Alcanzar los primeros puestos de Twitch no es tarea fácil. Ahí están juegos de dilatada trayectoria como ‘League of Legends’ o ‘World of Warcraft’, todos coincidiendo con bombazos más o menos recientes de la talla de ‘Fortnite’ o ‘PUBG’. Junto a ellos, ‘Escape from Tarkov’, un juego que aceleró de 0 a 100 en apenas un par de semanas y desde entonces se mantiene entre cinco los juegos más vistos. A veces incluso superando a esos pesos pesados.
Creado por un estudio ruso y acercándose a una idea más sobada que el desayuno continental, ‘Escape from Tarkov’ se presenta como un shooter en primera persona con la estrategia táctica y el realismo por bandera. Puede que os vengan a la cabeza no pocos ejemplos que sobre el papel serían muy similares a esto, pero como era de esperar en un éxito así, en realidad detrás hay algo más. Mucho más.
'Escape from Tarkov', un shooter que se sale de lo habitual
Dos años en beta le han servido a Battlestate Games para ir depurando una fórmula que se acoge a ideas que, en mayor o menor medida, ya hemos visto en más de una ocasión. De hecho, la apuesta del realismo militar se ha explotado hasta la saciedad en juegos como ‘Arma 3’.
Títulos que pretendían ir más allá del apuntar y el disparar introduciendo conceptos como balística, personalización de armas por componentes y una representación más fiel de lo que supone recibir un tiro entre ceja y ceja.
A esa idea, ‘Escape from Tarkov’ suma otra más, la fragilidad de nuestro avatar en un entorno hostil en el que el resto de jugadores se encuentran en una situación similar. Una propuesta que, muy probablemente, tomaría forma con la llegada de la fiebre del género Battle Royale y que, afortunadamente, desde Battlestate Games han sabido retorcer hasta crear una identidad propia que los aleje de la simple moda.
Y es que ‘Escape from Tarkov’ está cerca de juegos como ‘PUBG’ en términos de adentrarte en un páramo custodiado por otros jugadores y lootear todo lo que puedas para salir de ahí con vida, pero también sabe alejarse de ello ciñéndose a unas reglas muy distintas.
Mientras que en otros juegos morir sólo supone esperar a la siguiente reaparición o iniciar una nueva partida, aquí significa perder todo lo que llevabas encima. No sólo aquello que hayas recogido por el camino, también todo lo que llevaba tu personaje cuando empezaste a jugar.
Por increíble que parezca han conseguido convertir un juego de tiros en uno de terror y, lejos de buscar la adrenalina y satisfacción de salir de un edificio pegando tiros a diestro y siniestro, nuestro paso por la ciudad de Tarkov se cuece a base de tensión, sigilo y miedo a lo desconocido.
Un cóctel que entiende como ningún otro el potencial de la narrativa emergente y que nos brinda, partida tras partida, historias y situaciones de esas que estás deseando explicar a alguien.
La experiencia de 'Escape from Tarkov'
Sus dos modos de juego persiguen un mismo objetivo desde dos puntos de vista distintos. El primero de ellos, el principal, es el que tiene a nuestro personaje como protagonista.
Un soldado llegado a una zona de exclusión con un único objetivo, adentrarse en los distintos mapas de Tarkov, recoger todo lo que pueda o quepa en su mochila y dirigirse hasta un punto de extracción para salir de allí con vida y con su acopio intacto.
Una vez en su poder las armas, empuñaduras, munición y objetos varios, desde un chip de ordenador hasta un blíster de Ibuprofeno, todo eso pasa a formar parte de nuestro alijo con la intención de hacer de nuestra siguiente incursión un proceso más asequible.
En paralelo una base personal que podemos mejorar con la chatarra que encontremos, por ejemplo para curarnos con mayor brevedad tras una partida que no ha ido como esperábamos, y un mercado con distintos vendedores que nos invitan a completar misiones para poder acceder a más y mejores ofertas en un variado catálogo de componentes y armas.
En el segundo modo, el uso de un saqueador aleatorio que entra con lo puesto y no nos permite seleccionar nada de nuestro inventario, pero que sí guardará en él todo lo conseguido durante la partida si conseguimos llegar con vida a un punto de extracción. En ambos casos, si caemos, todo lo que llevemos encima pasará a mejor vida.
El miedo a la pérdida como leitmotiv
Justo ahí, en ese miedo a que girar una esquina suponga un tiro en la sien que nos deje con las manos vacías, es donde reside la gran baza de ‘Escape from Tarkov’. A diferencia de otros juegos en los que el menor ruido nos invita a salir con el arma por delante esperando encontrar una víctima, aquí cualquier paso, puerta o material crepitando al otro lado del auricular nos pone en un estado de alerta e incertidumbre que acaba resultando adictivo.
A eso toca sumarle toda esa fidelidad que, más allá del objetivo de conseguir que los fanáticos de las armas hagan palmas con las orejas al ver hasta qué punto componentes, munición y funcionamiento se acercan a una contienda real, consiguen elevar su experiencia aportando aún más tensión a cada situación.
Decidir si moverte a una velocidad u otra para evitar que alguien escuche tus pasos dependiendo de lo que estés pisando, tener que descargar el cargador bala a bala para comprobar cuánta munición tienes antes de un enfrentamiento, verte obligado a curar distintas heridas con un completo surtido de opciones para intentar contener una hemorragia o evitar que una fractura te haga moverte a la pata coja…
Queda claro que esto no es un ‘Call of Duty’ y poco tiene que ver con la saga bélica de Activision más allá de que las armas hacen “pum” al apretar el gatillo.
Eso lo convierte también un juego no apto para todo el mundo, sino uno lo suficientemente complejo para que las primeras partidas sean algo frustrantes. Toca aprender numerosos atajos de teclado, cómo funciona el retroceso de cada arma o incluso qué lugares son los más recomendables para recoger celo en una incursión.
De juego de nicho a éxito en Twitch
¿De dónde viene su éxito, entonces? ¿Cómo un juego tan de nicho puede colocarse ahí en Twitch, entre los bailes de ‘Fortnite’ y los unicornios alados de ‘WoW’? Pues gracias a sus buenas ideas a la hora de crear narrativas inesperadas para el espectador y, por descontado, también una buena estrategia de promoción.
Tras dos años en beta, a finales de año el equipo de ‘Escape from Tarkov’ decide acompañar su última actualización de la combinación más explosiva -y efectiva- que puede haber en la industria del videojuego: rebajas y regalos.
Por un lado reduce su precio aprovechando las ventas navideñas. Por el otro se acoge a la iniciativa Twitch Drops, un sistema en el que puedes enlazar la cuenta de tu juego a la de Twitch y ganar premios por el simple hecho de ver a otros jugar.
Un perfecto uróboro que invita a los jugadores de ‘Escape from Tarkov’ a hacer crecer las visualizaciones, estas llevan a los neófitos a comprar el juego aprovechando el descuento y, por último, los streamers deciden sumarse a la fiebre para ganar seguidores y visualizaciones mientras cierran y amplían el círculo.
De unos 15.000 espectadores a finales del noviembre pasado a casi 240.000 espectadores a principios de enero, desde ahí a una generosa media diaria que se ha mantenido en unos 80.000 espectadores diarios durante las últimas semanas. Para hacernos una idea de su demencial crecimiento, la media de 'Fortnite' durante el pasado mes fue de 70.000 espectadores diarios, mientras que la de 'GTA V' no ha llegado a los 60.000 y 'Minecraft' ha superado por poco los 25.000.
Viendo la crecida de streamers de renombre que siguen sumándose a la ola impulsada por DrDisrespect -de tener presencia en 429 canales ha pasado a 1.700 en el mismo periodo-, es fácil adivinar que 'Escape from Tarkov' lo tiene todo de cara para, como mínimo, seguir aumentando esa curva durante los próximos meses.
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