegido por el copyright al considerarse una obra derivada.
Según el Tío Víctor, muchos de los grupos de la fantraducción están “en contra de la piratería y nos toca francamente las narices cada vez que viene el tío de turno diciendo ‘Oigan, ¿para cuándo nos dan la ROM del juego tal?’. Y si hablamos de los desgraciados que suben las ISO pretraducidas y que encima las suben en enlaces de pago… ya ni te cuento la animadversión”.
La amenaza de un correo intimidatorio por parte de alguna compañía de videojuegos no es la única relación tensa que tienen con la industria del videojuego. El Tío Víctor opina que los traductores no tragan a los fantraductores: “nos consideran competencia desleal”, cuando no hay razón para ello: “estoy absolutamente en contra de la remuneración por estas cosas. Si se paga por esto, te conviertes en profesional”.
Precisamente es la distancia de los fantraductores con los traductores profesionales una de sus características más básicas. Para Jorge Guerra, de Tradusquare, “no aceptaríamos recibir compensación por las empresas de videojuegos. No somos profesionales y sería intrusismo laboral. Lo hacemos por amor al arte, de fans para fans”.
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